Descripción: Universo Alternativo, Angst, mención de homofobia, contenido adulto.
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—Sasuke... ¿Estás bien?
Naruto despegó ligeramente su rostro para mirar su expresión apoyando el mentón en su hombro. Los cabellos negros de la nuca le hacían cosquillas en la mejilla, pero no era un momento en el que quisiera reír. De acuerdo, Sasuke no era una persona muy abierta, y tampoco era de los que hablan sin pensar cautelosamente sus palabras, pero sus acciones decían lo suficiente para que el rubio pudiese leerlas como si de su lengua madre se tratara. No siempre era posible, por supuesto. A veces ni siquiera el propio Uchiha se entendía.
—No lo sé —inclinó su cabeza hacia un lado, dando entrada— no quiero saberlo.
A Naruto le hubiese gustado disfrutar de la sensación de la piel sensible de Sasuke bajo sus labios. Ver cómo la palidez de su cuello se volvía de pronto rojiza y brillante de un pequeño rastro de saliva que se atrevía a dejar. Dios, era su cosa favorita. La manera en que aquel fruto cremoso de pronto se coloreaba de rosa a rojo y de rojo, algunas veces, a un tenue color vino. Pero el dolor de Sasuke era su dolor, y así había sido desde que lo declaró como su mejor amigo. Como hombre, tenía muchas presiones. Como hijo, tenía tantas responsabilidades. Como aprendiz, tenía otras tantas mil cosas en las cuales pensar.
A veces, volvía a la pequeña guarida de Naruto (que se hacía llamar su casa) y Sasuke se apropiaba de todo a la perfección, como si fuese todo suyo. Sus camisetas, sus frazadas, su bebida de dieta, él incluso había llevado su propio cepillo dental. El de cabellos rubios recordaba cómo se le había hinchado el corazón cuando Sasuke trajo por primera vez una cajita con sobres de té y la puso en la alacena. Estaba ahí. Significaba que Sasuke volvería después del trabajo y que se serviría uno de esos y que podrían hablar hasta quedarse dormidos.
—Mm... Si... Justo ahí.
El mohín de la persona entre sus brazos le distrajo por completo de cualquier pensamiento. La espalda de Sasuke se arqueó ligeramente, golpeando con su nuca el hombro de Naruto. Pudo ver la expresión, aunque fuese desde su perfil. Los ojos cerrados, los labios entreabiertos, la barbilla ligeramente elevada y ese bendito color en las mejillas que le llamaba a darle unos cuantos besos por doquier. Había también, en numerosas ocasiones, una sonrisilla que se asomaba en su estoico rostro, cosa que a Naruto le sonaba a paraíso. Tal vez así luciría cuando le tocara morirse.
Desde siempre, Sasuke fue para él, más que atractivo físicamente (no había que ser un genio para averiguarlo), una hermosa persona escondida tras una máscara que se colocaba solo por ser un Uchiha, ser el Uchiha que trabajaba duro por mantener la línea de su familia. A pesar de su aparente indiferencia hacia el mundo, nunca pudo serlo por completo con aquel latoso muchacho de ojos claros como cielo. Se había llevado varios regaños de su padre por haberse quedado jugando a las luchas con aquel tremendo niño parlanchín. El maravilloso y brillante estudiante de pronto llegaba a clases con la chaqueta desalineada y el cabello poco menos que desordenado, y la parte favorita: aguantándose la risa. Eres un problemático, le decía a Naruto. Este se reía en respuesta, ¡Tú eres el que apoya mis brillantes ideas, bastardo!
—¿Quieres que te haga sentir bien? ¿Eh, Sasuke?
Allí estaba, la terrible línea que siempre solía cruzar ¿Hasta dónde llegaba a convertirse el placer propio a un gusto por hacer que Sasuke sonriera? ¿Acaso ya había cruzado eso desde que tocó su piel por primera vez?
La calidez de su abdomen, los murmullos de su respiración acelerada, los espasmos de sus caderas al palpar la cintura de sus pantalones. Sasuke pronto alzó los brazos ligeramente y Naruto terminó de sacarle la remera. Pronto, la cálida piel le golpeó en todos sus puntos débiles. Era un tesoro aquella curva del cuello y de la espalda, la línea de su columna vertebral, los omóplatos planos y sobresalientes, las líneas de su cintura: todo aquello remarcado con las yemas de sus dedos, no importaba cuántas veces ya lo hubiese hecho. Cada nueva ocasión volvía a sentirse como fuego. Cómo algo que se incendiaba y echaba chispas por todo su cuerpo. Cómo si tocar la piel del amado le diese un boleto a lo que era el verdadero cielo, el verdadero sentir de un humano que ama. Tocar a Sasuke era como si hubiese muerto y lo hubiesen propulsado directo a las nubes. Era caer en picada sin poder detenerse.
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narusasu everywhere
FanfictionHistorias cortas, poesía barata y un impresionante intento por encarnar a mis dos personajes más queridos, amados, odiados en diferentes escenarios: Naruto (el molesto, ruidoso, apasionado) y Sasuke (emocional, estoico, moronsexual). Los personajes...