Capítulo 22

142 5 0
                                    

Mi vida era un desastre, y para colmo de males, Ryan estaba sentado fuera de mi apartamento cuando llegué a casa. Se puso de pie mientras yo me acercaba. Me sentí sucia.
—Cariño —me saludó como si no hubiera pasado nada catastrófico entre nosotros.
Yo sólo no le hice caso y abrí la puerta principal. 
Realmente no quería discutir con Ryan en este momento, y menos después de haber tenido sexo con Nick, quien ni siquiera merecía estar en presencia de Ryan. 
Pero quería terminar con esto.
Él mostró su verdadera cara anoche por teléfono cuando tuvo la desfachatez de decir que no estaba preocupado por Layla. Cómo podía no preocuparse por ella después de dos años se me escapaba, pero era una realidad dolorosa. Yo no era mejor. Mostré mi verdadera cara por andar teniendo sexo por ahí con el papá de mi bebé.
Ryan y yo estábamos terminados como pareja, así que no importaba cuál de los dos terminaba en primer lugar.
Entré y le hice señas para que me siguiera. Una vez cerrada la puerta me dirigí al sofá y me senté.
Ryan se sentó junto a mí, lo que me hizo sentir aún más incómoda. Yo no quería que me tocara.
—¿Qué pasó? —preguntó, pero antes de que pudiera contestar escuché a Trish.
—¡Aja! ¿Cómo te fue ... —Su voz se apagó en cuanto dobló la esquina y vio a Ryan—. Oh. Hola, Ryan, no sabía que estabas aquí. Estaba teniendo una fiesta de té con Layla... así que umm... Anna, llámame cuando hayas terminado.
Entonces ella se fue en la forma en que llegó. Me volví hacia Ryan.
—Mira, ya hemos terminado. Me reuní con Nick así que terminamos. Esa fue tu condición, ¿recuerdas? ¿Por qué estás aquí?
Respiró hondo y lo soltó. —Anna, sólo no me gusta toda esta situación.
—Sí, bueno, ni a mí. Lo que necesitaba era tu apoyo, y lo que obtengo de ti es todo lo contrario —le respondí con mucha personalidad.
Él respondió. —Simplemente no quería que lo vieras, Anna. Me preocupa lo que va a ocurrir entre ustedes y honestamente creo que eres lo suficientemente estúpida como para volver con él. Me está volviendo loco.
Espera, espera, espera, espera, espera…
—¿Acabas de llamarme estúpida? —pregunté en un susurro aterrador y entrecerrando los ojos. Cuando él me contestó encogiéndose de hombros, rugí—: ¿Qué te pasa Ryan? ¡Ni siquiera estás actuando como si fueras la misma persona!
—¿Qué discutieron Nick y tú? —preguntó, ignorando completamente mi comentario
—Hablamos de Layla y de cómo vamos a darle la noticia. Nos encontraremos en el parque mañana para que puedan pasar tiempo juntos.
—¿Es eso todo? —Quiso saber en un tono incrédulo que realmente me molestó, aunque realmente no tuviera derecho a estarlo. Tenía todas las razones para no creerme. Estaba tan confundida.
Masajeé mis sienes. —No hay nada que puedas hacer acerca de esta situación, Ry. Nick obviamente va a estar en la vida de su hija y no tengo ni idea de qué decir para hacer esto mejor para ti.
—¡Sólo de pensar en ti con él me enfurece! Así que, mientras ustedes se reunían, ¿él no trató de recuperarte? ¿No intentó nada contigo?
Ryan estaba demasiado fuera de control como para que yo admitiera algo. —¡No! Estás actuando como un loco, ¿qué te pasa?
—Esto es diferente. ¡Cuando te conocí todavía estabas enamorada de él y me llevó un largo tiempo conseguir que confiaras en mí! Estoy empezando a pensar que fue una pérdida de mi tiempo.
Negué con la cabeza. Esta conversación se iba cuesta abajo rápidamente, y la niña estaba aquí.
—Baja la voz, Layla está en la otra habitación y no quiero que nos escuche —exigí.
—Ya te dije que no estoy preocupado por ella. ¿A quién le importa si ella se entera de que su padre es un idiota?
Oí un pequeño grito a lo lejos. Layla.
—¡Fuera, Ryan! Terminamos —le grité.
—¿Qué? —preguntó agresivamente, pero no le hice caso y me levanté.
—Por favor, vete.
Se puso de pie y había furia en sus ojos. —¿Qué acabas de decir? —preguntó.
Todo lo que podía pensar era en llegar a mi niña, así que puse mi mano sobre su brazo para guiarlo hacia atrás. Quería moverlo hacia la puerta principal para que se marchara, pero él no se movió. —Quiero que te vayas, Ryan. Layla acaba de escuchar todo lo que dijiste. ¡Fuera!
Alzó la mano, la envolvió alrededor de mi muñeca y la apretó con fuerza suficiente para romper mi agarre. —No me voy, ¿me entiendes? Ella lo superará. —Sus ojos estaban enloquecidos.
—Ryan, me estás lastimando. Déjame ir. —Su agarre era apretado y sus ojos brillaban—. Me estás haciendo daño —chillé.
—¡Lárgate de aquí antes de que llame a la policía! —gritó Trish desde el pasillo.
La miré con atención, con demasiado miedo de lo que Ryan iba a hacer. Llevaba una de nuestras lámparas de hierro forjado en sus manos como un arma. Inmediatamente Ryan me soltó y dio un paso atrás. Comencé a frotar mi muñeca.
—No sé lo que te pasa, Ryan, pero ni se te ocurra volver aquí —le dije.
Él sonrió con arrogancia. —Oh, me vas a ver. No creas que puedes atarme por dos años sólo para tener al pedazo de mierda del padre de tu niña de vuelta en la foto y dejar que se quede contigo. ¡Olvídalo!
—Por favor, sólo vete —pedí en voz baja.
—Voy a llamar a la policía —amenazó Trish mientras sacaba su celular.
—No es necesario —dijo Ryan, y se volvió hacia la puerta principal. Él me miró antes de salir—: Esto no ha terminado.
La puerta se cerró a sus espaldas.
—Joder, Anna, ¿estás bien? —Trish tiró la lámpara y corrió hacia mí. Asentí con la cabeza, demasiado aturdida para responder.
Yo quería caer de rodillas y empezar a berrear, pero tenía que ir con Layla.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora