XI - Recuperación

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Punzadas...
Arañazos...
Golpes...

Todo comenzaba a doler, y dolía como el infierno. Sentía una presión alrededor de su boca y nariz, cables clavados en sus brazos, el constante pitido de una irritante máquina que seguramente no se acabaría pronto.

Todo eso... era tan irritante.

Tan... molesto.

Le dolía todo.
No sentía ni siquiera sus dedos.
Era horrible, como si miles de hormigas se la estuvieran comiendo viva.

Sentía que algo drenaba su energía, casi como si una sanguijuela drenara su sangre.
Lo peor es que ese dolor no tenía pinta de acabarse en poco tiempo.

Abrió sus ojos, quemándose las retinas por el gran brillo que entraba en el sitio donde estaba, además de los reflejos destellantes que producía la blanquecina pintura de los muros y techos.

Parece que estaba en serios problemas.

Intentó sentarse, maldiciendo a todo el jodido paraíso en el proceso por el horrible dolor que le causó si quiera moverse.
Miró a sus lados, parpadeando varias veces para adaptarse al cegador brillo de la habitación.

Sí, la oscuridad era mucho mejor.

Vió un ramo de rosas negras a ambos lados suyos, además de una gran máquina conectada a ella; varios cables conectados a su ser y una ajustada mascarilla apegada a su cara, permitiéndole respirar con eficacia.
Su pecho ardía, casi como si hubiera respirado fuego; sus manos dolían, sentía que su cuerpo se derretía, pero eso no era lo peor.

Oh, CLARO que no era lo peor.

Sentía que su cuello dolía lo que no estaba escrito. Era como si le estuvieran destruyendo la piel con un rayador de queso.
Como si sus entrañas se estuvieran quemando, como si su sangre hirviera.
Incluso se sentía como si una rata estuviera comiéndose su piel, clavando sus pequeños incisivos en su cuello y rasgando pedazos de carne.

Era un sufrimiento indescriptible.

Intentó hacerse daño a sí misma, así al menos podría aliviar un poco el dolor de su cuello al tener otra fuente de sufrimiento. Para su mala suerte no solo era incapaz de herirse, sino también se sentía extremadamente débil y cansada.
Su cabeza pesaba, sus pensamientos estaban revueltos y su mente daba vueltas.

¿Qué había pasado?

Unos suaves pasos junto al girar de una perilla fueron suficientes para dar a entender que alguien iba a entrar en aquella habitación.
Débilmente ____ intentó adoptar su forma demoníaca para poder defenderse de cualquier idiota que quisiera hacerle daño, pero estaba tan herida y débil que sus brazos apenas se oscurecieron.

- Mal...dita... sea... - dijo casi susurrando.

La puerta se abrió, dejando ver a aquél sujeto que se disponía a entrar.

¡Era él!

El hombre cabeza de nube había entrado, mirando al suelo, bastante decaído por lo que se puede deducir. Levantó su mirada para ver si las cosas seguían igual que siempre, llevándose una grata sorpresa al ver a la demonio sentada en el sitio, notoriamente desorientada y mareada.

⭔O.M.C.A. (Updyke × Reader)⭔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora