CAPÍTULO 17

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"Tu mente puede ser tu mejor arma o tu peor enemiga"

Desde la primera víctima que hubo en esta ciudad nada volvió a ser lo mismo. Todos se mantenían alarmados por tener a dos asesinos sueltos buscando nuevas víctimas. Cada semana encontraban un nuevo cuerpo siendo presa de los mismos métodos de matanza. Algunos eran atravesados por flechas directamente al corazón mientras que otros eran asesinados a sangre fría con cortes en la garganta o puñales en las costillas alargando así su agonía.

Nada. No tenía nada, busqué información de todos los medios posibles en busca de dar el lugar exacto a donde había viajado Neytan días antes de que anunciaran su desaparición pero nadie me daba más que suposiciones. Dejaron de lado su caso para darle toda la atención a los recientes sucesos y era entendible porque pasamos de ser un país normal a tener a dos psicópatas tratando de hacer justicia por sus cuentas.

Zoe se asomó desde el marco de la puerta llevándose mi atención.

—¿Necesitas que de regreso te traiga algo?—preguntó. Aún en medio de todo esto ella se empeñaba en seguir viendo a ese chico misterioso.

—¿Tienes que ir?, Todo está de cabezas —trataba de convencerla de quedarse.

Volteó los ojos acercándose a la cama.

—Estaré bien, no va a pasarme nada—aseguró agarrándome de las manos.

Esperaba que fuera verdad. Ahora que cualquier persona corría peligro no quería que algo le pasara.

—Esta bien. Pero necesito que me des tu ubicación en tiempo real—exigí a lo que ella acepto sonriente.

Se fué y me tumbé sobre mi cama. ¿Que era lo que me estaba faltando para poder dar con las respuestas?.

Exigía a mi mente trabajar en conjunto con mis neuronas exhaustas. Quería encontrar algo que me diera pistas...

¡¡Su casa!! Al instante mi mente arrojó aquella idea.

—No sé que tan jodida estás de la cabeza pero acepto—me dije a mi misma.

Me puse los tenis y me recogí el cabello en una coleta escondiendola así entre mi capucha. Salí apresurándome a llegar a la puerta de la casa Lombardi. Pasé por el jardín cautelosamente y cuidando de no levantar sospechas entre los vecinos aunque a decir verdad con todo esto que estaba pasando nadie se atrevía a siquiera asomarse por sus ventanas. Estando dentro corrí la puerta que daba a la sala enorme y me colé.

Me di cuenta de que estaba parada precisamente en el mismo lugar donde aquella noche Neytan me besó. No quería llenarme de nostalgia pero me era inevitable no pensar en el sin sentirme así.

Caminé observando el lugar. Todo se mantenía oscuro pero no lo suficiente como para dejarme a ciegas. Sentía esa energía negativa y algo dentro de mi me decía que debia darme media vuelta e irme, pero aún así estaba dispuesta a encontrar algo que me sirviera.

Revisé cada habitación. Algunas eran de huéspedes, otras eran cuartos de servicio y en cuanto observé solo me quedaba dos por revisar. Opté por entrar a la primera que se encontraba mucho más cerca a la escalera enorme que daba hacia el piso inferior.

Giré la manija y de el desprendió un olor a fragancia de rosas. Era una habitación demasiado enorme y elegante. Me dí el tiempo de observar cada detalle, lámparas de los dos lados de la cama, en la pared que había en frente había un cuadro que mostraba el retrato de una mujer de espaldas con un belo blanco que caía sobre su regazo. Todo estaba en orden, definitivamente era una habitación matrimonial.

Salí encaminándome a la última que faltaba revisar. Esa debía ser la de Neytan. Estando frente a la puerta tomé aire y fuerza. Giré la manija y abrí. La habitación era muy distinta a todo el resto de la casa que daba aires de lujo y elegancia, este en su lugar tenía paredes oscuras producto de un color azul noche, habían lámparas en un solo lado de la cama. Todo de esta habitación parecía algo gótico, definitivamente iba con su personalidad. Lo que llamó mi atención fué ver los papeles desordenados en su escritorio, me acerqué cogiéndolos entre mis manos y ver lo que estaba tallado en ellas me dejó sin habla.

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