Puede ser que hubiera sido el día que menos había dormido en puta vida antes de jugar un partido, pero sorprendentemente había sido de los mejores de mi carrera. La noche con Jamie me había dado las suficientes energías, sonreí. Había jugado de titular hasta el minuto ochenta, hasta mi entrenador me había cambiado para darle minutos a otro compañero que se reincorporaba al equipo después de haber salido de una lesión. Los aficionados me despidieron del jodido campo con aplausos y coreando mí nombre. Había ayudado a mi equipo con un gol y dos asistencias, lo que nos había llevado a golear al otro equipo cuatro a cero.
Comí con el equipo, era tradición siempre que ganábamos, cuando perdíamos no todos estábamos de humor para comer en grupo y preferíamos hacerlo en soledad en nuestra casa. No había hablado con Jamie, le dejé una nota antes de irme de la habitación sabía que no iba a despertarse hasta un par de horas después, como poco, y me sabía mal despertarla. No podía borrar de mi jodida cabeza la noche anterior, las imágenes de ambos en cada rincón de ese maldito cuarto me torturaban. Quería repetirlo cuanto antes.
No esperé ni siquiera a llamarla, cogí mi coche y me puse en dirección a la residencia. Era domingo por lo que no había clase, y tenía que estar allí sí o sí. Aparqué, y subí esperando no encontrarme con nadie, ya había quedado con los chicos en pasar la tarde juntos, tenían partido iría a verlos y esperaba luego poder ir con ellos a celebrar su victoria. Saludé a un par de conocidos con los que me crucé, pero no tarde más de cinco minutos en estar en nuestro noveno piso. Caminé por el pasillo hasta su puerta cuando a pocos metros unos ruidos me hicieron pararme en seco. Eran las cuatro de la tarde, la residencia estaba en un silencio común para un jodido domingo por la tarde, y todo se oía con claridad.
¿Eran jodidos gemidos? Como un puto gilipollas me acerqué hasta la puerta de Jamie quedándome quieto como una puta estatua esperando escuchar algo de nuevo. ¡No podía ser! ¡Joder! ¡Tenía que haber escuchado mal! Mi puta mente calenturienta me tenía que estar castigando y con las ganas que tenia de hacerle de todo estaba ya oyendo gemidos. Pero de nuevo: gemidos, suspiros y el inconfundible ruido de su jodida cama. ¡¿Cómo mierda...?! Acabábamos de acostarnos ayer, lo habíamos arreglado, ¡joder! ¡¿Cómo cojones podía estar con otro?!
Sentía como toda la sangre de mi cuerpo bullía dentro de mí, todos mis músculos se tensionaron. La mandíbula me crujía de lo apretada que la tenía, y sin saber que hacer lo único que me salió fue dar una patada a la pared. ¿Qué mierda se suponía que tenía que hacer ahora? ¿Tirar la puta puerta abajo y darle una paliza al gilipollas de turno que se la estuviera follando?
Ayer cuando estabámos follando detrás del escenario y me paró para que me pusiera un jodido condón porque había dejado de tomar la píldora, lo entendí como que en estos meses que habíamos estado separados no había estado con nadie o por lo menos no de forma asidua. Dios, solo imaginarme que estaba con otro tío... Me estaba mareando, lo estaba empezando a ver todo negro. ¿Sería el puñetero Alex? Joder, o el puto Parker.
Volví a escuchar esos sonidos, y me dieron ganas de vomitar. ¿De qué me iba a servir entrar ahí y montar un follón? Jamie ya había decidido. Me alejé casi corriendo, solo quería borrar lo que había escuchado de mi mente. No era consciente de lo que hacía cuando al ir a entrar al ascensor me choqué contra alguien.
–Joder, mira por dónde vas – vociferé fuera de mí. No me controlaba.
–Jay – escuché. Esa voz. No podía ser. Mi mirada se desvió hacia abajo – ¿Por qué tengo la sensación que esto ya lo he vivido antes?
Estaba sentada en el suelo sonriéndome con calma. Como si todo estuviera bien y nada malo estuviera pasando.
– ¿¡Jamie!? ¡Joder! ¿Eres tú? – me agaché rápidamente – ¿Estás bien? Lo siento, joder, no te he visto. ¿Te he hecho daño?
ESTÁS LEYENDO
Duele Amarte#2 Trilogía EDL
RomanceJayson y Jamie por fin han conseguido estar juntos. Ha pasado ya un año desde su reconciliación; los dos han superado momentos difíciles, han madurado, y sobre, todo han sabido permanecer unidos. Sin embargo, la relativa calma a la que se han acost...