Capítulo 10 Jamie

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Estaba echa un ovillo en mi cama tapada con una manta hasta las orejas y mi portátil delante, acababa de masajearme con Kat necesitaba desahogarme con alguien y mi amiga era la mejor para ello. Estaba viendo uno de mis capítulos favoritos de Gossip Girl para distraerme, o por lo menos intentándolo, porque no podía dejar de pensar en Jayson.

Cuando se fue de mi habitación me quedé un par de minutos en la misma posición, procesando todo lo que había pasado y lo que ambos nos habíamos dicho. Me costó reaccionar y cuando por fin lo hice me metí directa en el baño. Necesitaba que el agua caliente cayera sobre mí y que de alguna manera me aliviara, tenía un revoltijo de sentimientos y pensamientos que no me dejaban tranquila. Logré calmarme un poco cerrando los ojos bajo la alcachofa de la ducha, dejando que el agua que se deslizaba por mí cuerpo arrastrando consigo el enfado y la decepción que sentía. Una vez que salí de ahí, vestida con unas simples mallas negras y una sudadera XL gris con capucha, fui directa a por mi guitarra; me senté en la cama y con ella entre mis manos empecé a tocar sin pensar en nada, solo dejándome llevar. Al cabo de un rato ya no solo estaba tocando, cantaba a todo pulmón con miedo, con rabia, con enfado, con tristeza, con esperanza pero sobre todo con amor; dejando salir lo que llevaba dentro desde hacía mucho tiempo. El amor que sentía por Jay me había marcado desde el primer momento que empecé a sentir algo por él, estaba grabado en cada milímetro de mi piel y eso era algo que no podía evitar. En cada canción que había compuesto desde que lo conocí, además de por supuesto la que le había reglado por su cumpleaños el año pasado que contaba parte de nuestra historia, estaba Jay. Porque él estaba en mí y eso era algo que por mucho que a veces quisiera obviar para protegerme a mí misma, no podía borrar.

Me llevé una galleta a la boca no había comido nada al mediodía, lo que menos me preocupaba en ese momento era comer estaba revuelta después de todo lo que había pasado, pero desde hacía un rato mi estómago había empezado a reclamar algo de comida. Entonces oí un par de golpes en mi puerta y sin muchas ganas de hablar o tener que ver a nadie me levanté para ver quién era. Suponía que sería alguno de mis vecinos que necesitaba algo, aunque no había casi gente en la residencia, pero sabía que Kat y Hannah no estaban, ellas no podían ser. Y Jayson no solía llamar con dos simples golpes, a él le iba más lo de aporrear mi puerta hasta que le abría con mala cara por su escándalo y él con una sonrisa divertida me levantaba en sus brazos besándome hasta que lograba hacerme reír. ¡Basta, Jamie! Tú sola te haces más daño, me dije abriendo de un tirón la puerta para no encontrarme a nadie enfrente. Me quedé unos segundos quieta sin entender nada, di un paso adelante para asomarme a ver si había alguien en el pasillo y entonces noté que estaba pisando un papel. Me agaché para cogerlo y leer lo que ponía, y mientras mi piel se erizaba un nudo se instalaba en mi garganta. La nota no estaba firmada, pero ni siquiera era necesario que lo estuviera, muy pocas personas conocían la azotea. Para Jay era un sitio especial que con muy pocos había compartido, y conmigo lo había hecho.

Entré de nuevo en mi habitación estrujando esa hoja de papel en mis manos sin saber que hacer, pero en algo tenía razón nos lo debíamos. Mañana se iba y no quería que nuestra última conversación hubiera sido la discusión de hacia unas horas. Me puse mis zapatillas de deporte negras y leyendo una última vez las palabras que había escrito dejé la nota junto a mi mesita de noche, y salí de mi cuarto para encontrarme con Jayson. No tardé mucho en subir hasta la azotea, suponía que Jay quería que habláramos allí para estar más tranquilos y la verdad es que estar al aire libre en vez de metidos en una habitación me iba a ayudar a estar más relajada. Empujé la pesada puerta que daba a la azotea esperando encontrarme a Jayson sentado en el bordillo mirando hacia el infinito como tanto le gustaba hacer y yo odiaba, pero lo que vi me dejó sin palabras.

– ¡Oh, dios! – exclamé por fin tras un rato observando cada detalle llevándome las manos a la boca – Esto es increíble, es... es precioso.

Duele Amarte#2 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora