𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐓𝐫𝐞𝐜𝐞

94 13 1
                                    



—¿Qué están comiendo?— Luka, lord de Ramsay, estaba en el salón de la familia en Ramsay House, viendo a sus mellizos de cabello oscuro, Edward y Emmaline, jugando en el piso alfombrado.

Su esposa, Chloé, quién estaba ayudando a los bebés a construir torres de bloques, alzó la mirada con una sonrisa.

—Están comiendo galletas.

—¿Estas?— Luka miró un plato de galletas poco cafés que estaba colocado sobre una mesa -—Se ven asquerosamente similares a las que Mari da a su perro.

—Tal vez porque son las mismas.

—Son... ¡Dios mío, Chloé! ¿Qué estás pensando?— hincándose sobre sus piernas Luka intentó alejar las galletas empapadas de Edward. Sus esfuerzos se encontraron con un vendaval indignado.

—¡Es mío!— exclamó Edward, aferrando la galleta con más fuerza.

—¿Qué más da?— protestó Chloé —A los gemelos les están saliendo los dientes, y las galletas son muy duras. No hay nada perjudicial en ellas.

—¿Cómo sabes eso?

—Marinette, las hizo.

—Mari, no cocina. Que yo sepa, apenas puede untar mantequilla en su pan.

—Yo no cocino para la gente— dijo Marinette alegremente, entrando en la sala con Plagg tras ella —Pero sí para los perros.

—Naturalmente— Luka tomó uno de los bultos marrones del bol, examinándolo de cerca —¿Te importaría revelar los ingredientes de estos objetos repugnantes?

—Avena, miel, y huevos... son muy nutritivas.

Como para subrayar el punto, el hurón de Chloé, Dodgers, trotó hasta Luka quitándole la galleta de la mano y deslizándose debajo de una silla cercana. Chloé se rió en voz baja al ver la expresión de su esposo.

—Están hechas de lo mismo que las galletas para la dentición, mi Lord.

—Muy bien— dijo Luka molesto —Pero si los gemelos empiezan a ladrar y a enterrar sus juguetes, sabré a quién culpar— se sentó al lado de su hija.

Emmaline le dirigió una sonrisa húmeda y empujó una galleta empapada hasta su boca.

—Come, papá.

—No, gracias, cariño— sintiendo que Plagg husmeaba en su hombro, Luka se giró a acariciarlo —¿Se trata de un perro o una escoba de la calle?

—Es Plagg— respondió Mari.

El perro pronto se desplomó a su lado, su cola golpeando el suelo en varias ocasiones. Marinette sonrió. Tres meses antes, hubiera sido una escena inimaginable. Plagg habría sido tan hostil y temeroso que ella no se hubiera atrevido a exponer a los niños. Pero con paciencia, amor y disciplina, por no hablar de una gran cantidad de ayuda de Rye.

Plagg se había convertido en un perro completamente diferente. Poco a poco se había acostumbrado a la constante actividad en el hogar, incluyendo la presencia de otros animales. Plagg también había ganado algo del peso que tanto necesita, ahora estaba elegante y saludable. La peliazul lo preparaba cuidadosamente rapándolo y cortando su pelaje con regularidad, pero dejando los bigotes adorables que daban a su rostro una expresión caprichosa. Cuando Mari y Plagg caminaban a la aldea, los niños se reunían alrededor de él, y aceptaba alegremente sus caricias. Le encantaba jugar a buscar objetos. Se robaba zapatos y trataba de enterrarlos cuando nadie lo estaba mirando. Era, en definitiva, un perro totalmente normal.

E̴n̴g̴a̴ñ̴o̴  𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora