III - Cacería

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. . .

Oscuridad.


Era lo que mejor describía las calles en ese momento.

Altas horas de la noche y un constante temor de morir a manos de algún ladrón, asesino o monstruo.

No es que las personas no confiaran en la O.M.C.A. o la U.S.A.C.F. (Updyke's Security And Containment Foundation).
Todo lo contrario, confiaban plenamente en ambas fundaciones de contención de peligros.

Y bastante.

Sólo que no eran tontos y se resguardaban en sus hogares cuando la noche los hacía más vulnerables.
Una ciudadanía responsable y ejemplar.

Pero hoy no eran tiempos de sentarse en un sofá a leer con unas galletas y té. No, para nada.

Nuestra protagonista se movilizaba entre los edificios dando largos e increíbles saltos entre terraza y terraza.
Su búsqueda había dado frutos: estaba siguiendo a su objetivo.

Tardó bastante en encontrarlo pues tantas personas y una ciudad enorme no eran de gran ayuda para encontrar a alguien en específico.

Sin duda no lo eran.

Ella corría entre los edificios moviendo las coletas de su chaqueta como si fuera una capa en pleno vuelo. Su cabello se movía al son del viento y la luz de la luna bañaba su elegante y bella vestimenta.

Era como ver una fiera en su hábitat natural.

Cazando… literalmente.

Allí mismo corría cerca a las calles pues un auto se movilizaba entre ellas.

Era uno sólo; las altas horas de la noche apenas permitían a uno que otro auto moverse entre las calles para llevar a las personas a sus hogares, entregar algún pedido o simplemente pasear.

Como sea.

Ese auto era muy especial para la cazadora. Allí se movilizaba su presa: el chico cabeza de bomba.

Iba con cuidado ya que veía otras tres almas acompañando al sujeto.

¿Una morena de pelo afro? Sin problema.
¿Un sujeto alto? Sin problema.
¿Una demonio? …

Ésto va a ser divertido.

Con gran agilidad la demonio corrió hasta adelantar el auto para colocarse en la punta de un edificio. Sacó su rifle y se preparó a disparar.

Preparen…

Apuntó con una mirada asesina a una de las llantas del auto.

Apunten…

Con perfección calculó el tiempo necesario para que la bala impactase a tal distancia donde estaba.

Fuego.

Un disparo fué suficiente para hacer estallar una de las llantas del auto haciendo que perdiera su rumbo y comenzara a moverse de lado patinando sobre el cemento.

Bingo.

Ahora la chica cambió la munición de su sniper.

Ya no eran balas comunes, ahora eran dardos tranquilizantes lo suficientemente potentes para desmayar a un rinoceronte con tres tiros.

La chica esperó a que los sujetos salieran del auto.

El primero en salir fué su objetivo principal.

Con una gran puntería disparó uno de los dardos directamente a la cabeza del chico.

Bingo.

⭔O.M.C.A. (Updyke × Reader)⭔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora