Si lo sintieras, todo esto...
Los árboles son enormes, las aves en sus ramas lucen libres, y de alguna forma quisieras ser uno de esos pequeños animalitos pacíficos, capaz de volar libre en la dirección que quieras, que más desees.
El sol de la mañana se cuela entre las hojas verdosas, y el aire aún se siente frío por la reciente madrugada.
Lilly quedó dormida sobre tu cama, despues de mostrar inocentemente la posible solución a todos los problemas que las rodeaba, sin saber que en realidad dichos problemas no podrían ser solucionados de ninguna forma sencilla.
Que hermosa era su inocencia, su niñez. Desde pequeña había dormido acompañada, principalmente por la falta de recursos económicos que no permitían una tercera habitación en las casas que habitualmente frecuentaban.
Ahora, rodeadas de tanta abundancia, Lilly podía tener una habitación tan grande como los departamentos en los que había vivido alguna vez.
Dormir con ella después de un tiempo se sintió cómo un recuerdo familiar, cómo una sensación profunda de hogar y recuerdos.
-Sube al auto.
La voz de Nanami ni siquiera es suficiente para hacerte girar en su dirección. No sólo es un sentimiento de decepción profundo, sino que sobre piensas todo lo recientemente sucedido, a tal punto que terminas por perderte en tus propios pensamientos.
-Oye, sube al auto -su voz sacude tu cuerpo, haciéndote recobrar al presente.
Esta vez le haces caso, principalmente porque su voz resuena más cerca, tanto que al girarte le encuentras frente a ti, mirándote con el ceño fruncido.
Le ignoras y pasas a su lado, subiendo directamente al auto oscuro a la orilla del camino de salida.
Esperas a Nanami en el auto, y una vez que él entra, se acerca para vendarte los ojos.
-¿Qué haces?
-Debo de vendarte los ojos, no puedes identificar dónde... dónde tenemos a Cassio.
Cassio.
Un sentimiento cruel se instala en tu pecho al escuchar el nombre de tu padre. Para ti es papá, el mismo hombre que te crio y te vio con ojos de amor fraternales, recubiertos de mentiras y falsas piedades. El sentimiento de esperanza y dolor surge nuevamente.
Mientras Nanami afirma el nudo de la venda tras tu cabeza, puedes sentir sus dedos en tu cabello, y su leve respiración sobre tus labios, sintiendo lo cálido de sus suspiros.
Te apartas de golpe una vez que termina, desviando la cara en dirección contraria a la suya.
Es complicado, así que no esta bien ceder.
El camino se vuelve largo, principalmente porqué los pensamientos te atacan, y porqué la venda que cubre tus ojos no ayuda, poniéndote aún más nerviosa.
El silencio pica a tu alrededor, y incapaz de contenerlo una pregunta involuntaria surge de tus labios;
-¿Por qué le dijiste eso a Satoru?
Silencio. El sonido del auto en marcha es lo único que te contesta, hasta un par de minutos más tarde.
-¿De que hablas?
Sería más fácil ser directa, pero es imposible teniendo en cuenta cómo actúa Nanami. No puedes ser sincera con alguien que no quiere ser lo contigo.
-Le dijiste que la suyo iba a ti siempre -el aire se torna tenso, seco-. Yo no te pertenezco, ni a ti, ni a nadie.
Tal vez era mentira, tal vez te quivocabas diciendo aquello.
Nanami suspira de forma tajante, y sus palabras no suenan para nada sinceras. -Lo siento.
-No, no lo sientes -sueltas en un tono brusco, cruzando tus brazos sobre tu pecho-. Si lo sintieras, todo esto... -tu susurro poco a poco se silencia. Nanami hace un sutil sonido de molestia con su lengua, y el silencio se esparce entre los dos nuevamente.
Los minutos pasan, y el sonido insistente del auto en marcha por fin se detiene. La puerta del piloto se abre, y a pesar de ello no quitas la venda sobre tus ojos. Un par de segundos después la puerta del copiloto también se abre, y las manos bruscas de Nanami te toman de los ante brazos, con dureza.
Te empuja sutilmente, impulsándote a moverte. Tus pasos son lentos, guiados por él. La calidez de su cuerpo persigue tu costado, y toma todo de tu autocontrol por no lanzarte sobre él.
El sonido de más autos alrededor, como una carretera cercana, y de gritos a lo lejos acompañados de música a alto volumen, te hace sentir un vacío en el pecho.
-Vamos a bajar por unas gradas -el aviso de Nanami te pone alerta-, voy a...
-Ni se te ocurra -gruñes tan pronto sientes sus manos tomar tu cintura, en una clara señal de que te alzará en brazos.
Palpas a tu alrededor, y sientes la solides de una pared a tu lado, así que te sujetas de la misma para comenzar a bajar por ti misma, caminando lentamente.
No quieres que se te acerque, no más de lo necesario. No escuchas más de Nanami, así que te detienes, un poco preocupada.
-¿Nanami?
-Estoy aquí -el sonido cercano de su voz te hace tragar grueso, acompañado de sus pasos rápidos. Él puede ir rápido, sabe por dónde va.
-¿Puedo quitarme esta estúpida venda?
Un asomo de exhalacion divertida se extiende por el ambiente. -Lo siento, aún no.
Gruñes de impaciencia, siguiendo con lo tuyo; Bajar con lentitud.
Das un paso más, pero las gradas parecen haber terminad. Sigues palpando la pared, pero ya no hay más, sino que una nueva pared se ha atravesado en tu camino. Es frustrante no ver por dónde vas.
-Se termino el camino por ahí, ven de nuevo.
Nuevamente, la presencia de Nanami sobre ti te toma. Su mano sujeta tu brazo, y te guía un poco más rapido. La estancia se torna fria, y de pronto, la venda desaparece de tus ojos, dejandote frente a un enorme pasillo que parece no tener fin.
Dos hombres extraños se encuentran en la estancia, vigilando entradas, celdas que se extienden por otros pasillos fúnebres.
Los ojos de ambos te miran, y no lucen amigables.
Nanami ni siquiera se molesta en mirarlos, pero ambos varones al verlo inclinan la mirada en un gesto de saludo.
Puertas metálicas se extienden frente a ti, una cada tres metros. La estancia huele a humedad, y es totalmente oscura y terrorifica.
Tu corazón comienza a latir desenfrenado, y la idea de ver a tu padre de nuevo te hace sentir nerviosa.
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Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©
FanfictionLa pequeñas mentiras piadosas se escapan de tus labios mientras me abrazas. Me hice la tonta desde el inicio, pero siempre supe que en algún momento simplemente me dejarías. De todas formas, nunca dije nada, porque temía perderte antes de tiempo. F...