CAPITULO 6

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Lea

Para cuando llegué a casa estaba más confundida que antes. Fui por respuestas y terminé sin nada, solo con una absurda sensación en el pecho que no paraba de hacerse notar y me daba rabia que ese fuera mi estado.

¿Como es que puede venir alguien de la nada y simplemente causar que tu rutina y estabilidad se vayan por la borda?. Te sientes pérdida y extraña, esa era la sensación que tenía después del secuestro. No había alguna razon para que me pasara eso a mí, a duras penas conocía a Neytan—vaya manera de conocerlo—lo hice el día en el que se acercó a mí cuando estaba en plena cita con quién hasta ahora seguía siendo mi platónico de toda la vida.

Pese a la estúpida manera de aparecerse me fué imposible decirle que no. Nuestras madres no eran muy unidas precisamente pero habían compartido clases de yoga hace unos años atrás, mi madre solía contarme que la Sra Priscila tenía un hijo que me llevaba por un año de edad, al parecer siempre solían planear encuentros casuales para que ambos pudiéramos conocernos y socializar pero jamás se pudo, siempre salía con alguna excusa y terminaba por cancelarlo todo. Solo supe que después de haber asistido por tres años seguidos a esas aburridas clases de yoga un día simplemente dejó de hacerlo. Mi madre no supo más de ella excepto que andaba de viaje en cualquier parte del mundo.

La vida de los ricos. Tampoco es que me quejara de mi vida, tenía comodidades pero era consciente de que un par de fajos de billetes a mi cuenta bancaria no estarían mal.

Terminé por tirarme rendida en el colchón de mi cama, mirando el techo y pensando en los detalles de cuando estuve secuestrada. Si bien es cierto no me tuvieron en las peores condiciones pero la mayor parte del tiempo estaba encerrada en una habitación , tirada en una cama y atada de manos y pies—sin dejar de mencionar el saco en la cabeza—Solo pude hablar una sola vez con un tal Augustus cuando por fin decidieron informarme que era lo que pasaría conmigo.

—Hey tu , siéntate— me la levanté al escuchar la voz de un hombre.

Obedecí. Me senté como pude en la cama y me mantuve quieta, tenía miedo de hacer algo que los enfadara.

—Si tienes suerte esta misma tarde te irás— eso me confundió. ¿Como que si tenía suerte?. Que fuera un chiste por favor.

Aunque considerándo el escenario dudaba que ellos bromearan.

Sentí como alguien me tomaba de los hombros sin ningún tipo de delicadeza y me obligaba a caminar. Al parecer me llevaron a una especie de salón porque se oía el eco de nuestras pisadas.

Después de suplicar que me dejaran libre prometiendo jamás contar nada solo obtuve explicaciones que no hacían más que entreverar mi cabeza.

Por gritar e intentar safarme de los brazos del hombre que me sostenía recibí una bofetada y después de eso solo oscuridad y silencio.

Para cuando desperté solo escuchaba los cotilleos que se formaban al otro lado de la habitación, no sabía con exactitud que era lo que había. Quizá una reunión o una pequeña fiesta formal. Sea cual sea alguna persona ahí afuera lograría escucharme si me esforzaba en gritar lo suficiente.

Con el nudo que tenía formado en la garganta intenté gritar aunque solo me salieron jadeos. Me sentía débil y cansada. Nadie pareció darse cuenta de ello pero casi al instante se escuchó el ruido de la puerta abriéndose. Por instinto intenté retroceder aún en la cama y solo sentí como me tocaban los tobillos.

Estaban desatándome los nudos. ¿Acaso alguien había pagado mi rescate?. Porque estaba claro que sí eran secuestradores querían dinero a cambio de mi libertad.

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