– ¡Felicidades, Jay! Buen partido – palmeó mi espalda al pasar por mi lado en el vestuario Jacob, el capitán del equipo.
Mis sesiones de recuperación ya habían terminado. De los ejercicios en el gimnasio había pasado a ejercitarme de nuevo en el campo con mis compañeros. Esta última semana había dado el máximo de mí. No quería perder el buen nivel que tenía con el New England, ni quedarme muy retrasado en comparación con mis compañeros.
El entrenador me puso a prueba en los últimos entrenamientos, y al comprobar que estaba totalmente recuperado me había sacado al campo durante los últimos treinta minutos de partido. Acabábamos de ganar, y aunque no había marcado, había podido dar un pase de gol.
– ¿Brown, cómo te has sentido? – cuestionó ahora el entrenador, más conocido entre los compañeros como Tylers.
–De puta madre – contesté sin reparos. Después de estos meses ya conocían mi forma nada formal de expresarme. Las cosas siempre eran mejor claras.
–Me alegro. El equipo ya necesitaba tu frescura. Cuida ese tobillo, no te podemos volver a perder. Ni tú puedes permitirte parar tu carrera perder ni un minuto más en este momento.
–Lo sé – asentí con seriedad siendo muy consciente de mis palabras y las suyas. Y al igual que había hecho Jacob, palmeó mi espalda antes de irse a hablar con otro compañero.
Hice un repaso general a todo el vestuario, y vi como todos se cambiaban entre conversaciones y bromas, siempre las había cuando ganábamos el partido. Sin poder evitarlo me acordé de mi antiguo equipo y de mis amigos. Era imposible no echar de menos los momentos con ellos, pero tenía que reconocer que en el New England había un ambiente de puta madre. Y aunque en la prensa había comentarios sobre mi mala relación con algunos compañeros por mi creciente importancia en el equipo no había nada real en aquellas noticias. Eran unos tíos geniales que desde el primer día me habían aceptado como uno más, no solo en el campo también en sus quedadas y fiestas.
No ser el capitán y llevar ese peso también lo echaba de menos, estaba acostumbrado a comportarme como tal. Muchos de los entrenadores que había tenido desde niño decían que llevaba lo de ser líder en la sangre. Así que sin ponerme por encima de nadie y sabiendo cual es mi lugar ahora, mi implicación con el equipo era extrema.
–Ey, Jayson, vamos a ir a casa de Lucas a tomar algo y jugar algún partidillo a la play. Te vienes, ¿no? – cuestionó Mike a mi lado.
–Claro, cualquier cosa mejor que volver a la residencia y acabar el trabajo de economía mundial – bromeé.
–Tío, no me acostumbro a esto de que seas universitario – rio y un par de compañeros que estaban a nuestro lado se unieron a la conversación.
Últimamente pasaba bastante tiempo con ellos, entre que mis horarios no cuadraban mucho con mis amigos y que mi vecina de habitación, más conocida como mi ex y mi talón de Aquiles de particular, fuera ahora la chica con la que follaba de vez en cuando no ayudaba a mis ganas de pasar tiempo en la residencia o en el campus.
La relación con Jamie era cuanto menos jodidamente rara. Además del día que descubrí su tatuaje habíamos follado dos veces más, y nos habíamos enrollado otra sin llegar a acabar; no por ganas o intención, más bien porque estábamos en el baño de la universidad y mi prima entró como una loca buscando a Jamie. Así que a esta no le quedó más remedio que salir, no sin antes hacerme jurar que yo no saldría hasta que ellas se fueran. Para nuestros amigos nuestra relación estaba rota, y aunque habíamos vuelto a poder estar en el mismo sitio sin que la tensión amenazara con estallar, nadie se imaginaba lo que estaba pasado. De hecho la tensión que amenazaba con explotar era puramente sexual, pero nadie se había percatado.
ESTÁS LEYENDO
Duele Amarte#2 Trilogía EDL
RomanceJayson y Jamie por fin han conseguido estar juntos. Ha pasado ya un año desde su reconciliación; los dos han superado momentos difíciles, han madurado, y sobre, todo han sabido permanecer unidos. Sin embargo, la relativa calma a la que se han acost...