La sensación de ahogo se volvía cada vez más intensa, no podía respirar. Tenía todo el cuerpo mojado y la cara metida en una enorme cantidad de agua. Me dolía todo el cuerpo, lo mas probable era que tuviera una costilla rota y la cara llena de golpes.
Corrí con la suerte de no ser mutilado pero no podía decir lo mismo de Augustus a quien le cortaron un dedo por sacarle información. Esto nos estaba matando, no comíamos nada, nos tenían en el sótano en donde habían celdas y sangre, este lugar era el sitio perfecto para asesinar sin que alguien sospechara.
Por fin alguien me sacó del agua pero no fue para más que volver a golpearme y seguir exigiendo respuestas.
—Te preguntaré nuevamente, ¿Quién los mandó?— preguntó uno de los hombres que nos torturaba.
Nuevamente y como en toda esta semana guardé silencio. No podía delatarlos eso era traicionar a toda una alianza, ellos podían morir.
Mi padre podía morir.
Augustus atado de pies y manos como yo pero con la mano ensangrentada por el dedo cortado fué quien lo desafío. Apesar de esta asquerosa situación el seguía teniendo huevos para no dejarse doblegar.
—¿Porque no te acercas y se lo preguntas a mis bolas?— interrumpió burlándose.
Y como todos los anteriores días volvía a ser golpeado una y otra vez hasta quedar casi moribundo. No entendía la posición de Augustus, esto era cuestión de supervivencia y él solo avivaba las ganas que tenían de asesínarnos de una vez. Muy pronto se cansarían de lidiar con nosotros y cuando ese momento llegara nos cortarían las gargantas, pero mientras tanto teníamos oportunidad de salir.
Después de recibir una dolorosa paliza Augustus aún con los labios rotos y la cara hinchada por los golpes le lanzó una sonrisa de satisfacción al hombre, esté volvió a golpearlo dejando un charco de sangre que rodeaba su mandíbula. Luego se limpió las manos y se fué.
Esto no tenía sentido.
—¡Que mierda contigo! —grité—¿Acaso quieres que te maten?.
Augustus me miró aún reponiéndose del último golpe.
—No soy un maldito cobarde, si van a matarme no lo harán mientras llore por mí vida— rebatió.
—Necesito que estés con vida hasta que salgamos de aquí idiota— añadí frustrado y enojado.
El no creía que pudiéramos salir de este lugar, estaba dando por perdido la opción de salir y no era lo que necesitábamos en este momento. Lo que necesitábamos ahora era pensar en algo y huir antes de que no pudiéramos hacer nada.
—Nadie vendrá por nosotros, asimílalo — replicó poniendo la cabeza hacia atrás.
Y ahí venía otra vez, el señor pesimista y cero ganas de vivir.
—Pues buscaremos la forma de salir solos— aseguré— pero no podremos hacerlo si sigues provocándolos.
El sólo movió la cabeza negando como el estupido terco que era. Bien, esto tendría que planearlo solo y sin ayuda de él.
Quedamos en silencio mientras por las escaleras bajaban tres hombres en trajes negros y Marcus Prieto.
—Lo necesito aquí, ahora—ordenó al hombre a su derecha.
Este asintió y por el intercomunicador soltó.
—Informenle que está todo listo— ordenó—el señor requiere de su presencia.
Lo que faltaba, ahora alguien exigía ver nuestras muertes en vivo. Quien fuera se tragaría esas ganas, no pensaba darle ese gusto.
Alguien volvió a hablarle al hombre de traje y este asintió.
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ADICTIVA LEA
Mystery / ThrillerLa muerte no perdona y la memoria tampoco. Existen quienes creen que el amor no solo son rosas y pétalos si no que por el contrario es entrega y posesión. Aquel sentimiento también se puede ver reflejado en la intensa obsesión que se desarrolla por...