04 ⫸ Tú no eres real

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Me levanté sin decir nada y terminé metiéndome a la ducha, mi única herramienta para aceptar lo que estaba pasando

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Me levanté sin decir nada y terminé metiéndome a la ducha, mi única herramienta para aceptar lo que estaba pasando.

Cuando salí, envuelta en el mullido albornoz, agarré lo primero que encontré en el armario y regresé al baño. Antes, logré dar una fugaz mirada a Skyler, que se mantenía con su camiseta ensangrentada y la vista en el comienzo del segundo libro de la saga.

Me vestí ignorando si la camiseta combinaba con el jean que no me entraba por mucho esfuerzo que pusiera. Había subido un par de kilos desde la última vez que lo usara, pero no saldría a cambiarlo. Estaba tan nerviosa que hasta las manos me temblaban.

Era más fácil meterme en ropa apretada como sardina en lata, que enfrentar a mi crush literario que estaba sentado en el suelo de mi habitación y leyendo mis libros.

Salí sin mirarle y directo a la cocina que parecía el escenario de una desastrosa lucha tras mi intento de cocinado hace dos noches.

Pesqué en la nevera lo primero que encontré y no necesitara cocción y, en lo que engullía, no supe si debía ofrecerle algo para desayunar, ni tan siquiera sabía si comía.

En las novelas, por cuestiones de la trama, no se narraba todo lo que un ser humano hacía. Era poco práctico y bastante aburrido leer cómo se cambiaban la copa menstrual, desayunaban o iban al baño con regularidad. No sabía si el Skyler de mi habitación necesitaría comer o bañarse.

Me detuve en medio del pasillo con la caja de jugo en la mano.

¿Él cagaría igual que yo?

Terminé regresando la caja de jugo a la cocina y pellizcándome hasta que un moretón apareció en mi antebrazo y nada cambió. No era un sueño por mucho que me lastimara y empezaba a tener miedo.

Cuando regresé, siguió ignorándome. Estaba concentrado en el segundo libro y no se inmutó con el portazo que di con intención de que me mirara.

Terminé de alistarme para ir a la universidad y cuando estaba en la puerta le advertí que no saliera de la habitación. Respondió con un sonido bajo y de aceptación que salió de su garganta.

No fue capaz de darme un sí o mover los labios y yo quedé congelada en la maldita puerta viendo su perfecto perfil. No levantó la vista por mucho que me atrasé por estar mirándole y pestañeando con fuerza a ver si desaparecía de una buena vez.

Al final, salí diez minutos tarde y tuve que tomar el metro para llegar a tiempo.

Pasé las clases de la mañana donde apenas me dieron contenido al ser el final de semestre y lo más relevante fueron las notas sobresalientes que consiguiera en los exámenes de la semana anterior. Ni tan siquiera esa buena noticia logró sacarme de la extraña burbuja en que me encontraba.

Dieron por terminado el curso y los profesores nos despidieron con la advertencia de que estudiaremos con ganas para los exámenes que quedaban en la semana.

Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora