Sus ojos. Ambas perlas negras estaban escondidos tras mechones suaves y esponjosos. De lejos parecía una simple mancha café, pero ella sabía lo que sus pequeños ojos estaban tratando de decirle. Sus patas estaban extendidas hacia atrás y su panza estaba acomodada sobre la superficie fría. Tenía una oreja doblada y era muy pequeño. Era pequeño y extraño, como ELLA.
ELLA estaba disfrutando de una deliciosa taza de café mientras caminaba por el pasillo que unía la cocina con el resto del departamento. Hace tiempo no tenía sentimientos encontrados.
No como hoy.
Nunca como hoy.
Mitad de su mente estaba feliz: Muy feliz. Porque estaba sola, en casa, tomando café. Sola. ¿Ya mencioné que estaba sola? Y sola significa sin Rosé.
Y de ahí es que partía el desequilibrio de su cabeza.
Rosé no estaba.
Y eso estaba preocunándola un poco.
Tomó un sorbo de café humeante y se acercó a la ventana.
Si a Rosé se le ocurría podía ir aplaudiendo y desparramando magia por doquier. Como aquella niña de las flores que siempre aparece en las bodas, rodeada de pétalos y sonrisas. Esa era la rubia, la niña de las flores en el mundo de la magia. Robando suspiros y risas con su bonito rostro inocente que camufla y esconde a un ser oscuro y malvado dispuesto a hacer lo que se le venga en gana.
Hace un par de días lo había probado.
Usándola para cumplir sus planes malévolos.
Se perdió en su reflejo sobre la ventana.
Roseanne podría estar convirtiendo toda la calle en un dulce gigante o haciendo que los postes de luz cobren vida y se conviertan en serpientes o algo así.
Otro sorbo de café.
¿Por qué rayos había aceptado un trato con Rosé? A estas alturas debería haber adivinado que una de esas cosas SOLO le convendría a una sola persona y no era a ella.
Debí haberlo previsto.
Decirle a Rosé que no use magia, es como darle un chocolate a un niño en la hora de almuerzo y hacer prometer que no lo comería.
Lo único que necesita es acabar con todo esto y regresar a su vida normal.
¿Así signifique perderla en el camino?
Silencio.
No, silencio tú.
¡No voy a discutir conmigo misma!
Entonces silencio.
No, silencio tú.
El timbre hizo que deje sus cavilaciones de lado, igual que su taza de café, que no parecía tan humeante como en un inicio.
─ iJennie! ¡Estás bien!
Un abrazo muy fuerte.
─ Y-Yerim. ─Un brazo estaba presionando su yugular sin querer─. Estás-impidiendo-el-paso-de-san-sangre... De-mi-cuerpo.
─ Oh, lo siento tanto. Estaba asustada. ─La chica más joven dió un paso hacia atrás y acomodó sus grandes lentes.
Jennie tosió un poco para aclarar su garganta.
─ Hola Yeri.
─ Hola. ─Se inclinó.
Silencio
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Dime tu deseo
FanficTodo iba bien. Hasta que el piloto perdió el control total del avión. Y lo que parecía ser unas perfectas vacaciones... Terminaron como una perfecta desgracia. El océano pacífico comenzó a tragarse lentamente el gigantesco desastre y, cuando uno...