II. NO ES UN SUEÑO

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Las coloridas y flotantes almohadillas se hundieron rápidamente cuando la varilla de metal se introdujo en la leche creando un remolino rápido que las llevó hacia el fondo y luego afloraron, pudiendo respirar una vez más... Hasta que terminaron en su boca.

"...Sigue perdido desde hace ya 6 horas en el Océano Pacífico, estimándose la caída del mismo minutos después de su desaparición del radar de la fuerza coreana, que sigue investigando hasta el momento. El avión albergaba a 45 personas, entre pasajeros y tripulantes. A continuación se dará a conocer a las personas desaparecidas en este trágico..."

Im Nayeon. 25 años y comiendo cereal de colores con leche de fresa.

Cucharada tras cucharada, tenía la concentración divida entre su desayuno multicolor y el televisor. Aunque algo le decía que el cereal empezaba a captar toda su atención.

"Jack Thompson, 29 años. Nicolás Keops, 20 años..."

Fresa y banana un festín para comenzar el día con la barriga llena y una sonrisa satisfecha. Oh, cómo le encantaban las almohadillas de fresa y la azúcar espolvoreada...

"Juny Seoyn, 30 años. Im Sooyeon, 6 años."

¿Por qué no se le había ocurrido antes echar un poco de miel sobre la mezcla? Eso sabía demasiado bien. El desayuno se había convertido en un festín y casi sentía que su cuerpo empezaba a bailar a ritmo de su corazón.

"Lee Sunmi, 27..."

Realmente una deliciosa bola alimenticia dando vueltas entre las paredes de su boca.

"Kim Jennie, 24 años."

Y el festín terminó siendo expulsado abruptamente entre sus labios, volando hasta el suelo.

La leche salió por su nariz.

Sus ojos se quedaron inmóviles viendo la fotografía de su mejor amiga en la pantalla.

Y parecieron horas, pero la verdad es que sólo habían pasado 4 segundos.

Se acercó lentamente al teléfono y presionó 3 como marcado rápido.

Pero nadie nunca contesto.

Y el cereal de fresa con leche, nunca supo peor.

~🌹~


Una vez más la luz se colocó entre sus párpados, lo que la obligó a abrirlos lentamente. Aunque todo se veía como con aplicación de filtro de desenfoque.

Empezó a buscar lentamente la vegetación hasta que sus ojos se acostumbraron a la cantidad de luz. El dolor de cabeza no le impidió reconocer el techo de su habitación.

Tampoco la sábana suave con olor a todo lo que ella conocía, rozándole la piel.

─ Nunca más tomaré pastillas de noche.

Convencida de que no volvería a tener una pesadilla tan larga, extraña y vívida como esa, Jennie procedió a bajar sus pies de la cama.

Tenía consigo la sensación de arena rozando sus pies.

─ Hola, amo.

Sólo una converse la esperaba al pie de la cama. Sus jeans estaban secos, pero tenían rastros blancos de arena y sal. Y lo peor aún no terminaba. Estaba en casa, definitivamente ...

─ ¿Te sigue doliendo la cabeza?

Y ella, la ilusión rosa y bulliciosa, la había seguido.

Jennie se paró y caminó descalza hasta el baño.

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