I.
Sasuke se toma su tiempo. Sabe que es hora de que comience. Ve su reloj por tercera vez en el día y decide que probablemente sea un problema si alguien entra y de pronto comienza a alardear que su asiento le pertenece. Es un fastidio lidiar con un lugar al que acaba de mudarse.
Pasar el último año de secundaria y el primero de preparatoria fuera de la ciudad probablemente no era una idea demasiado buena, pero no era como si hubiese podido hacer algo al respecto. Había mucha gente que conoció y que sin embargo al mirarlo o no lo recordaban (pasaba que tal vez la pubertad le había pegado un poco) o no les importaba en lo absoluto. Un papelito volaba de aquí a allá, y de repente había dos mujeres secreteandose en sus narices mientras le echaban miradas de cuando en cuando. Iba a ser un día muy largo.
Muy amablemente el profesor de la primera jornada no lo hizo presentarse ni lo exibió. Tal vez pensó que Sasuke ya tenía muchas miradas alrededor de él como para considerarlo necesario. No era como si Sasuke tuviese miedo a las personas porque toda su vida era el centro de atención aunque fuese de manera inconsciente, pero odiaba lidiar con ello. Simplemente quería vivir tranquilo. Pasó los dedos otra vez por la página, dando vuelta a la ilustración de una célula eucariota desde un MEB...
—Profe, por favor... Le juro por mi vida que no escuché la alarma en la mañana y mi uniforme no se secó ayer... ¡Por favor por favor por favor!
Sasuke alzó los ojos. No era posible.
—Desde el primer día les dije que no admitía este tipo de retrasos, joven Uzumaki.
—¡Haré lo que sea, dattebayo! ¡No puedo reprobar esto!
—Es la tercera vez que llegas tarde en el mes.
El doctorcillo estaba comenzando a molestarse. Se tocaba el puente de la nariz.
—Puedo sentarme en el suelo y... ¡Le juro que no haré nada de ruido! Nada nada.
Hizo un gesto de silencio. Quien diría que el ruidoso de la clase sería nada más y nada menos que...
El dobe.
El pelo rubio alborotado. Las marcas de sus mejillas. La ropa desalineada. La chaqueta anticuada. Los ojos más azules que... Que nada. La sonrisa esporádica y ruidosa. Los pasos fuertes. Expresiones toscas y amables. El zumbido de su respiración hiperactiva. Naruto era la rebeldía encarnada. Todavía lo era.
Todo estaba relativamente tranquilo; el profesor hablaba afuera con una colega... Tal parecía que querían tener hijos allí a plena vista de todos. Se miraban tan... Sasuke tuvo que bajar la vista si no quería quedarse ciego. Todo el mundo hablaba. Sin embargo no pudo guardar calma ante el grito en el cielo que el dobe pegó cuando se levantó a sacar punta a su lápiz mordisqueado.
—¡¿Qué haces aquí, Sasuke temeeeee?!
Levantó la vista, esperando inútilmente que nadie hubiese oído la exclamación dramática del rubio que dejaba de lado sus ojos para enviarlos a la cara medio enfadada de Sasuke. El profesor, de pie en la puerta, miraba con desaprobación a ambos. Les costó una clase y pronto se vieron fuera del aula con sus cosas en mano. Dijiste que no harías ruido, dobe. Sin embargo, más pronto que tarde, Naruto se encontró frente a él tomando sus hombros. Sasuke no sabía qué expresaba más en el rostro; emoción o enfado. El incidente de la clase ahora no existía en la pequeña mente de Uzumaki Naruto, el número uno cabeza hueca de deportes que siempre le retaba a uno contra uno en basquetball.
—No respondiste mi pregunta —unos ojos poderosamente azules se apropiaron de los suyos a medio pasillo. De pronto creyó ver que cambiaban de color.
ESTÁS LEYENDO
narusasu everywhere
FanfictionHistorias cortas, poesía barata y un impresionante intento por encarnar a mis dos personajes más queridos, amados, odiados en diferentes escenarios: Naruto (el molesto, ruidoso, apasionado) y Sasuke (emocional, estoico, moronsexual). Los personajes...