Colilla

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Eres el último rescoldo de una colilla, tirada en la acera, con la huella marcada de la suela que no tuvo el valor de terminar de extinguir tu llama. Tienes mucho de melancolía, añorando volver a besar los labios que te consumieron, los que fueron adictos a tu nicotina, los que inhalaron anhelantes de intoxicarse hasta la última voluta de tu humo. Pero cuando se disipó esa niebla y se tragó la última bocanada, solo quedó el regusto amargo de la pasión gastada y la estampa en tu fieltro (tu esqueleto) de unos dedos presurosos de volver a encender la mecha de otra llama.

Ojalá fueras luciérnaga. Para volver a brillar en las noches de verano con la esperanza incombustible de encontrar tu otra mitad.

Ojalá fueras la última luz del crepúsculo, extinguiéndote con la promesa de volver a amanecer.

Ojalá.

Pero no.

Eres colilla y te apagas.

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