Parte 31

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El sol brillaba entre los arboles, apenas saliendo por el punto cardenal del este

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El sol brillaba entre los arboles, apenas saliendo por el punto cardenal del este. 

Tu mente iba de un lado a otro, analizando las palabras y los posibles escenarios que ya se habían dado. Quizás haber husmeado la noche anterior había sido una muy mala idea, pero de alguna forma, también habías escuchado un par de palabras interesantes. 

¿Quién se casaría con Satoru? ¿A quienes buscaban los Yakuzas exactamente, y por que? Y mas importante aun... ¿Acaso todo ello giraba entorno a ti y a tu pequeña hermana?

El toque en la puerta te obligo a desviar tus pensamientos, moviendo tus ojos hasta la reciente silueta frente a ti. Era una sirvienta, sonriendo de forma amable e indicándote que te ayudaría a tomar un baño antes de asistir a la planta baja, en donde servirían el desayuno pronto, en solo un par de minutos. 

Te levantaste de la cama con su ayuda, y cuidadosamente te dirigió a un elegante baño, conectado directamente con tu habitación. Era de un tamaño mediano, a decir verdad, pero para ti era demasiado grande, considerando la forma en la que habías vivido durante varios años. 

La chica se ofreció amablemente a ayudarte con tus ropas, y aunque te negaste, su insistencia fue demasiada. 

Después de todo no te vendría mal ayuda debido a la condición de tu pierna. 

Primero fueron tus piernas las que quedaron al aire, luego tu vientre y brazos, y por ultimo tus partes mas privadas. Tu mirada se congelo en el reflejo frente a ti. El espejo de cuerpo completo en la pared frente a la ducha no mentía. Las marcas se extendía desde tu cuello hasta tu pecho, tu vientre, e inclusive, a la cara interna de tus muslos. 

Pudiste haber dicho que eran golpes por la huida, pero no tenia sentido mentir tan descaradamente. Nadie creería que aquellas marcas rojizas y violáceas serian golpes.

Los ojos de la sirvienta también lo notaron, y pudiste ver en sus facciones  el miedo y la sorpresa. No era idiota, también lo entendía. 

—Señorita, esas marcas son... 

Le miraste amenazadoramente, entrando en un pánico sin igual. No entendías para que te querían, pero una parte de ti estaba segura de que si descubrían aquellas marcas, o mas importante aun, que Nanami las había hecho, podrían repercutir grandes problemas. 

—Si dices una sola palabra... Juro que te asesino —soltaste entre dientes, mirándole con los ojos intimidantes, muy abiertos y totalmente asustados. Aquello no era típico de ti, jamás habrías dicho algo como aquello a una persona inocente, pero no podía esperarse mucho de todo lo que habías tenido que pasar, y de todo lo que vendría. 

En algún momento el daño seria irreversible en ti, y posiblemente sacaría algunas de las peores cosas en tu persona. 

Además, el pánico del momento te llevo a expresar esas crueles palabras de esa forma. 

Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora