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Entrenamiento

Los dos pelirrojos llegaron, sonrientes y despreocupados, Deidara por su parte estaba encantado de tener a algunos de sus amigos con el

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Los dos pelirrojos llegaron, sonrientes y despreocupados, Deidara por su parte estaba encantado de tener a algunos de sus amigos con el. Óbito apretaba los puños de irá, respiro y mantuvo su postura rígida y elegante, después de todo el rubio no era nada de él, era un simple amigo más y dentro de si, sonreía satisfecho pues Deidara no tocaba el cabello de ambos, solo conversaban, su cometido funcionó, el seguía siendo el centro de atención de Deidara.

-¿Qué los trae por acá?-. Preguntó, interrumpiendo su plática.

-Ambos necesitábamos ver el progreso de Dei, supongo que ya has aprendido mucho-. Hablo Nagato.

-Obito, me mostró como usar esto-. Respondió alzando la pequeña arma.

-¿Es todo?-. Preguntó confundido Sasori.

-No pienso mostrale a Deidara más cosas, el no es apto y es peligroso-.

-Decir eso es cruel, Deidara no es ningún inútil y si el está dispuesto aprender, no debes reprimirlo, si no quieres hacerlo está bien, yo lo haré-.

-Muy conveniente para ti, ¿no, Nagato? Si tienes otras intenciones con el, lo mejor será que te apartes-.

-Claro que las tengo, no solo quiero ayudarlo, solo míralo, es realmente hermoso y me agrada, me gusta y si yo quiero, lucharé por el-.

-Veamos quien conseguirá primero el corazón de Dei, aún que creo que solo tengo que competir con Nagato, ya que usted es un hombre casado-. Sasori se unió a la discusión y Óbito cayó en cuenta de sus palabras.

-Nadie hará nada, Deidara se irá en cuanto pueda averiguar sobre su hogar-.

-No es decisión tuya y si el no quiere irse, no lo hará. Puede quedarse conmigo-.

-No lo creo, tengo casa propia y estará más cómodo a mi lado-. Reclamo Sasori.

Óbito no podía hacer nada, ellos tenían razón. Deidara era libre de decidir en dónde vivir y el, claramente era un hombre casado, estaba faltando al respeto con tener ciertas emociones al contemplar al rubio, no podía tener una vida a su lado, porque él no siente nada por el, o eso es lo que el pesaba, pues ambos pelirrojos sabían perfectamente que Óbito escondía sentimientos por el rubio.

-No voy a discutir con ustedes por algo tan insignificante-.

-Deidara no es algo insignificante y si para ti lo es, entonces no estorbes-. Nagato enfurecido termino con la discusión y camino hacia donde Deidara se encontraba.

Por su parte, Deidara practicaba tirar hacia los tableros con el kunai que Óbito le dio, era difícil, pero Nagato llegó a su lado, le mostró la postura en como debía tirar, Óbito moría de ganas por matarlo, tocaba las caderas de Deidara con sus sucias manos, sus rostros estaban tan cerca, ambos sonreían y sus cuerpos estaban pegados, intento mentalizarse que el no sentía nada, tan solo lo conocía de días y el, estaba tristemente casado, su mente aún recordaba a cierto peligris, con quién paso años de falsa felicidad, su mente le jugaba mal de nuevo, recordando aquellos momentos donde reía y sonreía a su lado, cuando sus labios se posaban en su piel, estando entre sus piernas desnudas, entregándose a escondidas y después terminar en un suspiro, un orgasmo y un falso "te amo".

–“¿Realmente te sigo amando? No lo se, pero estoy harto de pensarte, de recordar cuando juntos entrenamos y siempre ganabas en tirar en los tableros, te entregué mi corazón y lo devolviste roto, herido y aún me duele. Me duele no poder ser feliz contigo, con Rin y... Con Deidara es tan imposible”–.

-¿Óbito?-. Regreso a la normalidad, topándose con dos hermosos ojos.

-Y-Yo lo siento, ¿pasa algo?-.

-¿Estás triste? Tu cara no se ve feliz-. Deidara posó una mano en la mejilla del contrario y la acarició lentamente.

-No te preocupes, estoy bien. Te ayudaré y después te llevaré a casa-.

-¿¡Me llevaras contigo!?-.

Óbito lo pensó, quería llevárselo con el, alejarlo de esos dos pelirrojos, estar con el y volver a verlo despertar, pero el sabía que entre más alejados, sería mejor para el y Deidara, seguiría aprendiendo cosas nuevas con Konan.

-No-.

-¿Por qué no? Yo, quiero irme contigo-.

-Es mejor que estés con Konan, ella aún debe enseñarte muchas cosas-.

-¿Pero te veré otra vez?-.

-Te visitaré diario y te trataré aquí a entrenar, ¿qué te parece?-.

-¡Esta bien!-.

Deidara dio un pequeño abrazo y se dirigió a los tableros de tiro, los pelirrojos observaron todo con celos, como era posible que alguien tan frívolo y serio, se haya ganado el cariño del rubio, Deidara no se comportaba así con nadie que no fuese Óbito, les costaría llamar su atención pues este, estaba encantado con el pelinegro.

-Deidara ven aquí, es momento de que aprendas combate cuerpo a cuerpo-.

-Konan dijo que me enseñaría, pero ella está ocupada-.

-No te preocupes, comencemos con algo básico-.

Óbito explicó los movimientos que tenía que realizar, tomando sus manos para mostrarle cómo atacar, rostro, estómago y costillas, le mostró como sus piernas debían estar separadas y mantener una pose estable de combate, seguido de eso, le ayudo a usar sus pies para golpear, Deidara trataba de prestar atención, era demasiada y debía ser rápido a la hora de atacar, con todo mentalizado, llegó el momento de ponerlo en práctica.

-Te voy atacar primero, debes estar concentrado, ¿de acuerdo?-.

-S...¡ahhh!-. Óbito tiro de inmediato una patada en la costilla izquierda del rubio, haciéndolo caer al suelo.

-¡Deidara! Óbito, no seas tan duro con el-. Reclamo Nagato.

-¡Cállate! Esta es la mejor manera de...-. Deidara se levanto inmediatamente y un puñetazo se posó en el rostro de Óbito.

-T-Tienes fuerza-. Dijo sobándose el rostro.

Óbito adoptó la postura de combate al igual que Deidara, quién su rostro alegre y tierno, cambio a uno serio y de concentración. Ambos comenzaron a pelear, Óbito trato de tener piedad por el, pues en el fondo le dolía golpearle, pero Deidara iba muy en serio, tiraba golpes y patadas, sus movimientos eran cada vez más rápidos, Óbito se sorprendió tanto, pues su labio derramaba sangre y le comenzaba a doler todos los golpes, sonrió y comenzó atacarlo con más fuerza, se volvió en un verdadero combate.

-Jamás había visto a Deidara tan... Agresivo-.

-Es extraño, el siempre es tan tierno y amable-.

Ambos pelirrojos admiraban la dedicación de Deidara, ambos jóvenes comenzaban a cansarse, respiraban agitados y sus rostros estaban golpeados, sus ropas desarregladas y continuaban luchando con debilidad.

-D-Deidara, es suficiente-.

-A-Aún no-. Respondió agitado.

-Solo mirate, no puedes continuar-.

-T-Tu tampoco puedes-.

Deidara corrió con rapidez y ambos tiraron el último golpe, el rubio dando una fuerte patada en la cara de Óbito y este, dando un puñetazo en el estómago de Deidara, ambos cayeron finalmente en el suelo. El cielo comenzaba a tornarse de colores anaranjados y rojizos, el día estaba por terminar, Deidara sonrió de felicidad, nuevamente había pasado tiempo con Óbito, su corazón estaba encantado con su presencia, su cuerpo dolía y su última imagen antes de cerrar los ojos de cansancio, fueron los bellos ojos de Óbito y este, llamado su nombre.






























































































Remin

La leyenda del gato amarillo (ObiDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora