Rey de los imposibles

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" ¡Vamos! "

Me gritó sin previo aviso.

Y se lanzó a bailar a la calle desierta bajo una lluvia torrencial.

Marcaban los truenos como timbales el ritmo frenético de sus pasos.

Los relámpagos iluminaban su silueta en un juego epileptógeno de luces de discoteca.

Se le empapó la camiseta y adherida a la piel, se le transparentó hasta el alma.

Y saqué una foto para inmortalizarla.

Así.

Loca.

Joven.

Bella.

Desnuda.

Y tan ella.

Fue todo lo que pude hacer para sobrevivir a la tempestad. Refugiarme tras la lente de una cámara para no dejarme arrasar por la tormenta que era ella.

Fue en balde.

No hay nada más fútil, más estúpido y más quimérico que intentar frenar a una fuerza de la naturaleza. No hay nada más impracticable que negar el amor.

Pero así era yo entonces, un rey de los imposibles.

Quizás aún ahora lo soy.

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