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La chica corrió tanto hasta casi sentir que sus pulmones estallarían. De su bolso saco torpemente la llave de su apartamento y al entrar cerró la puerta. Trataba de recuperar aire con los ojos cerrados. Después de varias respiraciones profundas pareció recuperarse. Abrió lentamente sus ojos. Estos se abrieron grandes al observar el interior del lugar, la llave cayo de su mano. El lugar estaba completamente vacío. En el piso solo había unos cuantos papeles, viejos al parecer, y basura pequeña. Corrió hacia la habitación, también vacía.

-Se lo llevo todo...

Volvió a lo que antes era la sala. Empezó a reír descontroladamente.

-jajaja, seguro también entrego su llave y se llevó el deposito, jajaja, ese maldito, jajaja.

Bajo su cabeza, poco a poco dejo de reir. Con ambas manos golpeo sus mejillas, sonrió levantando el rostro.

-Bueno, por hoy fue todo, dormiré, ya mañana será otro día.

Y se acostó en el suelo haciéndose bolita.

Rusia estaba inquieto. No podía sacar de su mente a la chica de hacia algunas horas. Sus movimientos, sus expresiones, sus ojos. Esos ojos en los cuales podría hundirse, podía jurar que no se cansaría de verlos por horas. Vio su saco en el sillón de la oficina. Al tomarlo un leve aroma a flores y canela surgió. Ella solo lo tuvo por unos minutos y le dejo su esencia. Cerró los ojos, la imagino frente a él, sonriendo. Los abrió de golpe, saliendo del lugar.

México sentía frio. Después de todo estaba acostada en el suelo sin nada más que lo que traía puesto. Sintió como algo cálido le envolvió. Que agradable sensación.

Unos rayos de sol se colaron por la ventana, se escucha el cantar de unos pájaros. México se despierta, estirándose. De su cuerpo cae un saco, eso le sirvió de sabana durante la noche. Miro al frente para encontrarse con un hombre sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mirándola. Hubiera gritado pero solo estaba levemente sorprendida. Era el hombre alto del restaurante.

Ella se sienta. Se miran a los ojos.

-¿Cómo te llamas?

-México

-Soy Rusia. Entonces- Él mira alrededor.

-Se lo llevo todo, hasta mis calzones- imita el gesto del chico.

-Vamos

Ambos se levantan del suelo. Sale del lugar y se meten a un vehículo negro que esperaba en la entrada.

- Россия, почему ты так долго?/ Rusia, ¿por qué tardas tanto?- El chico azul detiene su pregunta. Mira a la chica que acaba de sentarse.

-Tus eres la chica del restaurante-le señala

-Tus eres el que casi me arranca el brazo- El chico se avergüenza.

-Siento eso.

-No te preocupes, sigue en su lugar así que está bien.- México sonríe. Esto hace sonreír al chico.

-Soy Kazajistán

-¿Kazaj....? ¿Puedo llamarte Kaza? Es que tu nombre es algo largo y difícil.

-Claro llámame como quieras.

Rusia les mira, parece impaciente. México le mira.

-A usted le seguiré llamando igual, su nombre es fácil.

En Rusia aparece un aura depresiva.

Kazajistán le mira. Mi hermano parece comportarse como un niño pequeño. Ni con padre se comportó así, ¿será por ella? Piensa.

-Hay que ir a comprar ropa para ella, informa que me tomare el día.-exclama Rusia. Kazajistán solo asiente, saca un teléfono de su saco.

Se escucha el gruñir de un estómago. Ambos hombres se sorprenden. Miran a México que se sonroja.

-Es...es que no cene ayer y aún no he desayunado- se escucha otro rugir.

Ambos hombres tratan de suprimir una risa, sin éxito. México se empieza a sonrojar más.

-Ya dejen de reír.

-Lo sentimos- es Kazajistán quien responde. Rusia asiente mirando hacia Kazajistán y este da habla por teléfono, el parecer en ruso. Le grita al conductor, el cual da una vuelta en U bastante brusca según México. Ella siente como se balancea en el asiento mientras los chicos ni se inmutan.

Llegan a un restaurante de lujo, dos personas en traje les abren las puertas, con una reverencia.

El lugar brilla, pareciera que en las paredes hay oro. Varias mesas están colocadas en el salón, pero todo esta vacío. Se colocan en una mesa central, imitando México sus gestos.

Una hilera de meseras aparece, así como una mujer hermosa en traje sastre.

-Bienvenidos.- los empleados les hacen una reverencia. México esta asombrada. ¿Qué tan jodidamente ricos son estos dos?

Es Kazajistán quien ordena. Comen tranquilamente. Les sirven el postre. Es una rebanada de pastel con fresas encima. México toma un poco. Al probarlo sus ojos brillan. Agradezco estar viva para comer esto, piensa. Le encantan las cosas dulces. Ambos hombres le miran con ternura, pareciera una niña pequeña. Kazajistán toma las fresas de su postre y las coloca en el plato de México. Ella le mira con un poco de sorpresa.

-Puedes tenerlas, casi no me gustan los dulces- sonríe el kazajo.

Rusia, como haciendo competencia, le coloca también sus fresas a México. Ella tiene que aguantar reírse.

-Vamos come también, me sentiré mal si yo me como sola todas las fresas.

Rusia le sonríe, este gesto hace palpitar el corazón de ella.

El cielo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora