(Pov Alex Franko)
¿Hay algo que odiara más que los atascos mañaneros camino al trabajo? Probablemente sí, cuando no estaba en mitad de uno de ellos, y por desgracia, en estos días se habían hecho parte de su rutina diaria.
Miró la hora en el móvil mientras la cola de vehículos avanzaba lentamente. ¡Genial! iba a llegar tarde al gimnasio y su jefe ya le había llamado la atención en otras ocasiones. El hombre tenía toda la razón del mundo, pero ella tampoco tenía culpa de que toda la ciudad cogiera la misma carretera que ella, a la misma hora, y, sinceramente, tampoco le apetecía madrugar en exceso para luego tener que pararse en la puerta del gimnasio a que John, su jefe, abriera.
Como esperó, había llegado veinte minutos tarde. Aparcó rápido y mal en el primer sitio libre que encontró en la abarrotada calle de su lugar de trabajo, la cual era bastante pequeña y casi nunca había aparcamiento. Cogió su bolsa de deporte y salió disparada hacia el gimnasio, y al entrar, John la esperaba detrás del mostrador con cara de pocos amigos.
-Buenos días jefe. Perdón por llegar tarde, había atasco de nuevo y no he podido llegar más rápido. Lo siento, lo siento...- Dijo atropelladamente, antes de que John pudiera decir nada al respecto.
-Ya hablaremos más tarde, hoy doy la clase de kick boxing yo... Tienes visita. Ah, y te descuento el retraso de tu sueldo- Dijo saliendo de su campo de visión. ¿Visita? ¿Podría ser Peter? No, probablemente este ya en el taller ¿Víctor? Podría ser Víctor si no hubiera salido de casa después que ella, imposible que haya llegado al gimnasio antes. Sin pensárselo más, sus pies la llevaron hacia la cafería y de repente una explosión de recuerdos, sentimientos y emociones entre las que predominaba la ira, la tristeza y el dolor inundó su cuerpo.
- ¿Indra? – Preguntó aún incrédula, realmente no daba crédito a la imagen que sus ojos le estaban regalando, un regalo nada deseado, pero, contradictoriamente, le resultó agradable comprobar que aquella mujer que alguna vez fue su entrenadora, la que le enseñó todo lo que sabía hoy en día, seguía bien, y en buena forma.
-Hola Alex, me alegro de verte – Una tímida sonrisa asomó por la comisura de los labios de la mujer. – Te sientan bien los años, eres como el buen vino- Observó estática a la mujer, no le salían las palabras, ¿qué podría decirle? ¿Hola Indra, yo no me alegro de verte? No, ella no era así, y muy a su pesar le tenía cariño a esa mujer. ¿Hola Indra, qué tal todo, cómo está mi madre? ¡Por dios, no! Demasiado rencor como para tratarla normal, no le salía de dentro. ¿Pero y si Indra está aquí porque le ha pasado algo a su madre? Esa posibilidad hizo que le diera un vuelco el corazón. Terror, auténtico terror le provocaba que a su madre le hubiera pasado algo malo. Por mucho rencor que le tuviera guardado... era su madre.
-Hola Indra – Fue lo único que su garganta le permitió pronunciar.
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Pompeya: CAPITULO 2 La chispa
ActionBecko Technologies no está en su mejor momento, y Becca Franko está intentando mantener la empresa a flote a pesar de todo lo ocurrido. Un inesperado suceso lleva a Clarke y a las demás hacia tierras británicas y una impensada y sorprendente incorpo...