algo que no se puede comprar

72 9 0
                                    

Descripción: Universo Alternativo, Reencuentros. Las comillas reemplazan a los guiones largos.

<><><>

Sasuke había estado ahí, desde el primer comienzo. Lo recordaba ahora, cuando sus pies punzaban de tanto correr, de golpear el asfalto con fuerza.

Recordaba fervientemente los sonidos de lápices coloreando sobre la mesa, el mes de abril era calor y limonada. Sasuke dibujaba sus gatos, dibujaba ranas, dibujaba sueños. Naruto era un idiota, siempre lo había sido. Le gustaba crear cosas bizarras, cosas estúpidas, cosas que hacían a Sasuke poner caras entonces él podría reírse mucho y muy fuerte, una característica tan de Naruto quien además de ser el único amigo de Sasuke, también era el más desesperante.

Sus rodillas temblaron cuando doblaron la calle, muy a penas manteniendo el equilibrio. Sus malditos zapatos caros, sus pantalones sin arrugas, sus mangas blancas y limpias ¿De qué le había servido todo eso al final?

Había llovido hace muchos años, allá en su cuidad natal, allá donde no anochecía a las dos de la mañana, allá donde podía disfrutar de sus horas de sueño sin interrupciones. La preparatoria se le escurría entre los dedos. Ese día estaba con Sasuke, y su habitación se llenaba de risas y de malas palabras que a sus padres probablemente no les habría gustado escuchar. Pero ellos no estaban y eso era lo mejor de todo. Se sentía libre, se sentía ebrio de tanto reír, se sentía vivo como nunca antes. Sasuke estaba allí con él, porque si hubiese estado solo no tendría nada de sentido. Tenía la cabeza apoyada en la cama, los brazos a los lados, las piernas recogidas levemente para no deslizarse hacia el suelo. Naruto estaba recitando una canción, una melodía que le gustaba entre tarareos que ni siquiera eran miscibles entre sí, y Sasuke soltó una risotada sin sentido. Ese día se había inclinado a besarlo, y ninguno de los dos le dio suficiente importancia al choque eléctrico entre salivas.

Y entonces se marchó. Se fue sin mirar atrás una tarde de agosto, mientras el alba empezaba a disiparse. Naruto miró hacia atrás aquella vez, sabiendo que algún día volvería, y que cuando lo hiciera, Sasuke estaría allí.

Pero Naruto no volvió, y ahora corre directamente al jet privado de la familia Uzumaki. El prestigio rebosaba por las paredes, se escurría el color dorado por las paredes, pegajoso y letal. Naruto se tambaleó cuando llegó al asiento, asegurándose después mirando la pantalla del celular de que había dado las órdenes correctas. El destino era Nueva York, y trazado con una línea miraba el recorrido ambiguamente. Suspiró, y se pasó una mano por el cabello al observar el vaso de agua que le habían dejado para nivelar un poco sus niveles electrolíticos.

¿De qué había servido todo eso, entonces?

Había estudiado finanzas en la mejor universidad que pudieron pagarle, y eso viniendo de una familia con dinero ya era bastante prestigio. Había escalado montañas, había jugado al soccer, había conocido miles de mujeres. Había dado la vuelta al mundo en un chasquido de dedos, se había olvidado del pueblo en breves segundos donde el placer le inundaba como si fuese veneno. Pero después...

Sasuke, ¿qué estarás haciendo ahora?

Naruto nunca volvió a buscarlo. Cuando terminó la universidad, se convenció del jugoso futuro que le deparaba. Había subestimado a su propio corazón, pero no estuvo nunca tan seguro de su error hasta aquella noche, donde Kiba y sus amigos le dijeron que celebrarían sus últimos meses sin compromisos en uno de los mejores clubes de la cuidad. Allá donde cada noche se inundaba de gente, fuese martes o sábado, allá donde uno podía ser cada quien, allá donde sobre el escenario siempre había un extraño distinto con un talento distinto con propósitos distintos.

narusasu everywhereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora