Capítulo 15 Jayson

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Hablar con Jamie me había devuelto la calma que la llamada de mi madre me había robado. Me había ganado una buena bronca por parte de Maxwell al salir del vestuario, ni la excusa de que me había metido ahí porque mi cuerpo me pedía hacer mis necesidades me había salvado. Ya nos conocíamos, no se había tragado ni una de mis palabras, y ahora me encontraba dando treinta vueltas a los jardines donde entrenábamos. Agradecía que esta tarde tuviéramos partido y para Maxwell eso fuera lo suficientemente importante, en otro momento las treinta vueltas podrían haberse convertido en cincuenta o cien perfectamente, depende del humor que tuviera ese día. Como a todos cuando nos tocaba cumplir los castigos de Maxwell me jodía, pero siempre que fuera trabajo fisco y no una sanción de partidos, lo sabía llegar a disfrutar. Llevar mi cuerpo al límite me había ayudado en muchas ocasiones a desahogarme y estas treinta vueltas, más las palabras de Jamie me habían servido para liberarme de toda esa oscuridad que pensar en mi madre o mi padre implicaba.

Mi enana me había demostrado una vez más que ella era mi mejor medicina; necesitaba, me moría de putas ganas de tenerla cerca, de acariciarla y tocarla hasta que no pudiéramos más. Los últimos días juntos, menos las horas que habíamos pasado en la azotea, habían sido un huracán de discusiones y reconciliaciones. Y aunque no sabía todavía como lo iba a hacer, quería que cuando ambos volviéramos a Boston, Jamie sintiera que nada en mi vida era más importante que ella. No podía perderla, era la única que me anclaba a una parte de mí que durante muchos años me negué a aceptar que existía. Y perder a Jamie significaba perderme también a mí.

– ¡Jay! – me llamó Colin desde el otro lado del jardín – Maxwell dice que pares ya. Te quiere dentro, vamos a preparar la estrategia del partido – me informó haciendo que cambiara el rumbo de mi carrera hacia él –Has tenido suerte, cabrón. Te has librado de seguir dando vueltas como un jodido hámster – se burló entre risas ganándose un empujón por mi parte.

– ¿Pero qué dices, colega? – protesté – Si ya había pasado las treinta, no soy tan matado como tú. Mi puñetero cuerpo está entrenado para esto y más – dije con una sonrisa chulesca orgulloso de mi físico.

–Que idiota eres tío – rio – Y como se nota que ya has hablado con Jamie. Ayer estabas de un humor de perros – comentó mientras entrábamos en la sala donde estaba el resto. No se paró a ver mi cara, pero si lo hubiera hecho se hubiera dado cuenta de mi cambio de gesto.

No le había dicho a ninguno de mis amigos que había hablado con mi madre. Como le había confesado a Jamie, hablar de ello en voz alta era una manera de reconocerme a mí mismo que el dolor seguía ahí, y eso me jodía más que nada en el puto mundo. Además no me sentía cómodo hablando de temas ciertos sentimentales con nadie. Colin lo había vivido conmigo, pero muy derrotado tenía que estar para desahogarme o hablar de mis sentimientos con él o Evan. Jamie era la única persona que había logrado romper ese muro y ver mi interior sin ningún tipo de escudo. Y aunque me seguía costando, con ella era con la única persona que me atrevía a verbalizar mis miedos más profundos.

–Ahora que estamos todos – habló Maxwell, en cuanto Colin y yo nos sentamos, mirándome con mala cara – Puedo empezar a hablar del partido de hoy. Es nuestro tercer partido, si hoy ganamos nos ponemos en la semifinal, a un solo paso de llevarnos el trofeo a casa. El equipo contra el que jugamos hoy tiene muy buenos delanteros, esa es la gran diferencia con los otros dos partidos que hemos jugado, tenemos que defender con todo y todos. No quiero ver a nadie caminando por el campo mientras nos atacan en nuestro campo. En la pizarra está el listado de los que jugareis de titulares, ¿alguien tiene alguna pregunta? – cuestionó mirándonos a todos en general.

Cada equipo al que nos íbamos a enfrentar había sido estudiado con detalle antes de venir. Yo no había podido estar en todos los entrenamientos o charlas en las que se habían preparado para el torneo, pero mis compañeros y parte del staff me habían ido poniendo al día. Con un partido cada día no había tiempo de poder preparar algo más detallado para cada partido, por eso estas charlas solo era un recordatorio de lo que ya se había trabajado. Cada jugador teníamos claro que debíamos a hacer en el terreno de juego y cuál era la mejor forma de ayudar al resto de nuestros compañeros.

Duele Amarte#2 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora