Capítulo 18

121 6 0
                                    

Bajé la mirada a mi regazo mientras golpeaba mis uñas. No estaba lista para hablar sobre Layla.
—¿Estuviste en la Marina?
—Anna Sky —gruñó mi nombre impacientemente.
—Muy bien, tuve una idea —dije sintiéndome muy incómoda y frustrada conmigo misma—. En realidad Layla me dio la idea. Sé que la viste el viernes y ella te vio. —Alcé la mirada a sus ojos y tragué tan fuerte que dolió—. Ella me pidió que te pidiera que le enseñes a jugar al fútbol. Así que estaba pensando que quizás podrías empezar haciendo pequeñas cosas como esa y que se conocieran entre ustedes antes de decirle quién eres.
—No —replicó.
¿No qué?
—¿No le enseñarás a jugar al fútbol? —pregunté preocupada—. Sé que quizás eso parezca un poco extraño y ella no es el niño que siempre quisiste, Nick, y sólo puedo imaginar lo que pensaste cuando viste el modo en que estaba vestida. Pero, te lo prometo, ella ama revolcarse en el suelo y ensuciarse y actuar como uno de los chicos tanto como ama la rutina de princesa.
Me frunció el ceño.
—La única cosa que sentí cuando vi a Layla fue dolor. Dolor porque tenía un inevitablementehermoso, precioso, pequeño ángel que ni siquiera sabe quién soy. No presumas de que sabes todo lo que estoy sintiendo.
Asentí. Me rehusaba a llorar, así que tragué con fuerza unas pocas veces más para luchar contra las lágrimas.
—Tienes razón. Lo siento. Solo estoy nerviosa. Le diré a Layla que eres su padre, pero no justo ahora. No quiero confundirla, Nick. Sólo tiene cinco años. No quiero conmocionarla la próxima vez que se vean y decirle que tú eres su padre. No le haré eso. No sé dónde vives, cómo vives o con quién vives.
Me estaba aterrando.
—Lo siento, no creo que pueda hacer esto. —Me levanté y caminé alrededor de la silla para irme. Casi tenía la puerta abierta cuando el tiró de mí para detenerme. Nick puso su boca contra mi oído y lo oí tomar una profunda respiración, oliendo mi cabello. Sabía que eso era lo que estaba haciendo porque solía hacer eso todo el tiempo cuando estábamos juntos.
—No te vas a ir, Anna. Odio tener que decírtelo, pero si me hubieras hablado sobre Layla cuando descubriste que estabas embarazada, ninguna de estas preguntas estarían volando por tu cabeza del modo en que lo hacen ahora. En la manera en que yo lo veo, ya no te mereces respuestas. Todo lo que necesitas saber es que daría mi vida por ella. —Rápidamente me liberó, pero permanecí inmóvil—. No hemos terminado esta conversación, así que por favor, siéntate de nuevo —dijo.
—Eres tan molesto —le dije.
Tan pronto como mi trasero golpeó la silla, él continuó.
—La última cosa que quiero hacer es confundirla. Cuando te dije “no” me refería a que no le dijeras a Layla quién era yo. Quiero que ambos nos sentemos con ella y le digamos la verdad juntos, pero quiero decírselo pronto; dentro de una semana. —Abrí mi boca para protestar, pero no me lo permitió—. Quiero que lo hagamos juntos, así ella se sentirá más cómoda a mi alrededor, pero lo haré por mi cuenta si tengo que hacerlo. ¿Le has dicho algo en absoluto sobre mí?
¡Uh, oh!
Miré a todos lados excepto a él porque en verdad no quería hablar sobre esto.
—Dime —demandó.
—En realidad nunca he dicho nada sobre ti. No empezó a preguntar sobre su papi hasta que empezó el jardín de niños y vio a todos los otros padres involucrados con sus hijas. Hice mi mejor esfuerzo por no mentirle, así que cuando me preguntó… yo como que le dije que su papi me dejó antes de que pudiera decirle que estaba embarazada y no sabía dónde estaba o cómo encontrarlo —susurré las últimas palabras rápidamente, esperando que no las oyera.
—¡Le mentiste! ¡Tú! ¡Me! ¡Dejaste! —gritó en respuesta. Levante mi cabeza de golpe para mirarlo. ¡Tenía agallas!
Todo lo del pasado, los recuerdos, me golpearon todos a la vez.
—¿Has perdido la memoria? ¡Porque estoy segura como el infierno de que no! —pregunté beligerantemente—. ¡Tú me dejaste! Lo que me hiciste… ¡Dios! ¡Cómo te atreves a culparme! Me forzaste a dejarte. Nunca te habría dejado. ¡Tendrían que haberme arrastrado del pelo, gritando y pataleando, para alejarme de ti antes de SIQUIERA pensar en dejarte! ¡Jodiste a una zorra en un baño mientras yo estaba fuera escuchando! ¡Me hiciste marcharme! —De repente me volví consciente del hecho de que ahora estaba gritando y temblando incontrolablemente.
Cerré mis ojos. Ni siquiera podía mirar el rostro de Nick. Tenía que recomponerme.
—Mira, no tiene sentido discutir sobre el pasado. Lo que teníamos era demasiado bueno para ser verdad. No pelearé sobre lo que pasó entre nosotros, y lo siento por mi arrebato, porque no importa ahora.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora