CAPITULO 15

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Capítulo 15

Lexie

Estaba en la segundo encuentro con el psicólogo que me asignaron, ya que según mis doctores podría estar sufriendo un tipo de reacción negativa al no aceptar mi diagnóstico correctamente y la solución a todos mis problemas estaba frente a mí.

—¿Lista para hablar? —el doctor Fitz puso las manos en el escritorio, era un hombre mayor, las pequeñas arrugas alrededor de su frente empezaban a notarse, y ya su pelo estaba completamente blanco.

—No tengo nada que decir—me encojo de hombros —tampoco sé por qué me asignaron un Psicólogo si estoy perfectamente bien.

—Según tus doctores anteriores tienes problemas para aceptar tu situación.

Pensé bien antes de contestar por miedo a decir algo que les hicieran tener razón.

—Habla de que pronto moriré — recalco mirándolo — adelante dígalo, no tengo ningún problema con eso — insisto cruzándome de brazos.

—Hablo de que reprimes tus sentimientos, intentas ocultar tu dolor  — su voz era tan tranquila que la envidiaba.

—No lo hago, estoy aquí sentada aceptando abiertamente que moriré, el error estaría en la negación, algo que no tengo y puede notarlo— me defiendo.

El me observa durante unos segundos antes de volver a hablar.

—¿Cómo te sientes? —preguntó a la vez que anotaba cosas en su libreta, me causaba curiosidad saber qué escribía. Levanto la mirada unos centímetros intentando ver algo, cuando Fitz lo nota la aleja aún más.

—Bien—respondo acomodándome—estoy bien.

—¿Segura?

—Si —contesto con un tono más duro.

Sin decir nada vuelve a escribir en la tonta libreta.

—Cómo te sentiste cuando te dieron la noticia, no debió ser fácil — él seguía haciendo preguntas estúpidas y yo empezaba a irritarme.

—Soy fuerte — me limito a decir.

—Quieres ser fuerte para los demás — corrige—porqué decidiste unirte al tratamiento? Por ti —me mira directamente a los ojos — ¿O por tu familia?

Por mi familia.

—Por ambos —miento.

—Entiendo — asintió despacio— es todo por hoy —cierra la libreta.

—¿Eso fue todo? —preguntó con el ceño fruncido, generalmente las secciones eran más largas.

—¿Quieres que continuemos?

—¡No! —digo de inmediato.

Me levando de la silla saliendo del consultorio con las manos en mi chaqueta, estas reuniones no me ayudaban en nada, la única razón por la que seguía asistiendo era porque mi tratamiento lo exigía. Mi cabeza empezaba a doler así que masajeé mi sien intentando calmar el dolor. Caminé por el pasillo del hospital con la mirada perdida hasta entrar a unos de los cubículos del baño en cuanto se quedó vacío, cerré la puerta detrás de mí y sin aguantar un minuto más las arcadas se hicieron presentes produciendo que vomitara.

Cierro los ojos unos segundos antes de que otra oleada de vómito me hiciera sostenerme el estómago. Cuando terminé levante las manos tomando un poco de papel higiénico y limpiar las comisuras de mi boca.

Un ardor en mis ojos se hizo presente antes de sentir la humedad de una lágrima deslizándose por una de mis mejillas, no hice nada, no la detuve, no me levanté, me quede en el mismo lugar siendo víctima de mi propio infierno.

Antes de que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora