Me despierto y lo primero que observo es una habitación enorme en lo que parece el lugar más grande que he visitado jamás. Me paro de golpe al verme vestida con una bata de seda blanca y no atada en una celda con cadenas y olor a muerte.
—Que carajos hago aquí—hablo para mi misma observándolo todo. Una ventana se luce a mi costado y no hago más que apresurarme a ver en donde rayos se supone que estoy.
—Mierda...—el asombro es demasiado al ver un enorme campo lleno de plantas y flores de todo tipo. Todo el área en las afueras es verde y por lo que detallo estoy a una altura considerable.
La puerta se abre y yo solo puedo ponerme a la defensiva observando al hombre que se acerca como si fuera cosa de todos los días.
—Oh, buenos días, veo que ya estás despierta—saluda— me presentaría ante ti pero es algo que no puedo hacer—se disculpa.
Su aspecto es el de un hombre como de unos cuarenta años, alto, castaño, con ojos marrones oscuros y lleva ropa ni tan casual ni tan formal. Su amabilidad no hace que sea menos el susto que tengo atravesado en el pecho.
—Okey veo que estás confundida— habla mientras toma asiento en uno de los sofas que hay en el lugar— siéntate por favor.
Un tanto insegura tomo asiento mientras trato de no hacer notorio mi miedo. ¿Porque estoy en este lugar?.
—Sé que tienes dudas y por esto estoy aquí, nadie sabe de mi existencia y prefiero que siga así pero ya que tengo el honor de conocerte quiero que sepas que estás a salvo, aquí nadie va a poder lastimarte.
—¿Como puede decirme que estoy a salvo si me secuestró?—la pregunta sale sin poder contenerla.
Se cruza los dedos y aún con el semblante tranquilo y pacifico me mira como si tratara de entenderme. Pero maldita sea nadie podría estar entendiendo esto, no era un pedazo de carne, no quería ser rescatada por nadie, quería tener mi vida normal.
—No niña, ese papel de secuestrador no va conmigo, sin embargo, no puedo decirte que no se tomaron las medidas correspondientes para tenerte hoy aquí en una sola pieza y no en un maletín por partes.
Una mujer se asoma vestida de sirvienta observándome.
—Señor..
—Shhh—le corta él al darse cuenta de que iba a llamarlo por su nombre— algo de confidencialidad por favor Penny.
—Señor su hijo requiere de su presencia en su oficina—informa y al ver que el hombre asiente se retira.
—¿Porque si es tan confiable no puedo saber quién es?— todo esto rebasaba lo raro.
—Porque es una petición de mi hijo—explica—no lo tomes personal pero quiere asegurarse de que eres confiable.
¿Confiable?. Yo debería estar exigiendo saber si ellos lo eran, era yo quien estaba encerrada en este mini palacio lleno de personas que no conocía.
—Ahora si me disculpas tengo que ir a resolver algunos asuntos—se para y se dirige a la puerta pero a mitad de camino se detiene— ah, por cierto puedes gozar de un recorrido por el lugar, obviamente aclarando que mantengas la debida distancia con las verjas de electricidad.
—¿Verjas de electricidad..?—pregunto aún tímida
—Si, ¿No queremos un incidente no es verdad?.
Estaba a punto de contestar cuando salió dejándome ahí sentada y con miles de cosas en la cabeza. Tenía ganas de llorar, mi pecho ardía y no solo por las lágrimas que se habían empezado a acumular en mis ojos si no porque estaba recordando todo. Al hombre que me dopó y que posiblemente me había traído a este lugar, a mi madre que estaría muerta del susto en este momento, a Zoe que estaría igual de mal y Nate, quería creer que estaba bien aún en el centro, que aquel animal no se había atrevido a dañarlo. Quería pensar en que podía salir de esto, aunque siendo sincera conmigo misma eso era algo que solía creer siempre y cada vez que sentía que algo bueno estaba a punto de pasarme terminaba siendo lo contrario.
ESTÁS LEYENDO
ADICTIVA LEA
Mystery / ThrillerLa muerte no perdona y la memoria tampoco. Existen quienes creen que el amor no solo son rosas y pétalos si no que por el contrario es entrega y posesión. Aquel sentimiento también se puede ver reflejado en la intensa obsesión que se desarrolla por...