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Emboscada

Sus ojos se mantenían abiertos, con ojeras evidentes debajo de sus ojos apagados, su piel era más pálida de lo normal, se notaba la falta de sueño, su cuerpo se encontraba inerte en el futón, había amanecido hace dos horas y aún así, no se paraba ...

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Sus ojos se mantenían abiertos, con ojeras evidentes debajo de sus ojos apagados, su piel era más pálida de lo normal, se notaba la falta de sueño, su cuerpo se encontraba inerte en el futón, había amanecido hace dos horas y aún así, no se paraba por ningún motivo, podía escuchar las voces de Konan, Yahiko, Nagato y Sasori, hablando sobre su próximo viaje eterno a quien sabe dónde, se negaba, rotundamente ¡Se negaba! Apesar de no tener fuerzas, no había descansando, había pasado la noche el vela pesando en su último encuentro con el Uchiha, sintiendo su corazón doler y oprimir sus esfuerzos, pasando una de sus manos por su largo y delgado cuello, recordando los momentos y las veces que el pelinegro lo había besado y marcado, cuando ambos labios entraban en contacto y jugaban con sus lenguas, su cálida voz resonar en su oído, sintiendo escalofríos por el caliente aliento contrario.

-No me iré de aquí, debo volver contigo-.

Sus pies tocaron el frió piso de madera, encogiendo sus dedos ante la inercia, camino a paso lento hacia un armario, buscando lo necesario para partir, su cuerpo aún débil ante la fiebre anterior temblaba levemente, apresuró más todo, equipando sus bolsillos de armas, atando su cabello como siempre, vistiendo adecuadamente, coloco sus sandalias y abrió la ventana que había en la habitación, cabía perfectamente. Dirigió su mirada una última vez a todo y sin más, salto aterrizando de manera inmediata y corriendo velozmente, su frente se llenaba de pequeñas gotas de sudor, su respiración se aceleraba y sus piernas flaqueaban, pues al no estar del todo recuperado sentía debilidad en sus músculos.

En la habitación ahora solitaria, el silencio reino, causando que los presentes en la casa se dirigieran a ella.

-¿Dei, estás despierto? Sasori está aquí y quiere saludarte-. Hablo Konan por detrás de la puerta.

-Talvez aún duerma, será mejor que espere-. Sugirió el pelirrojo.

-Y también, debe estar triste, no ha visto a Óbito y creo que el sabe lo que planeamos-.

-Hare todo lo que esté en mis manos para que lo pueda olvidar-.

Ambos asintieron y se dirigieron nuevamente al comedor, tomaron asiento en los cojines casuales y bebieron un poco, planeaban su ruta e incluso el lugar adecuado para que Óbito no pudiese encontrar al rubio, el ruido de la puerta los distrajo, fue Yahiko quien abrió.

-Buenos días, ¿se encontrará Deidara?-. Preguntó un hombre de aspecto peculiar.

-Buenos días Kisame, el se encuentra en cama, está un poco enfermo, ¿para que necesitabas de su presencia?-.

-Para la misión que se le ordenó, debía estar hace quince minutos en la entrada de la aldea-.

-No sabía de esto, gracias por decirme, yo mismo me haré responsable por su ausencia-.

Ambos compartieron un último adiós y Yahiko entro con un aspecto de confusión.

-¿Deidara está en su habitación verdad?-.

Todos lo miraron extrañados, sabían que algo andaba mal y claro que podía ser peor.

Deidara apresuraba su andar, faltaba poco para llegar a la entrada de la aldea, pudo ver a lo lejos un grupo de personas rodear un pequeño carruaje, al llegar todos le miraron, esperando por la siguiente orden. Quién se encontraba dentro, echo un leve vistazo, sonriendo ante su logro.

-¡Deidara que bueno que has venido! Será tu primera misión y vaya que es importante-. Hidan quien también asistía a la misión, abrazo al rubio.

-Perdona la... Espera-.  Respondió, intentando nivelar su respiración.

-No tienes que preocuparte, la esposa de Óbito pido que te esperamos, descansa-.

Deidara asintió, despejó su mente y se preparó para partir, un hombre dio la orden de que todos avanzarán, comenzando a rodear el carruaje y estando alerta ante cualquier contratiempo, se adentraron al penumbroso bosque que ocultaba a Akatsuki, el silencio era sepulcral, el viento soplaba ligeramente, el ambiente era extraño, como si estuviera más calmado de normal, nadie prestaba atención, a excepción del rubio quién se mantenía nervioso al saber que había abandonado su casa y que más de una mirada se posaba en el, pero no lograba encontrar a los dueños.

-Hidan, alguien está por aquí-. Con sus ojos miro hacia los árboles más grandes.

-Deben ser más compañeros, el líder exagero con la seguridad de la señorita Rin-.

-No son compañeros, se mueven con exagerada cautela, debes avisar-.

-Yo no veo nada-.

El rubio concentró todos sus sentidos, sintiendo la energía de aquellos hombres ocultos, empuñó sigilosamente un kunai, preparándose para cualquier movimiento amenazante, el carruaje se detuvo, llamando la atención de todos.

-¿Qué sucede?-. Preguntaban algunos.

-¡El chófer está muerto!-.

-No es posible, no he escuchado nada y tampoco he logrado ver que lo atacó, son rápidos tenemos que...-. las palabras de Deidara fueron cortadas.

Un grupo de hombres salieron de los árboles más robustos y comenzaron a atacar, todos hacían lo que podían por proteger el carruaje, Deidara luchaba con agilidad, recordando lo que sus mentores le enseñaron, un hombre intento atacarlo por la espalda, pero no sé lo permitió, encarando a su enemigo se dio cuenta de algo.

-¿Un sharingan?-.

-¡Deidara, estos hombres son los que han robado los ojos! Yo me encargo de ellos, tu protege a Rin-.

Asintió, esquivando una vez más a su enemigo, se acercó rápidamente al carruaje, subió a el y entro para verificar que todo estuviera en orden.

-¿Se encuentra bien?-.

-Como nunca-. No comprendió porque ante aquella situación, ella sonreía, no fue hasta que pudo sentir como alguien lo amordazadaba y ataba.

-No intentes zafarte, de lo contrario te mataré aquí mismo -.

-Kakashi mátalo de una vez-.

-No lo haré ahora, lo necesito-.

-¿Para que?-. Preguntó furiosa

-Kabuto está experimentando con humanos, necesito a uno vivo. Por cierto, vaya escena has montado para ocultar al padre de ese niño, Kabuto y tú, son tan para cual de asquerosos-.Yo

-Sí quieres que te entregué los ojos, deja de hablar estupideces, llévate a este de aquí, no lo quiero vivo, no quiero que vuelvas a mencionar nada de mí y mi hijo, no quiero volver a verte jamás-.

–“¿Qué ocurre aquí? Rin está traicionando Akatsuki, Konan me ha hablado tanto de la traición hacia la aldea, pero sobre todo ¡Ese hijo no es de Óbito! Debo decírselo, debo huir, puedo volver con Óbito, en nuestra casa del bosque, con caballo, tal como lo hemos estado anhelando. Todo ha sido una cruel mentira, no puedo morir aquí, ¡No déjare que me lleven!–.






































Remin

La leyenda del gato amarillo (ObiDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora