Pirómana

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Se había quemado demasiadas veces...

Con besos de alcohol destilado.

Fumando el cigarrillo hasta agotar el filtro.

Robándole a la madrugada el sol a mordiscos.

Llevaba cada cicatriz tatuada como una condecoración de guerra.

Y a quien se interesara por la geografía de sus pecas le desangraba cada batalla.

No había supervivientes al final de aquellos incendios.

Pero ella seguía encendiendo hogueras, aspirando su humo y soñando.

Soñando que algún día alguien se quedaría al final de la historia.

Que no sería la colilla aplastada al fondo del cenicero.

Que por fin la noche de San Juan sería la más corta del año

Le faltaba aprender que el alcohol avivaba la llama, la hacía más fuerte, pero no más duradera.

Al final, era una pirómana del amor propio y del placer ajeno.

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