Capítulo 10

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Fue en el estacionamiento cuando ocurrió.

No me podía mover. Por favor, déjame estar imaginando cosas. Por favor, por favor, por favor, sólo déjame estar deshidratada y alucinando. La vida no podía ser tan mala, ¿no? Ryan estaba buscando a tientas las llaves en el bolsillo, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que me había quedado atrás. Estaba llevando a Layla ahora.
—Cariño, ¿estás bien? No te ves muy bien —preguntó Ryan, pero no podía hablar. No había palabras. ¡Estaba llevando a Layla!
Qué si ella… no, no, no, ¡ella es demasiado estúpida! No sabe sumar dos y dos, ¿verdad?
¡Ugh!
¿Por qué diablos se dirigía a nuestra dirección? No se atrevería a decirme una palabra, ¿verdad? Tan pronto como me hice esa pregunta escuché una estridente y feliz voz decir—: ¿Ryan?
¿Qué mier…?
¡Mis ojos se giraron para ver a Ryan enfrentar ahora a la Perra-Del-Infierno que casi arruina mi vida!
—Oye, Dest, ¿cómo estás? —preguntó Ryan pasando un brazo por sus hombros para darle un medio abrazo. Jadeé en voz alta. Literalmente tuve que aspirar el aire en mi boca para respirar.
¿Estás jodidamente bromeando?
Ryan se volvió hacia mí y su brazo cayó lejos de “Dest”.
—Anna, ¿qué es lo que te pasa? Me estás preocupando. —Ryan sonaba genuinamente interesado. No quería ni siquiera mirar hacia él. Me gustaría tratar con él más tarde. No podía hacer más que mirar a “Dest”.
Cuando me vio, sonrió. —Hola Anna, mucho tiempo sin verte, ¿eh?
¡Oh no, no lo hizo! ¡Qué zorra! ¡Quería machacar su cara pero no podía! Me obligué a morderme la lengua.

—¿Ustedes dos se conocen? —preguntó Ryan con curiosidad mirando entre nosotras. ¡Infiernos-que-sí-que-la-conozco! ¡Perra!
Continué ignorándolo. ¿Qué podía decir? Tenía a Layla en mis brazos y lo último que quería era que Destiny la viera. Por suerte, ella ni siquiera había mirado hacia Layla.
—Mamá, ¿quién es? —preguntó Layla—. Su voz suena divertida —añadió en su versión silenciosa de cinco años. Adoraba la brutal honestidad de los niños.
Cuando un ceño apareció en la cara de Destiny y sus ojos rápidamente se movieron hacia Layla, supe que la había escuchado. 
Oh, hombre. 
Traté de girar mi cuerpo en un esfuerzo por ocultar a la niña que era la viva imagen de Nick, pero no importó.
Layla y su traje rosa de frufrú sobresalía como un pulgar dolorido. Por no hablar de que ya era alta para su edad, igual que su padre. Cuando la cabeza de Destiny se inclinó hacia un lado supe que la estaba estudiando, atentamente. Sentí mi estómago enfermo.
—Oye, Dest —llamó Ryan, interrumpiendo mis pensamientos—. Saluda a Anthony de mi parte, ¿vale? Anna y yo tenemos que estar en un lugar en este momento. —Cuando Ryan habló Destiny no lo miró.
Sus ojos golpearon los míos.
—Claro, Ryan, lo haré —respondió ella, y en un abrir y cerrar de ojos, su ceño se convirtió en una sonrisa, una malvada y maliciosa pequeña sonrisa.
Su declaración no era para Ryan, era para mí.
¡Mierda!
—Anna, estás empezando a preocuparme. ¿Qué demonios está pasando? —preguntó Ryan. Rápidamente me di la vuelta y caminé hacia su jeep. Abrí la puerta de atrás y abroché a Layla en su sitio mientras Ryan buscaba una emisora en la radio. Hablé con Layla lo suficientementefuerte como para que Ryan escuchara…
—Nena, Ryan y yo vamos a hablar detrás del jeep un minuto, ¿de acuerdo? Necesito que te quedes aquí, pero te estaré vigilando.
—Está bien, mamá. ¿Quién era esa mujer? Me miró. No me gusta. Y su voz era graciosa.
Alisé su rebelde pelo negro afectuosamente.
—No te preocupes por ella, bebé. La conocí hace mucho tiempo. ¿Quieres que te cuente un secreto? —Cuando ella asintió con ansiedad, susurré los suficientemente bajo para que sintiera que este secreto era sólo entre nosotras—. No me gusta mucho, tampoco. —Layla me sonrió, así que besé su mejilla—. Vuelvo enseguida.
Esperé en la parte trasera del jeep. Tan pronto como Ryan llegó le susurré en su rostro.
—¿Te la tiraste también?
—¿Qué? —Sus cejas se elevaron hasta su cuero cabelludo y sonaba completamente atrapado con la guardia baja.
—Dije: ¿Te. La. Tiraste. También?
—¡No, Anna! ¡Jesús! Es la hermana de Anthony. Sólo la vi un par de veces. ¿Qué diablos te pasa? Ni siquiera dijiste una palabra cuando ella habló, y era obvio que la conocías. Parece que hayas visto un fantasma.
¿Anthony? Eso era interesante; era el chico juguete favorito de Trish. Oh, hombre, ¡esto va a ser muy, muy malo!
—¿Cómo diablos es Destiny hermana de Anthony? Fui a la escuela con ella y nunca supe que tuviera un hermano. El apellido de él es Lopez y ella definitivamente no es una Lopez. —Hice una pausa—. ¿Y por qué diablos iba yo a hablar con la zorra que arruinó mi vida? —Estaba tratando de no gritar porque no quería que Layla me escuchara, pero mi voz se estaba elevando.
—No sé, tienen madres diferentes o algo así… —se calló—. Espera, ¿qué demonios estás…? —Hizo una pausa y miró hacia abajo. Estaba sumido en sus pensamientos.
—¿Quieres decir que fue ella? ¿La de la escuela secundaria y toda la cosa del engaño del ex novio?
Cosa del engaño del ex novio. ¡Joder!
—Por supuesto que fue ella. ¿Cuántas malditas Destiny puede haber posiblemente en el mundo?
—Espera un jodido minuto. Hace más de un año desde la última vez que oí ese nombre, ¿por qué demonios iba a recordar eso? No soy el que sigue anclado en el maldito pasado —dijo entre dientes. Me di cuenta de que se estaba poniendo nervioso.
Sin previo aviso, su mano salió disparada y se envolvió dolorosamente alrededor de mi brazo.
—¿Qué diablos quieres decir con que arruinó tu vida? —preguntó beligerante—. ¿Me estás diciendo que todavía estás aferrada a esa mierda? ¿Que todavía no eres feliz?
—¿Qué? —pregunté, mi voz temblorosa. Ahora estaba confundida y distraída por su fuerte control sobre mi brazo.
Él continuó.
—Hemos estado juntos durante dos años, Anna. Después de todo este tiempo, ¿me estás diciendo que todavía estás colgada de un idiota que te hizo daño en la secundaria? ¿No crees que ya es hora de que dejes esa mierda?

Tomé aire porque me moría de ganas de decirle, “Por supuesto que no lo he dejado ir. ¿Cómo podría? ¡Veo la cara de Nick en mi hija todos los días! ¡Lo primero que veo por la mañana son sus hipnotizantes ojos color ámbar y beso sus mismos regordetes labios antes de acostarme todas las noches! ¿Cómo iba a dejarlo ir? ¡Layla es su gemela!”
Pero no había manera de que le dijera eso.

—Suéltame, Ryan. —Ordené. Bajó la mirada hacia su mano y esta cayó inmediatamente.Cuando volvió a mirarme, el arrepentimientoestaba escrito en toda su cara.
—Por supuesto que lo he dejado ir. Fue una mala elección de palabras, ¿de acuerdo? —mentí—. Pero tú realmente necesitas ver cómo me hablas, y no vuelvas a agarrarme así de nuevo. —Me quedé mirándolo un momento.
Sacudió la cabeza como para aclararla.
—Lo siento, Anna. No puedo soportar pensar que todavía estás colgada de algún gilipollas con el que estuviste hace años.
Tenía muchas ganas de darle un puñetazo en la boca.
—Ryan, lo único que me cuelga de eso es esa niña que espera en el interior del jeep. —Aparté la mirada de él para tratar de calmarlo. Cuando me di la vuelta, pregunté en voz baja—. ¿Podemos por favor no discutir más sobre esto? —Su respuesta fue envolver su brazo alrededor de mi hombro, acercarme a él y besar la parte superior de mi cabeza.
—Lo siento, Anna.
Apoyé la frente contra su pecho mientras asumía todo.
—¿Qué voy a hacer, Ryan? —pregunté en voz baja—. Destiny le va a contar a Nick. No sé qué pasó después de que salí de la ciudad. No sé si todavía están juntos, pero va a contarle. Podría estar llamándolo mientras hablamos. ¿Y si intenta llevarse a mi ángel lejos de mí? —Lágrimas empezaron a correr por mi cara—. No puedo perderla, no puedo. Moriré antes que perderla. Sólo pensar en ello me pone enferma. —Ryan me sostuvo cerca y me frotó la espalda con dulzura.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora