I. DIME TU DESEO

857 72 37
                                    

Como si las olas estuviesen bañadas en magia, el mar arrastró su cuerpo hasta la orilla. Su rostro estaba cubierto por cabellos negros y entre ellos asomaban, entreabiertos, sus labios rojos algo resecos por la sal.

El agua fría la cubrió de pies a cabeza, lo que la hizo reaccionar.

Estaba un poco asustada de ver el exceso de agua que expulsaban sus pulmones. Su garganta empezó a arder al igual que sus bronquios.

Tenía arena por todas partes y le faltaba un zapato.

Su playera estaba rota creando un borde escotado y sus jeans estaban más pesados que de costumbre por el agua absorbida.

¿Dónde estaba?

Parecía una playa. O una isla.

Hacía frío. Estaba oscuro. Sentía una opresión en el pecho, así que empezó a caminar, dando vueltas sobre su sitio. Sentía náuseas y le dolía la cabeza.

Hace unas horas había estado disfrutando de un Apple Martini en un bar de Japón, viendo la puesta de sol y ahora estaba completamente mareada, sola y en estado de shock. Recordó haber subido al avión. Recordó que había estado sentada junto a un hombre obeso. Parecía sacado de un cuadro de Botero.

Recordó haber estado escuchando música y al hombre obeso respirando rápidamente, probablemente como respuesta a un ataque de asma. Imágenes de la ventana, con la vista del precipicio oscuro cada vez más cerca a sus ojos.

Vértigo.

El avión cayó.

¿Y qué había  del resto de personas?

Empezó a hiperventilar.

Llorar.

Gritar.

No sabía qué sentir. Empezó a presionar su piel con los dedos.

Sentía miedo.

La confusión le duró unas horas.

Luego cayó profundamente dormida sobre la arena, bajo un gran árbol tropical.

~💐~

Cuando abrió los ojos, el día estaba completamente iluminado.

Pensó por un momento que seguía dormida en el avión, pero el escozor de la sal y la arena rozando su piel le indicaron lo contrario. Se sentó y empezó a sollozar. Pasó sus manos varias veces sobre su rostro.

Esto no puede estar pasando.

Después de varias horas de autoconvencimiento, se puso de pie y decidió hacer algo. En realidad cualquier cosa era buena. Ayuda, comida, agua... Algún otro ser vivo. Llevaba horas sin hablar, caminando descalza entre árboles.

¿Por qué no llegaba nadie a rescatarla?

Tenía una zapatilla en la mano y la convicción de encontrar agua en la cabeza. Pensaba que incluso su voz se escucharía extraña después de tanto tiempo en silencio... ¿Perdería la razón? ¿Moriría de hambre? ¿Estaría soñando, en coma, muerta o...? Su pensamiento trágico fue interrumpido cuando encontró una fuente de agua limpia.

Saltó las raíces que obstaculizaban su camino y prácticamente se tiró de rodillas frente a una gran laguna en medio de la vegetación. Tomó agua con ambas manos y la bebió, torpe y rápidamente para saciar su sed. Su garganta ardía menos. Se echó agua muchas veces en rostro y el cabello, y luego se detuvo a ver el desastre que se reflejaba frente a ella.

Debería estar muerta.

Apoyó sus manos sobre la tierra húmeda y empezó a llorar una vez más.

Dime tu deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora