⭔O.M.C.A. (Updyke × Reader)⭔

XXII - Fin

. . .

- ... me alegra estar aquí contigo. -
- Igual a mí sí te soy honesta... -
- ¿En serio? Pensé que querías matarme. -
- Bueno... las cosas cambian... -
- Seguro, seguro. -
- ¡Ey, que voy en serio! -
- Lo que digas. -

La mayor le dio un suave golpe en la cabeza al menor, algo molesta por lo dicho por el mismo.
Aún así segundos después simplemente rió y le abrazó, formando un corazón con dos de sus colas mientras la tercera formaba una especie de flecha que atravesaba el mismo corazón.

Vaya, qué cursi.

Aún así el hombre no replicó, dejándose abrazar por la mayor y usando sus propias manos para abrazar los enormes brazos de la demonio.
Y vaya que eran enormes, si es que literalmente parecían brazos de dragón.

Bueno, al menos las escamas son suaves.

El hermoso atardecer caía al horizonte del lugar, comenzando a bañar todo el sitio en una fría oscuridad producto de la noche que comenzaba a reclamar los cielos como suyos. La enorme luna daba pequeños indicios de entrar en su reinado nocturno.
Algunas luces fuera y dentro de la corporación se encendieron para que las personas pudieran ver con claridad.

Debido a todo el caos producido anteriormente casi todas las luces se habían estropeado, así que apenas una que otra iluminaban el sitio.
Le daba ese toque suave al no tener casi iluminación, como si luciérnagas alumbraran el techo y no luces artificiales.

Era un momento hermoso en verdad, y a la demonio le encantaba.

Sus brillantes iris carmesí brillaban en contraste a las luces, mientras que su flameante cabello decoraba el pequeño área donde se encontraban ambos.
Era una escena hermosa sin duda.

Solo ellos dos, en la calma de la noche, sin personas que puedan molestar o incluso interrumpir el momento que ambos compartían.

Se miraron uno al otro y, con alegría frotaron sus mejillas como si fueran pequeños gatos.

Los enormes brazos de la mayor protegían del frío al peliblanco, y aún más cuando ella lo cubría igualmente con sus enormes alas.

Nada podría arruinar ese momento...

...

...

...

- Bien, bien, bien... -

Una voz de repente retumbó en tanto silencio y penumbra, asustando a ambos sujetos en su cálido abrazo.

Ambos sujetos voltearon; uno bajo el suave manto de las alas de la mayor, mientras la otra veía con brillantes ojos rojizos llenos de furia a quien sea que se le haya ocurrido acercarse.
Acabará con su vida de una manera rápida pero muy dolorosa por interrumpir tan bello momento entre ambas almas.

Pero... lo que estaba frente a ellos era un peligro real.
Demasiado real...

- ... bien. Pero si es la terrible demonio que DEBERÍA estar encerrada treinta metros bajo suelo... - gruñó un hombre de traje elegante. - Dime, chica... ¿Cuándo piensas acabar con la vida de esta víctima? -
- Grr... - tuvo que morderse la lengua para no decir nada estúpido. - No sé de qué habla... señor... -
- Oh vamos. Demonios como tú siempre escogen a un humano cualquiera, lo hechizan con su... magia y mierdas así. -