Parte 52

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La Nadretta hoy ha perdido.

—Yuuta, ¿la tienes?

Yuuta, quién conducía el auto a una velocidad escalofriante, lanzó un pequeño quejido de dolor, conduciendo con una mano y sosteniendo su hombro herido con la otra. El alta voz en el dispositivo de comunicación te hizo apreciar una voz desconocida y mayor que buscaba respuestas, respuestas sobre ti.

—Sí señor, la tengo —soltó entre muecas.

—Perfecto, escucho tu voz afectada, ¿sucedió algo?

—Me hirieron en el hombro, pero la princesa está bien —su tono cuándo dijo "princesa", cerca de parecer burlon, parecía más una afirmación de un título como tal. El hecho de que te llamarán o conocieran por eso, al igual que lo hacían con tu madre, te hizo sentir un vacío profundo, extraño.

—Es bueno saberlo. Las niñas también están a salvo, vienen por la ruta norte, hay algo de presa, pero ellas pudieron salir antes, no tardarán en abordar el avión.

Las noticias con respecto a las niñas te hicieron olvidar el sentimiento amargo por un instante.

—¿Los soldados en el hotel han informado algo?

El silencio en la línea fue más largo de lo que se esperaba. —No por lo pronto, enviarán sus reportes una vez que las princesas estén en el avión. No se tarden, los estaré esperando.

Yuuta no tardó en cortar la llamada una vez que se le notificó que lo hiciera. Sentiste curiosidad por averiguar quién era el qué hablaba, así que supusiste que no estaría mal hacerlo debido a tu papel en la organización. —¿Él era el líder?

Yuuta asintió, sin despegar sus ojos del camino. —Sí, ese era el líder, el padre de tu madre.

—Entiendo —soltaste, con un extraño sentimiento. Hasta hace poco tiempo atrás en tu vida sólo existía tu padre y Lilly, junto con sútil recuerdo de tu madre. No había más familia que esa, no existía nada que pudiera percibirse como una familia.

—Ha sido duro, he de imaginar —susurró Yuuta, manteniendo a raya el dolor físico en su cuerpo.

—Sí... —había sido horrible, pero no lo aceptarías, no querías parecer una quejica. Mucho menos con alguien que estaba sufriendo el doble a tu lado.

La vista de la costa poco a poco comenzó a desaparecer, y ahora eran bosques bajos, no tan tupidos, pero sin rastro alguno de mar. Los caminos parecían elevarse cada vez un poco más y más, sin rastro alguno de una nueva u próxima amenaza.

Nos hombres de la Nadretta te habían perdido, todo parecía haber resultado bien, o eso pareció una vez que visualizaste a Lilly y a Aria siendo llevadas por otros hombres al interior de un avión privado en medio de la nada. No esperaste a por ninguna señal, no esperaste ordenes, simplemente saliste del auto y corriste hacía ellas, arrastrando las faldas largas y manchadas de tu vestido blanco, arrebatando a tu hermana menor de los brazos del desconocido, abrazándola fuertemente contra tu pecho.

Lilly comenzó a llorar, posiblemente conmocionada por todo el ajetreo de una huída.

—Aquí estoy, tu hermana esta acá, Lilly.

Aria se aferró a tus faldas con insistencia, a los pies de las escaleras que llevaban al interior de la nave. Los hombres fuera y dentro del avión las miraron en silencio, entre curiosos y comprensivos. Una mano se posó sobre tu hombro, y el rostro adolorido de Yuuta te indicó con una mueca que entrarás al avión.

Con cierto temor, pero sin muchas opciones, decidiste entrar, arrastrando a las dos niñas contigo. El interior del avión era reducido, pero bastante cómodo y limpio. Te sentaste en un extenso sillón blanco con Lilly sobre tus piernas, oculta en el hueco de tu cuello, y con Aria cubierta bajo tu brazo, buscando refugio en ti.

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora