Parte 17

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Su cuerpo se aparta del tuyo, y lentamente te mueves, sintiendo una punza en parte

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Su cuerpo se aparta del tuyo, y lentamente te mueves, sintiendo una punza en parte. Te miras disimuladamente, pero todo se ve normal, crees.

—¿Qué sucede? —pregunta él, al mismo tiempo que entra en la habitación con una toalla húmeda para entregártela.

Con algo de vergüenza la tomas, limpiando tu zona, sintiendo unas pequeñas punzadas. —Duele... Solo un poco.

Él simplemente endurece la mirada, no parece tener intenciones de disculparse o ayudarte. De hecho, parece ser mucho el que te haya entregado una toalla húmeda. —No te preparé lo suficiente.

Asientes, de forma distraída, volviendo tus ojos a tus piernas. Las marcas rojizas de sus dedos siguen en tu muslo, el mismo que tomó para que rodearas su cuerpo. Acaricias levemente las marcas, llegando a la cara interna del mismo, observando un pequeño rastro de un líquido blancuzco.

La mirada del rubio se detiene en ese pequeño punto, y su tez blanquecina palidece considerablemente.

—Maldición...

Frunces el ceño ante su habitual actitud, esta vez un poco más llena de pánico. —¿Qué sucede?

—No reparé en métodos anticonceptivos.

El pánico y la furia bañan sus facciones, haciendo que te sientas medianamente divertida porqué tú eres consciente de un detalle que él no; Eres irregular.

Tus periodos son irregulares, y en contables ocasiones tuviste atrasos anormales, tanto que rozaban con ser peligrosos.

No eres estéril, pero definitivamente no será fácil quedar embarazada.

—¿Podrías calmarte?

—¿Cómo me pides que me calme? Tu podrías...

La imagen de un pequeño rubio brincando de un lado a otro te ataca, pero rápidamente bloqueas el pensamiento. Es simplemente imposible.

—No puedo tener hijos, no sin un tratamiento adecuado. Mi cuerpo no produce óvulos como una mujer normal, de hecho, mis niveles de estrógenos siempre han sido muy bajos, por lo cual he sufrido de ciclos anormales e irregulares.

Su mirada roza el aburrimiento, pero sabes que es una máscara. Posiblemente por abajo este suspirando de alivio.

—¿Cómo lo sabes?

Ladeas la cabeza. —Ehm... ¿Soy mujer? ¿Lo sufrí? ¿Tuve consultas médicas? —respondes de forma sarcástica, a lo que él rueda sus ojos.— ¿Eso aclara tus dudas?

—Eres molesta aún después de cogerte.

La forma en la que lo dice te hace apretar la mandíbula.

—¿Esto solo fue cogerme?

No quieres sonar emocional, de hecho te hace simplemente querer entender aún más contra quién lideas, pero él no parece dispuesto a entrar en discusión.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora