Capítulo 37

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Cuando el doctor hizo su ronda, les pidió a Nick y a Layla que salieran de la habitación para revisarme. Nick protestó, pero también sabía que Layla no podía estar en la habitación.
—Señorita Martine, ¿sabe usted que está embarazada? —preguntó el médico mientras bajaba la mirada al historial. Lo miré fija y ciegamente—. Asumo por la expresión de su cara que no tenía conocimiento.
Sacudí la cabeza.
—Es imposible —dije con firmeza.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque llevo un DIU. Sólo lo llevo puesto desde hace tres años y se supone que dura cinco —le dije empezando a entrar en pánico—. Miré, no puedo estar embarazada. ¡Mi ginecólogo dijo CINCO AÑOS! —chillé.
—Bueno, el análisis de orina llegó y sin duda está embarazada, señorita Martine. Cuando tomé las muestras de una violación, habría sentido rasguños. Hay una posibilidad de menos del uno por ciento de perder un DIU sin tener ningún síntoma, pero como dice el dicho "cosas más extrañas suceden."
¡Mierda!
—¿Qué? —chillé.
—La enviaré a hacerse una ecografía. Veremos a ver si podemos encontrar el DIU, esperemos que no esté alojado en el cuello del útero, porque sería algo grave y muy peligroso para usted y el bebé. También averiguaremos lo avanzada que se encuentra.

El bebé... ¿lo avanzada? ¿Avanzada? ¿Avanzada? ¡No, no, no, no, no!

Estaba pensando rápido; contando. La última vez que tuve relaciones sexuales con Ryan tuvo que ser por lo menos un mes antes de acostarme con Nick en su oficina. Había estado demasiado ocupada finalizando mis trabajos académicos para la graduación como para pasar mucho tiempo con él.
Durante ese tiempo Ryan también pasó dos semanas en una conferencia y no regresó hasta un par de días antes de que Nick apareciera en mi puerta. 
Ni siquiera entonces tuve relaciones sexuales con Ryan.
No podría estar embarazada de Ryan. 
Por favor, no me dejes estar embarazada de Ryan.
—¿Puedo ir ahora? Por favor. ¿Me puedo hacer ahora la ecografía? —supliqué. Estaba hiperventilando. Debió de haber tenido piedad de mí, porque entró en su pequeño ordenador y empezó a escribir. Levantó la vista.
—La enfermera estará con sus documentos de descarga. Una vez que haya terminado, la acompañará hasta obstetricia y ginecología para su ecografía.
—Gracias —dije en voz baja.
—De nada. Recuerde que debe mantener hielo en los hematomas y no hacer movimientos bruscos. No tiene conmoción cerebral, pero seguirá teniendo dolor de cabeza. Lamento muchísimo lo que le sucedió señorita Martine, pero debo decir que me alegro de que no fuera peor. Las heridas en el exterior curan mucho más fácilmente de lo que lo hacen las internas.
Me dio una pequeña sonrisa. Eso fue dulce. Así que se la devolví.
—Muchas gracias.
La enfermera entró justo mientras el médico se marchaba. ¡Gracias a Dios!
Firmé todos los papeles sin leer una sola palabra, y después la enfermera me ayudó a sentarme en una silla de ruedas que realmente no necesitaba.
—De acuerdo. Este es el trato —empecé a decirle a la enfermera antes de salir de la habitación—. No quiero que mi novio sepa todavía que estoy embarazada, así que cuando le diga que me está llevando para otra tomografía computarizada y no una ecografía, no me contradiga, ¿de acuerdo? ¿Por favor? —supliqué.
—No te preocupes cariño, no voy a decir nada —respondió.
Vi a Nick y a Layla esperando fuera de la puerta. Jons se levantó de su silla y se acercó a mí.
—¿A dónde te llevan? —preguntó preocupado.
—No pasa nada. Me han dado el alta, pero el doctor quería que me hicieran otro TC sólo para estar del todo seguros. —Menuda mentirosa estaba hecha—. ¿Por qué no vas arrancando la camioneta? Estoy segura de que la enfermera me llevará a la entrada para reunirme contigo cuando termine.
—No quiero dejarte sola. Vamos a ir contigo y esperaremos —dijo ásperamente.
—Jons, no quiero que Layla espere más. Sólo estaré unos quince minutos. —Esperaba. Miré a la enfermera que asintió con la cabeza.
—No va a llevar mucho tiempo. Ya tengo el equipo listo y están esperándola. —La mejor enfermera del mundo se lo confirmó a Nick.
Podía ver que todavía no estaba muy conforme.
—Layla, dale a mamá un poco de azúcar. —Ella se acercó, envolví mis brazos a su alrededor y le di mi famoso beso en los labios. Las dos hicimos "muak" al mismo tiempo. Le pasé la mano por el pelo.
—Volveré enseguida, princesa.
—Está bien, mamá —respondió ella con un hilo de voz.
En ese momento, la enfermera me llevó por el pasillo hasta el ascensor y directamente a la sala de ultrasonido…
Miré fijamente al monitor.
—Bueno, no hay DIU y yo diría que estás cerca de las cinco semanas de embarazo —dijo la enfermera.
Qué alivio. 
Por una vez algo salía bien. 
¡Y cinco semanas! Qué casualidad.
—Gracias por todo —le dije a la enfermera y sonreí.
Ahora todo lo que tenía que hacer era encontrar la manera de decírselo a Nick. 
Y cuándo.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora