Parte 41

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Sólo contigo.

Tus ojos se abren y ya no hay rastro alguno de la venda.

El auto esta estacionado, y Nanami se encuentra en el frente, sentado en la parte delantera, mirando hacía los paisajes que brinda el lugar; Una enorme pradera llena de flores, cubierta por el sol de la tarde.

¿Tanto tiempo ha pasado?

Te frotas los ojos aún adormilados, y sales del auto, dando pasos pequeños y tranquilos. Tu mente aún esta procesando el haber visto a tu padre despues de todo este tiempo, y a pesar de que la sensacion horrible no se disipa, hay algo diferente en ti; Resignacion.

El nudo no se desase, ni siquiera con el tiempo que duro tu siesta, sino que se incrementa aun mas cuando los ojos oscuros del hombre a tu lado te enfocan tan directamente. No dice nada, nadie lo hace, solo se mantienen ahi, de pie junto al camino de piedra que parece desierto, desolado.

-Di algo, lo que sea.

Una pequeña sonrisa sin humor alguno se escapa de tus labios. -¿Por qué? ¿Solucionara algo las cosas que han sucedido?

El rubio te mira con el ceño fruncido en molestia, pero rápidamente su gesto cambia a uno más suave, más compasivo y lastimero. -No... No solucionará nada.

Una risa sin humor brota de tu garganta, mentras tu mente vuelve a ese recuerdo de tu padre en esa oscura celda -¿Sabes? Hace un tiempo jamás habría creído que tendría que vivir algo así. Teníamos una vida difícil, de todas formas, no imagine que se podría poner peor -la voz se te corta, incapaz de continuar rápidamente-. Mi prioridad es con mi familia, y si la única forma de solucionar esto es casándome con Satoru, entonces yo... Lo haré con disposición absoluta, porque...

La mirada en Nanami se ensombrece, y sus labios se aprietan con fuerza. No dice nada, al menos no de inmediato. Sus manos se vuelven en puños sobre el capo del auto, y su rostro vuelve a suavzarse. Despues de todo es un Enforcer, sabe resguardar sus emociones mejor que nadie, aunque contigo de vez en cuando logre romper esa frivola mascara. -Lo sé.

Asientes lentamente, procesando tu destino sin mucho animo, y entonces intentas volver al auto, pero la mano de Nanami sujeta tu muñeca. No es como que tenga mucho para decirte, o como si fuera facil para él hacerlo, pero de alguna forma, el saber que te perdera hace que por primera vez en toda su vida, desee ser un poco egoista con todo por lo que ha trabajado.

-No seré como tu padre con tu madre para pedirte que huyas conmigo, tampoco te diré que te amo porque lo cierto es que no nos ayudaría a ninguno de los dos en esta situacion, pero T/N... -sus dedos se aferran a tu delgada muñeca, y sus ojos son dos obsidianas oscuras bañadas en determinacion- Quedate conmigo el tiempo que te quede, el tiempo que puedas darme en lo que das el paso final para cometer la union que, por tanto tiempo, la Nadretta a querido.

No dices nada de inmediato. Tus labios tiemblan, y aunque quisieras ser fuerte y decirle que no, algo muy dentro de ti necesita a Nanami en el proceso al que te enfrentaras. El hombre frente a ti te rapto, ha sido un maldito contigo mientras te tenia presa, tuvo que torturar a tu padre por ordenes superiores, y aun así... Es el unico que te ha hecho sentir solo un poco mejor alrededor de tanta mierda, sin contar a Lilly y a Aria, por supuesto.

-Nanami...

Su mano te arrastra hasta ponerte frente a él, y sus manos corren a tu cintura, sosteniendote. Sientes entre verguenza y temor, pensando en lo que podría suceder si Satoru o el anciano te vieran de dicha forma.

-Por favor, sé que esto no deberia de ser así, pero... Lo necesito. No te pediré más de lo que me puedas dar, pero quedate conmigo. No tiene que ser para siempre, pero por favor, hazlo ahora.

Su rostro masculino, brillando con el sol de la tarde, y la brisa fresca con retazos sutiles de su perfumen, te hacen llorar en temor y dolor. Nanami te abraza sin esperar una respuesta de tu parte, y aunque ni siquiera sabes lo que estas sintiendo en ese justo instante, o en como serán las cosas de ahora en adelante, sientes la necesidad de refugiarte en sus brazos hasta que toda la tormenta alrededor pase.

Pero Nanami y todos ellos son esa tormenta...

Todos son la tormenta que te esta matando.

Te apartas de su pecho para mirarle a los ojos, y su mirada va rapidamente hasta tus labios, dejando muy en claro lo que quiere hacer, lo que necesita hacer.

Nanami se inclina lo suficiente para quedar apenas sobre tus labios, rozandolos lentamente, pero no se presiona lo suficiente para crear un beso, en un tipo de invitacion silenciosa que parece esperar tu consentimiento.

Te aferras a su camisa, y juntas tus labios con los suyos, en una suave caricia bañada de dulzura. Sus dedos se aferran a tus costados, y la calidad de su cuerpo te hace sentir bien, te hace sentir como un oasis en medio del desierto.

El contacto se profundiza, y las manos de Nanami toman tus piernas, llevandolas hasta hacerlas rodear su cintura. Tus brazos se apartan de su camisa para sostenerse de sus hombros, y sus pasos lentos se dirigen al auto, entrando en él y sentandose en el asiento del conductor.

Tu espalda se presiona contra el volante, y la boca de Nanami no espera ningun tipo de invitacion esta vez para invadir tus labios. La dulzura sigue ahí, pero un rastro de algo más parece incrementar, haciendote suspirar entre cada respiro suave entre beso y beso.

El movimiento de tu cuerpo sobre sus piernas te hace sentir algo duro bajo tu trasero, y la ignorancia no es parte de tu sistema cuando Nanami suelta un gruñido suave. Te apartas para verle, y sus ojos se han afilado en aquella expresion gatuna y enceriecida que tanto te asusta, y en ocasiones, te gusta.

Es como una pantera, una muy paciente que espera su mejor momento para atacar.

Tu respiracion acelerada te hace sonrojar con verguenza, porque a pesar de que sus reacciones corporales son mas claras que las tuyas, su respiracion es tranquila, y su mirada negruzca parece confiada y directa.

-¿Por qué me miras así? -le preguntas en un susurro, intentando controlar tu respiracion. El dorso de sus dedos acarician con suavidad tu brazo, y no quisieras ni imaginar como se sentirian en la curva de tu espalda.

Su mirada se vuelve altiva, y filosamente alzada. -¿No puedo hacerlo?

-Me siento un poco cohibida.

-¿Por qué? No estas desnuda -su comentario te hace sonrojarte aun más, y su ceño fruncido te hace pensar que es aun más sexy de lo normal-. Aunque podrías estarlo.

No cabes de la verguenza, y lo unico que quieres es huir, pero la sensacion bajo tu cuerpo te hace querer moverte, lenta y pausadamente. Se siente muy bien estar sobre él, como si tuvieras un poquito del control que te roba cuando dice ese tipo de cosas que solo suelta cuando esta excitado.

Le sonries timidamente, y Nanami aprieta su mandibula ante eso. -¿Tú quieres que lo estes?

Una sonrisa sincera y arrebatadoramente masculina brilla sobre sus facciones, al mismo tiempo que se inclina hacia adelante, casi uniendo ambas bocas de nuevo. -Ahora mismo, durante las noches, durante las mañanas, mientras estabamos en aquella fea casa... En todo instante. Siempre quise y quiero te estes desnuda. Conmigo.

No puedes evitar mirarle a los ojos, y con el corazon acelerado decides besarlo tú primero otra vez, no sin antes soltar; -Y yo quiero estar desnuda, solo contigo.


Bajo tu Piel | Nanami Kento | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora