•Anécdota #14•

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Les traigo una anécdota que mostrará la evolución que tuvo Bakugo en mi RD, así pueden comparar juju

Esa vez me fui a dormir como a las diez, estábamos todos en los dormitorios de la U.A y se acercaba navidad, por lo que era pleno invierno. 

Un toque a mi puerta me despertó, me costó un poco despejarme pero logré ver la hora en mi celular. Eran las tres de la mañana, como era domingo no me importó mucho, después de todo no debía levantarme temprano. Fui hasta la puerta pensando que quizás era Mina con una repentina noche de chicas entre manos.

—Oh.— No era ella.— ¿Pasa algo Katsuki?— Froté mis ojos con pereza.

—La calefacción de mi habitación se averió.— Informó con calma.

—¿Quieres que haga de mecánica?— Reí y él sonrió.— Ven, pasa.— Me hice a un lado y no esperó más tiempo para ingresar, entonces me di cuenta de que había traído su almohada.

Moví la mía para hacerle espacio y que acomode la suya. Las camas son de plaza y media, por lo que si entran dos personas, un tanto apretadas pero entran.

Él se acomodó del lado de la pared porque es el que más le gusta, me dijo que de niño era inquieto al dormir así que solía caerse, entonces se le quedó de costumbre evitar el borde. A mí también me gusta más el lado de la pared, pero no me importa cederlo.

—Tienes las manos heladas.— Me sorprendí ya que es extremadamente inusual, aunque no era para más, hay menos de 0°.— ¿Quieres un té?— Me puse las pantuflas para bajar.

—Esta helado como el carajo.— Me advirtió.— De por sí eres un cubo de hielo, mejor no vayas.

Tenía un punto, soy todo lo contrario a él y siempre tengo las manos y piel congeladas, incluso en verano.

—Menos con menos da más.— Busqué otra manta y se la lancé, él la atrapó sin problemas.— No revises mis calzones otra vez.

Una vez entró a buscar un libro que me prestó y justo cuando volví a mi habitación lo pillé hurgando en el cajón de mi ropa interior, fue muy gracioso.

—¡Fue un accidente!

—Los accidentes no existen.

Sin más salí de la habitación para ir a la cocina. La calefacción está programada por horas (excepto en los cuartos), se apaga a las 10 de la noche y se prende a las 6:30 de la mañana. Sumando que no había dejado de nevar desde la mañana anterior, definitivamente no me extrañaría toparme a Olaf por ahí.

Puse a hervir agua, mientras estaba lista preparé dos tazas de té, una con azúcar y la otra sin endulzar. Bakugo a veces le echa y otras no, así que no sabía que iba a querer.

Volví haciendo malabares con las dos tazas, caminaba como si estuviera en la cuerda floja (soy muy torpe llevando cosas con agua). Al llegar a mi habitación me di cuenta que cerré la puerta al salir y no puedo tocar, tampoco alzar la voz porque podía despertar a las demás, así que hice lo más lógico para mí: Llamar a los cabezazos.

A los segundos mi huésped abrió la puerta.

—¿Cómo tocaste?— Se extrañó.— Tu frente se está hinchando… me intriga como has sobrevivido todos estos años.— Se burló.

—Sí Katsuki, de nada.— Le saqué la lengua a la vez que entraba.— ¿Con o sin azúcar?

—Con.— Se sentó al borde de la cama y le entregué la taza correspondiente.— Espera, a ti no te gusta sin azúcar.

—Endulcé las dos, solo quería fastidiarte en caso de que no quieras azúcar.— Me encogí de hombros dando un sorbo de mi taza, la verdad si estaba horrible.

Soy de esas personas que toma azúcar con té, por mí le echaría agua al azucarero.

Él me observó unos momentos sin decir nada, quizás estaba esperando a que ponga cara de asco y así desenmascararme, pero le di la espalda para buscar la silla de mi escritorio y ubicarla al frente, entonces me senté intentando acalorar mis manos en la taza.

—Tu pijama es muy fea.— Me picó la pierna con el pie.— Es de abuela.

—Claro que no, esos son los camisones.— Refuté.— Jamás entenderías el arte de la pijama de Hello Kitty.

—No necesito entenderlo para saber que es feo.— Bajó el pie hasta la base de la silla y la acercó más a él aprovechando que tiene rueditas.— Ya dame eso.— Me arrebató con cuidado la taza y me la cambió por la suya.

—¡No!— Fui incapaz de impedir que la pruebe.

—Mentirosa.— Me descubrió.

—¿Cómo supiste?— Di un sorbo a mi nueva taza, esta si me gustaba.

—Si te digo dejarás de hacerlo y no sabré cuando mientas.

—Baboso.— Fue mi turno de darle un suave piquete con el pie.

Nos quedamos hablando un rato mientras tomábamos el té. Fue una situación bastante agradable aún si casi nos pillan las cuatro de la mañana y estaba nevando sin descanso fuera. Bakugo es muy buena compañía.

A decir verdad tampoco reparé en el hecho de que haya ido a dormir conmigo por el hecho de que éramos amigos, además no es la primera vez que sucedía, aunque las otras ocasiones habían sido siestas por la tarde.

Dejé las tazas en el escritorio mientras él se acomodaba en la cama entre quejidos porque no tenía sábanas de invierno. Apagué la luz de la habitación y sólo quedaron las luces LED por el techo dando un tenue color púrpura.

—No te lleves todas las mantas otra vez o te dibujaré un pene en la frente.— Me amenazó una vez me dejé caer a su lado.

—¿Uno pequeño o uno grande?

—Eres terrible.— Me empujó hacia la orilla.

Simplemente reí y volví a acomodarme dándole la espalda, suspiré relajada antes de cerrar los ojos para retomar mi sueño. Lo sentí removerse un poco y luego como tiraba de las sábanas sin llegar a destaparme.

—Cachorra.— Susurró.

—¿Mhn?

—Lo siento.

Abrí los ojos nuevamente y con lentitud me giré para verle, estaba cubierto hasta la barbilla, parecía el meme de Daichi.

—¿Por qué?— Susurré de igual forma.

—Por molestarte a esta hora.— Desvió la mirada al techo, aún le daba un poco de vergüenza al disculparse por algo.— Sé que te cuesta dormir normalmente.

—No me molestas.— Pasé la mano por su cabello para despeinarlo más.— Me gusta ser una de tus opciones cuando algo va mal.

—Agh, no digas eso.— Se quejó apartando mi mano.— Es vergonzoso.

—Eres un niño pequeño.— Reí al ver su carita roja.

Resguardé mi mano del frío nuevamente y cerré los ojos una vez más a sabiendas de que estaba esperando eso. A los segundos se acercó para ocultar el rostro en mi cuello como suele hacer, supongo que le parecía bochornoso que lo vea mientras se acurrucaba.

—Hasta mañana— Susurró.

—Hasta hoy.— Le corregí,  a lo cual dio un suave gruñido que me hizo sonreír. De igual forma acabé por abrazarlo.


*

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Hasta aquí llegan los chismes por hoy, recuerden que si quieren saber algo solo deben comentarlo<3

Como habrán notado mi relación con Bakugo evolucionó mucho, comenzamos a ser cercanos y en este punto ya era una masita, pero que no los engañe, con el resto sigue siendo más duro.

Hero-chan

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