CAPITULO 8

34 10 8
                                    

Lea

Desperté en mi habitación en cuanto fué de día y podía ver como el sol alumbraba las calles dándole la imagen de ser un buen día. Había dormido demasiado y con las energías a mil me paré y me dirigí al cuarto de baño que había en mi habitación, abrí la puerta y me quedé parada detrás de ella al cerrarla.

No tenía idea de que era lo había hecho, hace un par de horas estaba segura de que solo quería información y nada más. Ahora estaba segura que fuera lo que sea que me haya hecho sentir estaba recobrando más fuerza.

No, no lo conocía pero aún así sentía como su sola presencia inundaba por completo mis sentidos, sin darme cuenta todos esos días solo estuvieron dedicados a investigar sobre él. Quise respuestas y en cambio solo recibí una sensación de hambre por conocerlo.

Por saber quién era.

Jamás había experimentado sensaciónes tan específicas con algún chico. Ellos casi nunca se acercaban a mi, habia tenido una sola cita hasta este momento y justamente fue arruinado por el propio Neytan.

Como si pudiera llamarlo con la mente recibí un mensaje de Maycol. Revisé el mensaje y en el pude leer que me invitaba a comer unas donas. (Le había comentado que amaba las donas).

Necesitaba despejar mi mente así que sin pensarlo acepté. Al final quedamos en encontrarnos en la tienda de donas más cercana, la tan aclamada pinki doink , si, de referencia había un cerdo comiendo una dona con glaseado de chocolate. De no ser porque eran deliciosas me habría ofendido por la referencia.

Después de darme una ducha revisé mi armario en busca de algo casual para una segunda cita. Solo habían polerones, shorts, jeans, camisetas y.. vestidos. No recuerdo cuando fue la última vez que salí con algún vestido. Opté por volver a utilizar uno de ellos así que escogí el amarillo con pequeñas flores blancas que tenía mangas largas y dejaba los hombros al descubierto, tenía escote corazón y lo combine con unas botas marrones de tacón medio que hacía juego con mi bolso que era del mismo color.

Salí de casa, cosa que se me hizo fácil porque mi madre no se encontraba. Ella había optado por ayudar a mi tía con su negocio, así que siempre volvía a casa pasada las ocho de la noche, cogí su auto que era uno pequeño de color rojo y me fué inevitable no pensar en que desde hace un par de años mi madre utilizaba el auto de mi padre porque yo aún no podía ser capaz de subirme en el sin soltar en llanto. Es difícil saber que tu padre se fué cuando tan solo eras una niña.

Llegué al lugar acordado, entré y a los pocos minutos se me acercó la camarera ofreciéndome la carta, que era una dona de vidrio sujeta a un pedazo de madera pulida que aparentaba ser de chocolate, en ella habían todas las opciones de donas que podría haber. Habían desde helados hasta panqueques de donas, el lugar era muy original por sus presentaciones y todas las opciones que podían tener de tan solo un postre.

Le indiqué a la camarera que esperaba a alguien y en cuanto se fué cogí el móvil abriendo el chat con Maycol y no había ningún mensaje.

Esperé ya que era seguro que había tenido algún percance y no quería lucir desesperada llamándolo cuando aún estaba a tiempo.

Pasaron veinte minutos y no había rastro de Maycol. Lo llamé y no contestaba, así que empecé a preocuparme aún más porque sabía lo puntual que era, lo conocía hace mucho tiempo y  aunque no fuésemos muy cercanos sabía mucho sobre él. Opté por llamar a su prima que era por suerte mi mejor amiga. Al contestar la llamada le expliqué lo de la cita y ella solo se quedó en silencio.

—Oye, creo que en verdad pudo pasarle algo—Esperé una respuesta pero nada—¿Me estas escuchando?.

Zoe se aclaró la garganta algo incómoda.

ADICTIVA LEA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora