Capítulo IV

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¿No os pasa que a veces así de la nada os entran unas ganas increíbles de dar diez vueltas a la enorme pista de atletismo de vuestro instituto? Porque a mí tampoco.

-Venga holgazanes, ya queda poco. -Nos gritaba el profesor.

Mi respiración estaba tan acelerada que dolía y mis músculos ya no podían dar más de sí. Me dolían partes de mi cuerpo que ni conocía, pero sobre todo me dolía el hecho de que simplemente fuera el "calentamiento".

Llegó un punto en el que no sabía si quería entrenarnos, torturarnos o matarnos. Incluso los que están en el equipo de baloncesto acabaron jadeando.

Nunca me había dado tanta satisfacción entrar a las duchas del instituto. Creedme, odio entrar ahí, pero más odio oler a perro mojado todo el día.

Mientras volvía de la ducha, vi un coro de chicos riendo junto a las taquillas, entre ellos Nathan.

Nada bueno se traman.

Disimule mientras sacaba mi ropa de la maleta. Intenté afinar mi oido para escucharlos.

-Shhh, ya sabéis que tenéis que hacer.-dijo Nathan entregándole una mochila a uno de los chicos.

Ese mismo chico salió y los demás detrás de él. Me quedé solo en las taquillas mientras me vestía con prisa. Al poco rato llegó Asher el cual comenzó a buscar su ropa en su taquilla, hasta que comenzó a estresarse.
La taquilla estaba totalmente vacía, sin rastro de su ropa.

-Que cojones...-masculló entre dientes.-miró en varias taquillas, obviamente sin encontrar lo que buscaba. Y entonces mi cerebro hizo un clic, en eso consistía lo que tramaba Nathan, otra de sus patéticas "bromas".

Asher siguió mirando taquilla por taquilla sin obtener nada.- de pronto me miró.-¿Sabes dónde...?

-No sé dónde, pero sí quién está detrás de todo.-él trago saliva.-No te preocupes, te ayudaré, ummm, toma mi sudadera. -Me la quité y se la ofrecí.-Es bastante grande, te tapara bien. Intentaré recuperar tu ropa, de mientras te puedes poner los pantalones de deporte e ir a objetos perdidos... asumiendo que no encuentres nada allí tendrás algo que ponerte.

Él agarró la sudadera y yo me puse la mochila en el hombro. Me dispuse a ir a buscar a Nathan pero unas manos en mi brazo me pararon. -Gracias...-
Dijo con un pequeño tono de timidez.

-No hay de que, compi.- Salí de allí lo más rápido que pude. No sé si por las ganas de partirle la cabeza a Nathan; o por el hecho de haber dicho "compi'.

¡¿Qué tan patético es eso?! ¿¡Por qué demonios lo dije!?

En fin, cosas del directo, supongo.

Caminé por los pasillos rastreando la pista de Nathan o de cualquiera de los palurdos que lo acompañaban. Debía darme prisa, tenía clase de mates en quince minutos y mucho instituto que analizar todavía.

Me apresuré a ir por lo fácil, a ir a un sitio donde las probabilidades de que estuviera fueran casi del cien por cien. "El rincón de los unineuronales". También conocido como la mesa seis de la cafetería.

Allí se reunían siempre todos los "populares" cada descanso para hacer de todo menos algo productivo. Si encuentras a alguien con más de tres neuronas allí, créeme ese día tienes la suerte de tu parte.

Bingo.

Allí estaban, todos y cada uno de los que buscaba, entre ellos el plato especial, Nathan Walsh. El cual se peinaba su casi perfecto pelo mientras coqueteaba con unas bobas animadoras.

IN THE HEAVEN |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora