Capítulo 53

85 5 0
                                    

Cuando no dije nada exhalo ruidosamente. —Destiny vino a ver si yo había descubierto dónde vivías. Estaba buscando a Trish. Me mostró fotos… —Estuvo a punto de continuar explicando, pero lo detuve.
—Trish me contó acerca de las imágenes y lo que hizo. Ella no se acostó con el tipo en las fotos; ¿Quién es, o era el prometido de Destiny, por cierto? Trish tomó las imágenes como una manera de pagarle a Destiny por tener sexo contigo.
Cuando una de las cejas de Jons se levantó a la expectativa, aclaré—: Hace seis años, cuando tuviste sexo con Destiny, Trish juró una y otra vez que iba a pagar. Esas fotos fueron la venganza.
Nick me dedicó una sonrisa de satisfacción. —Pensé que había algo más en la historia. Realmente no pensé que ella le haría daño deliberadamente a Tony. A Destiny sí, a Tony no.
La situación con Trish era dolorosa para mí. 
Si ella sufría, yo sufría. 
Me juré a mí misma que la ayudaría a arreglar las cosas con Tony. Era lo menos que podía hacer por ella después de todo lo que había hecho por mí. Esto, yo sabía, iba a tomar tiempo, pero lo haría. Así que por ahora, me centré en el asunto en cuestión.
—Nick, siento mucho lo de anoche. Bueno, no lo siento por golpear a Destiny, pero siento no confiar en ti lo suficiente como para permitir que te explicaras. Si lo miras desde mi punto de vista, tienes que admitir que se veía mal; tu inesperadamente eres llamado al trabajo, uno de tus trabajadores me dice que estas en una reunión y luego yo aparezco y encuentro a Destiny allí… —Jons puso su dedo sobre mis labios y me hizo callar.
—Fui a una reunión, Anna. Sólo... quédate aquí y no te muevas —ordenó antes de salir a toda prisa de la habitación y subir por las escaleras. Lo vi pasar, y se veía tan malditamente sexy vistiendo nada excepto los boxers y un delantal.

Extraño pero sexy, sin embargo.

Un momento más tarde estaba corriendo por las escaleras mientras hurgaba en el bolsillo de los vaqueros que ahora llevaba. Cuando llegó a mí, arrojó los pantalones vaqueros, levantó mi mano ilesa y coloco un hermoso anillo de compromiso de diamantes de corte princesa en mi dedo.
—Oh, Dios mío —suspiré, mientras las lágrimas llenaron mis ojos.
—Anna, nena, quería hacer esto bien, quería que mi propuesta fuera perfecta y quiero que nuestra boda sea todo lo que has imaginado, pero parece que todo lo que tenga que ver con nosotros como pareja es más inusual. ¿Te acuerdas de John Sanders?
Era una pregunta extraña, pero sí, nunca podría olvidar lo que sucedió en su casa.
Asentí.
—Él es propietario de una joyería en Bellaire. Le pedí que se encontrara conmigo en la oficina, así podía escoger tu anillo. Espero que te quede bien, adiviné el tamaño. —Me quedé sin habla, y el anillo encajaba perfectamente.
—Depende de ti cuándo, dónde y cómo quieres casarte, nena. Solo porque estés embarazada no significa que tengas que ir a la Justicia de Paz o a Las Vegas; podríamos tener algo pequeño o podrimos tener una boda grande, es tu decisión.
Yo estaba ocupada limpiando mis lágrimas, pero logré otro movimiento de cabeza y susurré—: Bueno, tendré que pensar en ello. Tendré que ponerme con Trish. —Hice una pausa—. Te amo, Jons, y lo siento mucho.
Nick secó mis lágrimas con sus pulgares. —Te amo más, nena.
En ese momento, me volví cuando oí un ruido y vi a una despeinada Trish arrastrándose por las escaleras. Su pelo era un lió, su ropa estaba arrugada y tenía maquillaje desparramado por toda su hinchada cara, pálida, agitada.

Pobrecita.

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora