sasuke vive

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Descripción: Universo Alternativo, Angst, Contenido Adulto.

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—Te vi dibujando a esa mujer hace un momento.

—Eso hice.

—¿Cuánto?

—Lo dejaré a su criterio, si no es ofensa.

El rubio le sonrió mostrando su amplia dentadura blanca, entre ellos se colaba una risa socarrona.

—Hm. No lo es.

—Por favor.

Una mano dorada le señaló el asiento frente a él. Estaban separados por una mesa cubierta con una manta aterciopelada color vino, lo que le concedía a las hojas de papel blanco resaltar aún más entre la suave iluminación de una lámpara de aceite sobre sus cabezas. Sasuke se sentó en donde se le indicó, y mientras miraba cómo las otras manos preparaban la punta de un lápiz, habló.

—¿Qué hago ahora?

—Solo existe, pero no hables mucho.

Sasuke le dedicó una mirada entre sus largas pestañas negras, y de pronto se dio cuenta de que habían estado mirándose a los ojos por un rato, pero aquella mano derecha se movía con agilidad portando el lápiz de madera que, estaba seguro, rozaba con costumbre y ternura la hoja opalina blanca.

—¿Haces esto en tu tiempo libre?

El hombre de camisa blanca alzó los ojos en una ocasión, una vez terminado algún trazo desconocido, pero ya no sonreía.

—Lo mismo pregunto.

—Pero lo hice primero –replicó Sasuke entrecerrando los ojos.

—Nunca fui bueno en la escuela –dijo el dibujante distraídamente— esto es para lo que sirvo.

Sasuke no sabía que responder ante eso. No quería mentirle diciéndole que estaba bien, ya que ni siquiera había visto el resultado, así que su mirada solo dio a entender que había comprendido la respuesta. Observó los mechones rubios cortos que crecían y acariciaban la línea de su frente ya madura por los años y por quién sabe cuántas situaciones en algún lugar del mundo. Sasuke se dio cuenta más tarde de que el hombre sonreía de nuevo.

—Yo también pregunté algo.

—Si te refieres a pedir bocetos míos a desconocidos, no lo hago mucho. Si te refieres a venir a lugares donde la música suene más fuerte que otra cosa, entonces sí, a menudo.

Después de todo era la verdad. Sasuke no soportaba la presión en los oídos y en el pecho, y solo había una manera de no autodestruirse. Había tenido que buscar una después de...

—Este lugar es agradable. Hace mucho que no venía aquí –habló el otro, inspeccionando bien su obra, dirigiendo los ojos a Sasuke para volver al dibujo. La música era fuerte, pero no lo suficiente como para irritarles. Un saxofón compartía la tristeza mientras en Sasuke destellaban las tenues luces que adornaban unas pocas mesas, unos pocos clientes.

—¿Por qué no?

—Me casé.

—Ah –Sasuke sintió que debía suprimir cualquier emoción en el rostro, porque si el hombre rubio notaba la decepción, podría sospechar cosas equivocadas.

—Tu rostro es tan... —El hombre no terminó la oración, pero se quedó mirando la realidad y la ficción un rato más. Sasuke empezó a jugar con el terciopelo de la mesa distraídamente, cuidando no ladear de más el rostro o de parpadear demasiado.

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