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Regalo

Óbito había llegado rápido a casa, debía evitar a toda costa a su padre, por suerte sus hermanos le dieron las cosas fáciles y pudo adentrarse a su habitación con el rubio

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Óbito había llegado rápido a casa, debía evitar a toda costa a su padre, por suerte sus hermanos le dieron las cosas fáciles y pudo adentrarse a su habitación con el rubio. Medito acerca de lo que había sucedido en el día, se sentía cansado, hambriento y sus heridas aún dolían, pero ahora estaba comprometido con la ayuda del rubio. Lo dejo sobre su futon, miro sus blancos pies, estaban sucios, pues este había caminado descalzo.

-Supongo que tendrás que quedarte aquí, pero antes, no estaría mal que tomarás una ducha y antes de que preguntes que es, te lo diré. Significa que meterás tu cuerpo en agua y limpiaras la suciedad, oleras bien y te sentirás mejor-.

-Esta bien, ¿donde esta caballo?-.

-El tiene su propio hogar, tranquilo está bien, mañana lo verás. Ahora...-. Suspiro.-Te quítate eso-.

Óbito se acercó a él, desató la cinta que mantenía el ropaje, con nervios abrió la prenda y la deslizó por los hombros de Deidara, se deleitó ante el precioso cuerpo que este tenía, su pecho y abdomen plano era hermoso, subió hasta observar su cuello, y finalmente se encontró cara a cara con el.

-"Nagato tiene razón, el es hermoso, podría incluso besar sus labios ahora mismo y saber lo que se siente. No, no, ¿que demonios estoy pensando?"-

-Obito, toma-.

-¿Qué es esto?-.

Deidara ocultaba una pequeña florecilla entra la prenda y la extendió hacia Óbito.

-Nagato me regaló una, pero yo quiero que tu la tengas. Es un regalo-.

-Deidara, gracias, pero el regalo de otra persona, no debe regalarse-.

-Entonces, buscaré uno yo mismo-.

-Es hora de ir a la ducha, ven conmigo-.

Deidara se puso de pie, aún le dolía su tobillo pero no tanto. La prenda se deslizó por su cuerpo, sus precioso cabellos dorados cubrían su espalda, Óbito se deleitó ante la imagen, no pudo evitar avergonzarse, jamás había visto un cuerpo tan hermoso como el de Deidara, parecía un precioso muñequito frágil. Lo llevó a la enorme tina, donde el agua se notaba perfecta, Deidara entro y sintió su cuerpo relajarse. Después de unos minutos salió, Óbito llamo a sus sirvientes personales y les pidió que atendieran al chico, mientras el tomaba una ducha también.

-Madre, el cabello de este joven es hermoso-.

-Shhh-. Callo la madre, pues debían hacer su trabajo en silencio como acostumbraban hacer.

La leyenda del gato amarillo (ObiDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora