Capítulo 54 Jamie

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Algo no iba bien. Lo sabía. No estaba segura de que era ni que gravedad tenía, pero estaba convencida de que había algo que no me estaban contando. Conocía a mis padres perfectamente, y su forma de hablar, sobre todo cuando les preguntaba sobre lo que había pasado mientras yo había estado en coma, no me dejaba ninguna duda de que no estaban siendo del todo sinceros conmigo. Eso, sin contar su comportamiento cuando coincidían con Jay.

No es que lo hicieran mucho, Jayson venía todos los días a verme, pero solo lo hacía de noche. Y casi siempre era el rato en el que mi madre se iba a cenar o cuando ella ya se había ido porque ese día Jay pasaba la noche conmigo. Con mi padre su relación era diferente, y eso era lo que más me extrañaba. A la que conocía, con la que había tenido una buena relación o al menos cordial era con mi madre. A mi padre apenas lo conocía, y los pequeños encuentros que habían tenido no habían sido para nada amables. Sin embargo, las pocas veces que los había visto juntos desde que me había despertado se saludaban con respeto, puede que hasta con cierta complicidad. Nada que ver con lo que ocurrió la única vez que mi madre y Jay habían coincidido en estas dos semanas, porque sí, el tiempo parecía avanzar a la velocidad de la luz y ya habían pasado dos semanas desde que me desperté.

Respecto a mi salud todo parecía ir bien, la primera semana me habían hecho pruebas cada día. Neurológicas, motoras... milagrosamente ni mi cuerpo ni mi cabeza parecían tener ninguna secuela del mes y medio que había estado en coma. Aunque, por supuesto el doctor Rogers quién se estaba encargando de mi salud, entre otros médicos, me había pedido ir con mucha calma. El cuerpo humano, y más nuestro cerebro, es difícil de descifrar y saber cómo va a reaccionar. Y bajo ningún concepto querían que las posibles consecuencias llegaran de un momento a otro sin que las pudieran vislumbrar. Yo me sentía bien, cada día con más fuerza, ya me levantaba de la cama sin ayuda y caminaba por los pasillos para mover las piernas. Pero, aun así, por momentos había dudado si eso que me ocultaban tendría que ver con mi salud. Lo descarté pronto cuando al preguntarle a Rogers, así me dijo que podía llamarle, me aseguró que nunca me mentiría sobre mi estado.

Eso por un lado me tranquilizaba, pero por otro me dejaba más que claro que lo que estuviera pasando estaba relacionado de alguna forma con Jayson. Y aquello si que me ponía muy nerviosa. Después de tantas semanas en el hospital no quería más problemas, por fin estábamos bien y tenía miedo de que lo que fuera que hubiera pasado acabara con esa calma. Todavía estaba en mi mente el momento en el que Jay y Max habían coincidido, y como mi hermano le había ignorado y había salido prácticamente corriendo de mi habitación. Gracias a la presencia de Alice hizo que se me olvidara, aunque fuera durante un rato, pero hasta en ese momento noté a Jay más tenso de lo normal. Y era algo que se repetía en cada una de sus visitas. En un solo segundo pasaba de ser el Jayson de siempre a otro que no reconocía, y que marcaba una distancia conmigo invisible a los ojos, pero muy clara para mí. Podía estar tumbado a mi lado acariciando mi pelo mientras veíamos la tele y sentir que no estaba ahí. Su cuerpo sí, pero Jay estaba a kilómetros de distancia.

No creáis que no le pregunté que le pasaba que qué me ocultaba, pero Jayson era el mejor para esconder sus sentimientos y pensamientos. Y sinceramente por muchas vueltas que le daba no conseguía llegar a ninguna conclusión. No encontraba ninguna razón para que mi familia estuviera enfada con Jay. Hasta Kat parecía estarlo, cuando en una de sus visitas le comenté que estaba preocupada por lo que me había contado sobre las pesadillas de Jay, aunque yo no había notado nada las noches que había dormido conmigo, me dejo claro que ahora lo importante era yo y que no me preocupara por ni por Jayson ni por nadie más. Haber estado en coma no era ninguna broma, y las señales que estaba recibiendo no me hacían estar tranquila posible como los médicos decían que necesitaba.

Un par de golpes me despertaron de mis cavilaciones. Eran alrededor de las cinco de la tarde. Mi madre se había ido a comer al apartamento de Allison y a descansar un rato, y George me había dicho que no vendría hasta las seis porque tenía trabajo. Además, tampoco mis amigas ni nadie de las personas que me habían ido visitando estos días me habían avisado de que fueran a venir.

Duele Amarte#2 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora