Había estado tan nerviosa desde que salí de aquella cafetería que mi cuerpo y mi mente iba cada una por un lado. Tengo un leve recuerdo del interrogatorio que Nicole me había hecho de camino a la residencia, pero ni siquiera estaba segura de cual habían sido mis repuestas. Había intentado mantener la compostura delante de Jay, no quería sumarle otra preocupación, ni empeorar la situación con mi reacción. Y aunque estaba muy orgullosa de como había enfrentado a mi padre al saber que no solo estaba ahora con la madre de Jayson, sino que nos había dejado por ella; tenía miedo de que llegara el momento en el que me viniera abajo.
Por eso, había querido salir tan rápido de allí. Sentía muchísimo dejar a Jay solo, pero necesitaba alejarme y asumir con calma todo lo que acababa de pasar antes de acabar estallando. Sé que antes de bajarme del coche de Nicole comenté que me moría de ganas de ver a Arthur, a partir de ahí, solo recuerdo estar en mi habitación paseando de un lado a otro esperando que Jay diera señales de vida. Había estado actuando de forma tan automática que no fui consciente de que después de ducharme me había puesto la camiseta de Jayson, hasta que él no me desnudó con los ojos de arriba abajo y con su sonrisa habitual comentó lo bien que me quedaba.
Un escalofrío recorrió mi espalda solo con verlo, y más porque sabía de sobra lo que quería. Y por mucho que yo intentara resistirme, también lo deseaba. Echaba tantísimo de menos sentir a Jay tan cerca, que lo de ponerme su camiseta solo había sido un golpe de realidad más de mi subconsciente. No era la primera vez que lo hacía, pero desde que todo había acabado había guardado esa camiseta que todavía olía a Jay debajo de mi almohada. Olerla cada noche me ayudaba a conciliar el sueño y a soñar con una realidad paralela en la que Jayson y yo estábamos juntos, felices y sin ningún problema a cada paso.
Esa sensación de plenitud era exactamente la que sentía ahora. Mi cuerpo estaba pegado a la pared y Jay estaba a mi espalda repartiendo besos por mi cuello mientras sus manos ya me acariciaban por debajo de su camiseta. Solo él era capaz de hacerme sentir tanto con tan poco, en este momento cualquier preocupación o miedo que pudiera tener a lo que se venía desapareció. Solo podía sentir las manos y labios de Jay y pensar en él.
– ¡¿Qué mierda te ha pasado, Jamie?! – exclamó bruscamente dejando de besarme.
¡Mierda! ¿Cómo se me había podido olvidar? ¡Tenía el pelo recogido en un moño alto y la venda se veía claramente!
Llevaba una semana escondiéndoselo a todo el mundo, no había sido difícil y más después de dejarlo con Jayson. Con llevar el pelo suelto y un jersey de cuello alto había sido suficiente.
Me acuerdo que en el vuelo de vuelta desde Londres estaba nerviosa, no sabía si esos pequeños trucos me iban a servir con Jay. Luego la primera bomba llamada "George" se detonó, y aunque estuvimos juntos algunas ahoras e incluso nos acostamos ambos estábamos demasiado ansiosos como para disfrutar de nuestros cuerpos con tanto detalle.
Mi mejor baza era tener el pelo tan largo, con él suelto nadie podría ni sospechar que tenía una pequeña venda en la nuca. Pero ya había dicho que mi cabeza se había despedido de mi cuerpo en las últimas horas, ¿no?
Cuando abrí la puerta a Jayson al igual que no reparé en que llevaba puesta una camiseta suya, tampoco lo hice en que mi pequeño secreto quedaba al descubierto.
–Jamie, estoy esperando una respuesta – oí la voz tensa, por decirlo de alguna manera, de Jayson – Y te juro qué o me la das ya o voy a sacar mis propias conclusiones. Y eso nunca es bueno.
Cerré los ojos durante un segundo, cuando los abrí me econtré de nuevo con la pared blanca que tenía enfrente. Tomando una respiración profunda retiré las manos de Jay de mi cuerpo. Por supuesto, habían parado de acariciarme, pero seguían fijas sobre mí. Y por fin, me giré para esta cara a cara.
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Duele Amarte#2 Trilogía EDL
RomanceJayson y Jamie por fin han conseguido estar juntos. Ha pasado ya un año desde su reconciliación; los dos han superado momentos difíciles, han madurado, y sobre, todo han sabido permanecer unidos. Sin embargo, la relativa calma a la que se han acost...