batalla perdida

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Nota: ¡Hoy cumple años el Fruit Loop! Mi motivación por el cumpleaños de Sasuke fue tan grande que terminé uno de los one shots más difíciles de escribir para mí, ya que nunca había hecho una historia post-guerra de este estilo. De acuerdo, aclaraciones al final.

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Though I battle blind

Love is a fate resigned

Memories mar my mind

Love, it is a fate resigned

Over futile odds

And laughed at by the gods

And now the final frame

Love is a losing game

—Amy Winehouse.

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—¿Era así de–tan obvio?

Shikamaru le miró brevemente, como si quisiera soltar un bufido burlesco, pero al final no lo hizo. Shikamaru no buscaba burlarse de él, solo que el contexto era tan...

—No tuviste que decírmelo. Creo que ya era hora de que te dieras cuenta.

Cuando respondió, ahora ambos miraban al cielo. Naruto descansó los brazos bajo su cabeza, observando aquel estrellado techo que gritaba cosas en silencio. Shikamaru le había convencido de descansar, aunque fuese un par de horas para dormir. Naruto no había querido volver a su departamento. No se sentía en casa, y tampoco le gustaba la ausencia que despedía. Shikamaru lo sabía y le ofreció ir con él a tomar aire, terminaron allí tumbados, lejos de la aldea y de la contaminación lumínica. Tanto había cambiado desde entonces y–

Y Naruto había si bien no cambiado su sentir, se había dado cuenta de por qué se sentía de esa forma.

Removió los pies, inquieto, y Shikamaru volteó a verlo levemente, por la esquina del ojo. Suspiró después de un par de segundos, viendo que su amigo estaba de todo menos quieto.

—¿Y él cuándo vuelve?

—Eh... Ayer llegó su carta diciendo que tardaría una semana, pero su halcón viaja en tres o cuatro días... Dependiendo de su distancia... Um–Supongo que faltan un par de días, más o menos.

—¿Vas a esperarlo?

Naruto soltó un suspiro, sintiéndose de pronto muy agitado. No hacía falta que corriera, que entrenara o que escalara mil montañas. Solo hablar del tema le provocaba un nudo en el estómago, unas ganas de temblar, una descarga de adrenalina.

—¡Claro que sí! Pero... Pero no sé qué decir. Al menos ya no, dattebayo.

Shikamaru se había puesto de pie para cuando Naruto terminó de responder. El segundo lo imitó, arreglándose la ropa ya que estaba cubierto de césped hasta las nalgas. Su amigo se rió levemente, algo corto y conciso como siempre, y emprendiendo el camino de regreso a la Torre, interrumpió el silencio donde cantaban los grillos.

—Supongo que cuando lo veas, lo sabrás.

Naruto recordaba perfectamente lo que había dicho aquella noche. En aquel entonces, Sasuke había concluido la pena por no haber declarado lealtad a Konoha directamente. La cárcel había sido el único lugar donde había estado durante un año entero, en lo que Naruto y Kakashi armaban un buen revuelo legal con ayuda de Tsunade para la liberación del aliado más poderoso de Konoha cuando ocurrió la Cuarta Guerra Ninja. Hubo mucho papeleo, muchas visitas, muchas discusiones donde Naruto debió apretar los puños porque la audiencia había fallado. Pero tenía que haber algo. Tenía que haber una manera, porque siempre la había ¿Cierto?

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