Capítulo 43

91 5 0
                                    

—Anna, nena —respondió con su voz profunda y áspera. 
Sonaba feliz de escucharme. Inmediatamente me puse a llorar.
¡Estúpidas hormonas!
—Te amo, y te extraño —sollocé en el teléfono.
De repente oí cosas arrastrándose alrededor por el piso, y su voz fue presa del pánico cuando habló—: Nena, ¿qué pasa? Estoy en camino.
—¡No! Lo siento, no pasa nada malo. Es sólo que… yo… en cierto modo, encontré tu caja en el armario —susurré con voz ronca. No podía ni siquiera encontrar en mí estar avergonzada por delatar mi fisgoneo.
Suspiró en voz alta. —Anna, me asustaste muchísimo. Vas a causarme un ataque al corazón.
—Lo siento. No debería haber ido por tus cosas…
Me interrumpió. —Nena, ya sé cómo eres. ¿No crees que sabía que ibas a ir a hurtadillas a través de mis cosas? No tengo nada escondido, Anna, especialmente de ti. Te amo. Conservé esa caja porque siempre he estado enamorado de ti. Si notas alguna de las fotos que están dobladas, rotas o viejas, es porque las llevé conmigo mientras estaba en Afganistán; siempre conmigo. Después de algunas cosas que vi en el extranjero, esas fotos fueron lo único que me mantuvo cuerdo.
Odiaba visualizarlo yendo a la guerra o estando en peligro. Odiaba que tuviera que usar estas fotografías para ayudarlo a salir de momentos difíciles, cuando podría haber tenido la cosa real.
—Te amo, Nick —continué llorando suavemente.
—Anna, deja de llorar. Estoy tratando de terminar y estaré en casa pronto —dijo suavemente.
—Está bien, pero trata de apurarte, por favor. Trish y yo hemos curioseado por toda la casa ya y nos estamos aburriendo. Tal vez vamos a buscar en el garaje. Qué hay sobre el ático, ¿tienes un ático? ¿O alguna especie de pasadizo secreto detrás de una estantería? Dios sabe que el lugar es suficientementegrande para tener uno.
Empezó a reírse tan fuerte que tuve que alejar el teléfono de mi oído. Supongo que quería decir que no me estaba tomando en serio. —Nena, no tienes idea de lo linda que eres. Trataré de darme prisa, así puedo ayudarte a subir al ático. Sólo no trates de ir allí por tu cuenta. La última cosa que quiero que hagas es que te lastimes mientras curioseas —dijo todo eso a través de su risa, por lo que pensé que era un poco desagradable.
—Eso no fue divertido. Hablaba en serio —me quejé.
—Confía en mí, nena, lo sé. Te amo y te veré en un rato —dijo.
—Oh, está bien. También te amo. Adiós, Jons.
—Adiós, nena.

Nos desconectamos.

***

Ahora Trish y yo no teníamos nada que hacer, excepto ver TV, de lo cual me había cansado. Y Trish, por alguna extraña razón, actuaba extraño; más extraño de lo normal. No podía poner mi dedo en ello, pero no actuaba como ella misma.
—Trish, estoy aburrida.
—Lo sé, yo también. Uno pensaría que “cosas calientes” tendría algo escondido que pudiéramos encontrar; algo jugoso, como fotografías de otras mujeres que se vieran como tú.
—¡Trish! —jadeé su nombre antes de gritar—. Eso es tan jodido. ¿Por qué dices eso? Y, ¿por qué estás actuando tan raro?
Sólo se encogió de hombros y me hizo señas con su mano. —Fue sólo un ejemplo. Sólo quise decir que necesitamos que suceda algo escandaloso inmediatamente. Y no estoy actuando raro, estoy aburrida.
—Lo que sea, T, la última cosa que necesito es que algo escandaloso suceda.
En ese momento, sonó el timbre. Ambas saltamos del sofá y nos miramos la una a la otra. —¿Quién crees que será? —le pregunté a T en un susurro que no quería que escuchara quién fuera.
—No lo sé, pero vamos a averiguarlo —dijo emocionada mientras se alejaba.
—¡Oye! Espera. Déjame agarrar el bate que encontramos, nunca se sabe. ¿Qué pasa si Ryan salió de la cárcel y es él el que está en la puerta?
—Anna, Ryan no sabe dónde vive Nick, y seguro como la mierda, que no tocaría el timbre. Apúrate y consigue el maldito bate.
Corrí, alcancé el bate y me reuní con Trish en la puerta principal. —Pregunta quién es —le susurré a Trish.
—De acuerdo —susurró de vuelta.
—¿Quién es? —gritó Trish tan fuerte que salté.
—¡El detective Adam Bryant con HDP! —gritó el tipo detrás de la puerta en respuesta. Trish ni siquiera me miró antes de abrir la puerta. Me puse detrás de ella y vi como las cejas del detective Bryant se dispararon al nacimiento de su cabello.
—¿Está planeando golpearme con ese bate? —preguntó con un deje de sarcasmo.
Inmediatamente dejé caer el bate a mi lado, avergonzada. 
—Lo siento. No quería correr ningún riesgo —le dije.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora