Capítulo 34

108 5 0
                                    

Cuando volví en mí, oí el ruido de un alboroto y pies arrastrándose a mí alrededor, la gente estaba muy cerca. —¿Dime tu nombre? —Oí una voz masculina ordenar en un tono cortante.
—Anna —respondió alguien. Podría haber sido Trish, pero no estaba segura.
—Anna, ¿puedes oírme? —preguntó el mismo hombre.
—Sí —dije y rogué que mi voz fuera lo suficientemente fuerte como para que me escuchara. 
Traté de abrir los ojos, pero todo era demasiado brillante y mi cabeza latía con fuerza. Levanté una mano para proteger mis ojos.
—Bien, Anna. Trata de no moverte demasiado. Tienes una contusión bastante mala en el lado derecho de la cara y una posible conmoción cerebral. Los movimientos bruscos sólo te causarán dolor. —Sentí que mi brazo se movía—. Mi nombre es Jason. Mi compañera es Tameka. Somos paramédicos y vamos a hacer el trabajo rápido para revisar tus signos vitales, luego te pondremos en una camilla y te llevaremos al hospital, ¿de acuerdo? —habló con voz suave.
—¿Dónde está mi hija? ¿Me ha visto? ¿Está bien? —Mi voz era ronca.
—No estoy seguro, Anna —respondió sonando despreocupado.
—¿Puedes averiguarlo? Por favor. Necesito saber que está bien. —Iba a empezar a entrar en pánico pronto.
—Lo averiguaré, cariño. No te preocupes tanto. ¿Jason tienes esto? —preguntó la mujer que asumí que era Tameka.
—Apúrate —ordenó con actitud. Me las arreglé para mirarlo con los ojos cerrados.
—Relájate, Jason. La mujer acaba de estar en el infierno y lo único que quiere es asegurarse de que su hija esté bien.
—Tameka, no tenemos tiempo para esto, sólo apúrate —ordenó Jason después de haber perdido la paciencia.
—Realmente necesitas tener sexo. Te dije que podría manejar ese pequeño problema para ti.
—¡Tameka! —dijo, exasperado.
—Ya voy, cálmate.
¡No puedo creer que ella haya dicho eso! 
Tan divertido como fue, todavía estaba en shock.
Jason volvió al trabajo. —¿Qué paso? ¿Me violó? —pregunté en un susurro, mirando fijamente su cara. Estaba difuso.
—No. Por lo menos estoy casi seguro que no llegó tan lejos. —La ira resonó en su voz—. La policía llegó aquí justo después de que apareciera. Creo que tu amiga dijo que estaba cerca, pero asustó al tipo. Te cubrió hasta el momento en que llegaron aquí—. Eso no sonaba bien, pero me hizo sentir mejor.
En ese momento, escuché discusiones y gritos afuera. —¿Dónde está? ¡Déjeme verla!

Era Nick.

—Señor, tiene que calmarse. Podrá verla tan pronto como los médicos la examinen. No puede entrar en la escena del crimen —respondió alguien.
—¿Qué demonios significa eso? ¿Qué escena del crimen? ¿Qué pasó? —gritó Jons.
— Señor…
En ese momento, Tameka entró por la puerta, sus ojos abiertos.
—¿Qué? ¿Layla está bien? —Traté de levantarme, pero Jason me detuvo.
—No te preocupes, cariño —dijo—. Hay una niña muy linda de pelo negro con una mujer que creo que es tu compañera de cuarto. Se ve bien, quizás un poco agitada, pero es comprensible cuando ahí afuera hay un enorme hombre con un trasero hermoso gritándoles a los agentes que quiere verte. ¿Es tu hombre, cariño?
—Sí.
—Bueno, date prisa, Jase. Ese hombre de trasero hermoso está a punto de ser arrestado si no estamos listos pronto.
—Está bien, voy a caminar. No necesito una camilla. —Traté de sentarme de nuevo, pero me mareé. Me hubiera caído si Jason no me hubiera atrapado.
—¡No! No lo intentes de nuevo. Te llevaremos ahora —me ladró Jason.
Tan pronto como la rueda de la camilla golpeó el pavimento fui emboscada. —¡Anna! —gritó Nick frenéticamente. Levantó la mano como si estuviera a punto de tocar mi cara, pero no lo hizo. Su mano cayó, agarró la mía y la apretó. Sus ojos estaban inyectados en sangre.
—¡Mamá! ¡Déjame ir, tía T! ¡Quiero ver a mi mamá! —Escuché llorar a Layla. Sentí el borde de las lágrimas en mis pestañas.
—Nick, no quiero que ella me vea así, pero necesito verla —susurré, mi voz seguía ronca. Su mano apretó la mía y sus ojos estaban llorosos. Se inclinó para darme un beso muy suave en los labios.
—Nos encontraremos en el hospital. Tráela tan pronto como puedas —suspiré y asentí—. Dile que la amo más que el mundo entero. Te necesita ahora Nick, por favor, quédate con ella.
—No la dejaré fuera de mi vista. Te amo, Anna.
—Te amo también.
—Te amo también, cariño —dijo Tameka lenta y soñadora. 
La miré y estaba mirando a Nick con el corazón en sus ojos.
—¡Tameka! —gritó Jason como si no pudiera creer lo que escuchaba.
—¿Qué, Jasey? No te pongas celoso, sólo estoy mirando. ¡No hay necesidad de hacer un berrinche! —dijo.

¡Malditamente hilarante!

Anna, nenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora