Capítulo 19

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(Pov Lexa)

Tenía un nudo en la boca del estómago, su corazón tenía como misión salir de su cuerpo y un revuelo de pensamientos acompañaban su vuelta hacia el interior de las naves, concretamente hacia a cantina, para reunirse con Lincoln. El músculo que palpitaba en su pecho lo hacía con alegría por el beso que habían compartido antes la rubia y ella. Clarke le había demostrado que sí que sentía algo por ella, pero le inquietaba mucho el por qué se empeñaba en reprimir esos sentimientos. Es una realidad que no sabía mucho de ella, porque los acontecimientos no han dado cabida para ello, desde aquel encontronazo en la fiesta de pijamas todo han sido altibajos, si es que puede llamarse así que te secuestren, torturen y extorsionen entre otras cosas. Pero desde ese día en el baño de su piso, notó la tensión, la atracción por la rubia y que, claramente, era recíproco. Y aunque esta se empeñara en negarlo, desde la primera conversación que tuvieron en aquel ascensor, notó como Clarke flirteaba con ella. El roce en los entrenamientos provocó que se acercaran más, y ver a su compañera afectada con los sucesos en la misión para recuperar la información filtrada hizo que se diera cuenta que no podía ver a esa pequeña rubia sufrir, sentía el inevitable instinto de protegerla y tenía claro que iba a seguir haciéndolo. Tenía el presentimiento de que esta bomba de relojería podía explotar en cualquier momento.

Sin darse cuenta, por ir inmersa en sus pensamientos, sus pies la habían llevado hacía la cantina y se encontraba en la puerta, intentando divisar a Lincoln cuando un sonriente Finnick se acercaba a ella.

- ¿A quién buscas guapa? – Dijo cruzándose de brazos y dejando su peso caer sobre la pared, justo a su lado.

-Al de siempre Finnick, ¿Dónde está? Me dijo que estaría aquí para cenar juntos – Encaró al chico rubio. Debía reconocer que no le caía del todo mal, era muy amigo de Lincoln, pero le molestaba que siempre intentara ligar con ella.

-Pues me alegra informarle, señorita Woods, que mi amigo Lincoln ha sido secuestrado en contra de su voluntad por Pike, para organizar un cambio de los sectores que rastreáis y me ha dejado a mí – dijo señalándose a sí mismo con su mejor sonrisa - encargado de que no lo eches de menos. Soy tu cita de esta noche – Susurró acercándose a su oído, lo que erizó el bello de Lexa y la hizo retroceder unos pasos para evitar ese contacto de nuevo.

- ¿Cambios en los sectores? Pero si ya conocemos el terreno, ¿Por qué quieren cambiarnos de localización? – Lexa frunció el ceño, no le cuadraba nada todo eso.

-No soy conocedor de esa información – El chico se encogió de hombros. – Bueno señorita, ¿me acompaña a nuestra mesa? – Preguntó ofreciendo su brazo para que ella se agarrara. A Lexa le daba mala espina toda esta situación, desde que vio el gesto torcido de su compañero cuando se fijó en Clarke, que se fuera sin insistir en acompañarla al pabellón de rehenes y que ahora este Finnick intentando entretenerla. Es extremadamente raro que Pike decida cambiarles los sectores a estas alturas, ya conocen el terreno, escondites y senderos por los que más caminan los campistas y turistas de la zona, no tendría sentido cambiarles de lugar y que tuvieran que explorarlo de nuevo. Y eso precisamente es lo que más le hace sospechar que está ocultándole algo y tendrá que averiguarlo de alguna forma, pero de eso se encargaría después, ahora cenaría con Finnick para no levantar sospechas. Sin dudar un segundo más, forzó una discreta sonrisa y aceptó la invitación del chico agarrando su brazo.

La cena se le hizo bastante amena, quitando los comentarios fuera de lugar del ojiverde, el chico era bastante gracioso. Aunque hubo momentos en los que desconectaba de la realidad y se sumergía de lleno en sus pensamientos. Tenía que averiguar donde estaba Lincoln, y para eso su única opción era comprobar si lo que le había dicho Finnick era verdad. Recogieron las bandejas de comida y se despidió del chico, que insistió en que se quedara un rato más charlando con él en el merendero, cosa que también le pareció raro, porque flirteaba mucho con ella, pero nunca le había insistido tanto para que compartieran rato juntos, de hecho, casi nunca lo hacían; los rastreadores se relacionaban muy poco entre ellos. Puso rumbo a las oficinas de Pike en el pabellón de rehenes, aunque sus pies le pidieran machar en sentido contrario, el simple hecho de cruzarse al traidor de Becko Technologies le producía arcadas. Esperaba encontrarlo allí, aunque era bastante tarde, pero según Finnick, estaba reunido con Lincoln, asique no dudó un segundo, subió las escaleras metálicas que daban acceso a las oficinas y tocó dos veces. Nadie abrió la puerta, volvió a tocar... sin respuesta, estaba empezando a ponerse nerviosa.

Pompeya: CAPITULO 2 La chispaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora