XLVI

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*POV NARRADORA*

Los días pasaban, y el seguía fiel a su entrenamiento. No había día que no entrenase.

Para conseguir su propósito, Miroku, se interno en un templo, viejo y pequeño de las montañas, donde nadie, exceptuando su familia, pudiese encontrarle.

Era un remanso de paz, rodeado de una naturaleza densa.

Aun recordaba el día que decidió irse de su hogar para iniciar su emprenda espiritual.

Sus hijas se lo tomaron a bien, y a menudo eran Kin'u y Gyokuto las que le visitaban de manera seguida.

Sin embargo, su hijo menor no se lo tomo de la misma forma.


...

-¡¿Por que te vas?-

-Hisui...Yo...-

-¡Cobarde!- Grito con cólera. -¡¿Cómo puedes huir de esa manera?!-

...


Miroku recordó la ultima conversación que tubo con Hisui. 

Nunca le explico el motivo por el que se fue, ni siquiera estaba muy seguro de como hacerlo. Tendría que explicárselo todo desde el principio, y no quería mencionarle sobre el Kazaana.

A Kin'u y Gyokuto tampoco les había explicado mucho, sin embargo ellas parecían intuir mas o menos el porque de su marcha.

La única que tenia conciencia de todo era su esposa, su amada, su confidente, Sango.


...

-¿Es necesario?- Pregunto preocupada.

-No quiero abandonaros, pero menos quiero que os pase algo por no poder protegeros, Sango.- Explico acariciando su rostro decaído. -Por favor no pongas esa cara tan triste. No me iré por siempre, se que mil días son muchos, pero podréis venir cada día.-

-Esto es por el Kazaana, ¿Verdad?-

-No puedo ocultarte nada.- Dijo con satisfacción al ver como su esposa lo leía como un libro abierto.

-Echas de menos el poder que te daba, pero te has olvidado de que era una maldición.-

-Es por eso que debo irme, aunque no potencie mi poder espiritual, me desharé de la sombra del Kazaana.-

-Prométeme que volverás tras los mil días.- Pidió con tristeza.

-Volveré.- 

Miroku la acerco a el para poder besarla, por ultima vez.

...


Estaba en el tramo final de su entrenamiento. 

Si había servido para algo o no, no lo sabría hasta que finalizara, pero el ya sabia que había ganado algo.

Después de la derrota de Naraku, temía que sin su poder no pudiese proteger a sus seres queridos, y muchas veces se veía a si mismo con impotencia por su debilidad.

Gracias al entrenamiento, esa impotencia fue disminuyendo, y la confianza en su potencial espiritual fue creciendo a medida que notaba como la disciplina a la que estaba sometiéndose le potenciaba su poder espiritual.

Luna Creciente Significa RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora