Capítulo 41

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—Lo siento. Sólo quería relajarme un poco. No pensé que me quedaría dormida.
Cuando llegamos a la cama me percaté de que las sabanas se habían ido. Me quitó la toalla y me recostó desnuda en el medio de la cama. Se desnudó, subió detrás de mí y pegó mi cuerpo al suyo. Fue increíble.
—¿Dónde está Layla? —pregunté en voz baja.
—Está con Trish. Fue la única cosa buena de que te durmieras en el baño; me dio la oportunidad de enderezar algunas cosas con Trish. Layla está ayudando con su mudanza al apartamento. —Volví mi cabeza y lo miré interrogante. 
Tenía curiosidad por saber de qué habían hablado.
Su mano acunó un lado de mi cara y me dio un suave beso en los labios.
—Le dije que nos casaremos. Le dejé bien claro que jamás te dejaría de nuevo ni lo jodería. Si tratas de dejarme, no llegarás muy lejos. Ella estaba indecisa sobre su estancia en el garaje del apartamento por todo lo que me dijo, pero le dije que no me importaba. Sé que estaba cuidando de ti y lo aprecio. La convencí para quedarse.
—Confió en ti —susurré. Sus ojos color ámbar se iluminaron y las comisuras de sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.
—Sé que lo haces, y me esforzaré para mantenerlo así. Te amo, cariño —respondió.
Me acerque más a él.
—Sigo teniendo frío.
Sus brazos me rodearon y puso una pierna por encima de las mías. También pude sentir su erección empujando contra mi espalda.
—Te quiero dentro de mí —susurré.
Lo sentí sacudir la cabeza.
—Nena, estás exhausta. Simplemente te quedaste dormida en el baño. Podemos jugar luego. —Bueno, esto no iba a pasar.
—No quiero tener sexo, quiero dormir contigo dentro de mí. —Pedí en voz baja.
—Anna—gruñó mi nombre, advirtiéndome.
—Por favor —susurré. Sentí su boca en mi hombro. Le dio un tierno beso antes de hacer un camino descendente hasta mi cuello. Sentí sus manos moverse entre mis piernas y empezó a acariciarme—. Eso se siente tan bien, Jons —suspiré.
—Nena, sabes que una vez que esté dentro de ti, no te dormirás. —Sus dedos continuaron trabajando en mi clítoris.
—No quiero dormir —susurré. De repente su mano desapareció. Rodó sobre su espalda para llevarme con él hasta que mi espalda estuvo contra su pecho. Mi cabeza estaba en su hombro y cuando me giré hacia él me besó. 
El sacudió su erección contra mi punto dulce.
Arqueé la espalda para darle acceso y entro en mí.
—Te amo, Anna —susurró. Una mano amasó suavemente mi pecho mientras la otra masajeaba mi clítoris, y se sentía increíble. Sus muslos me sujetaron las piernas abiertas de par en par mientras bombeaba lentamente dentro y fuera; encontrándome con sus embestidas.
—Yo también te amo.
Me sentí como si tuviera todo el tiempo del mundo, pero sabía que no iba a durar mucho más.
Cuando me quejé sus movimientos se hicieron más rápidos.
—Me voy a correr, Jons —gemí.
—Estoy aquí contigo, nena. —Su voz era áspera. Lamí mis labios—. Mierda. Date prisa, Anna; no voy a ser capaz de parar.
Mis músculos internos se apretaron cuando grité su nombre y me corrí.
—Bésame. —Escuché vagamente que me demandaba en medio de mi orgasmo. Giré mi cabeza mientras él me devoraba—. Te amo —gimió contra mis labios cuando sentí que bombeaba una vez más antes de plantarse a él mismo dentro de mí.
Después de terminar de calmarnos, maniobró para que nuestros cuerpos estuvieran en su posición original, excepto que ahora él estaba dentro de mí. Fui drenada. A través de mi confusión, justo antes de quedarme dormida, me oí decir—: Me encanta sentir que te pertenezco.
Sus brazos me apretaron casi dolorosamente.
—Tú me perteneces, Anna. Igual que yo te pertenezco a ti.

Entonces me quedé dormida.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora